¡®Primera p¨¢gina¡¯: el arte de la memoria
El libro de Juan Luis Cebri¨¢n se lee como la biograf¨ªa de la ¨¦poca que le toc¨®
Aunque el t¨ªtulo del primer tomo de las memorias de Juan Luis Cebri¨¢n (Primera p¨¢gina, Debate, 2016) nombra la portada (o el portal) que leemos cada ma?ana, es en s¨ª mismo una declaraci¨®n de oficio (el periodismo) tanto como la met¨¢fora transitiva que, en este caso, documenta las agon¨ªas de la transici¨®n espa?ola. La ¡°primera p¨¢gina¡± declara el tiempo presente del relato, que asume la condici¨®n fluida de su tr¨¢nsito azaroso, incluso precario. En estas memorias, el itinerario de una cultura pol¨ªtica en construcci¨®n postula la promesa de lo moderno: la comunidad democr¨¢tica, que decanta las furias del pensamiento ¨²nico tanto como avanza la civilizaci¨®n del di¨¢logo. En varios momentos de nuestra biograf¨ªa pol¨ªtica, nos dice Cebri¨¢n, todo lo que tenemos contra el autoritarismo arcaico es una reiterada primera p¨¢gina.
La actualidad, por lo mismo, se organiza en esta serie de p¨¢ginas primeras. Se trata no s¨®lo de la zozobra de esa fr¨¢gil actualidad, que el autor ha definido como la amenaza del ¡°miedo¡±, esto es, de poderes que vuelvan la p¨¢gina en el sentido contrario, para que lo nuevo no sea el principio de cambio, y el peri¨®dico de ayer ocupe el futuro. No es casual, incluso hoy, que en cualquier diario alguien utilice el lenguaje oscurantista de antes de ayer para rebajar el valor de lo nuevo. Desde una ¨¦tica de la salud p¨²blica, que se construye en la tolerancia, este libro es tambi¨¦n un ¡°arte de la memoria¡±, que recuerda las furias y las penas que pudieron devorarnos. Nos debemos entre todos, postulan estas memorias, cierta mutua dignidad. Despu¨¦s de todo, se trataba de recuperar, en la incierta certidumbre, la refundaci¨®n pol¨ªtica, su noci¨®n cl¨¢sica: el arte de combatir a los animales. Esto es, la polis nos separa de la selva, aunque es muy f¨¢cil volver a ella.
Cebri¨¢n ha encontrado la medida cl¨¢sica del relato de la polis: la mesura. Para eso recordamos. No para perpetuar los horrores de la guerra sino para recordar la historia como un teatro de lecciones elocuentes. Si la memoria es el teatro en el cual reconocemos nuestro papel es tambi¨¦n la escena donde adquirimos, en el uso de la primera persona, nuestra identidad: la palabra urbana, la mutualidad y la convivencia. La memoria recobrada, por ello, decanta la mesura puesta a prueba. Frente a esa ¨¦tica de la comunicaci¨®n, siempre hay otros que sucumben a la desmesura, al extrav¨ªo del lenguaje.
Por ello, lo que m¨¢s me ha conmovido de estas memorias no es s¨®lo la fragilidad de todo, la deshora y la agon¨ªa, sino la intimidad comunicativa, fluida y persuasiva, que adquiere la voz del testigo. Es en el relato, en la condici¨®n narrativa de una ciudad espa?ola en construcci¨®n, donde este libro adquiere su mejor funci¨®n: m¨¢s que historia de la Transici¨®n, m¨¢s que cr¨®nica de los hechos y sus testimonios heridos. El tremendismo de los implicados, los juegos de poder, la fr¨¢gil trama de lo acordado, son procesados por la narraci¨®n gracias a un lenguaje de sobria intimidad, que elude el histrionismo de unos y otros. De pronto, el libro se hace cargo de la voz narrativa y su autor se torna en otro personaje entre molinos.
Y el lector, en ese mismo trance, reconoce esa voz que viene de lejos. Se trata nada menos que de la actualidad del Quijote cervantino. S¨®lo que Cebri¨¢n en otra vuelta de tuerca, hace que su rec¨®ndito Quijote sea del todo actual: ya no es un loco, es una voz de la cordura. No ve otro mundo, ve este, miserable y nuestro.
Como en una novela, la indeterminaci¨®n de los procesos, a pesar de la contundencia de los hechos, se despliega como aquello que no sabemos y quiz¨¢ sepamos si leemos el pr¨®ximo cap¨ªtulo. En una novela se prolongan las resoluciones para captar el apetito del lector, que suele creer que debe acabar pronto. En las memorias, en cambio, quedamos atrapados por el mecanismo narrativo de la ampliaci¨®n del suspenso, no queremos acabar de leer, pero no nos saltamos p¨¢ginas para ver el resultado de una bronca, quiz¨¢ porque ya sabemos lo que pasar¨¢.
Este libro postula como ¡°primera p¨¢gina¡± la serie y la diferencia: es un formato que pertenece a ma?ana. Se debe, en fin, a la duraci¨®n. A la dramatizaci¨®n de una met¨¢fora, que en el libro ya no es la del peri¨®dico, porque en este es irrepetible; mientras que en las memorias son un calendario del desvivir cotidiano.
Se trata, al final, de un g¨¦nero m¨¢s civil y resolutivo a pesar de la incertidumbre que lo asedia. Las memorias son el g¨¦nero m¨¢s problem¨¢tico y debatido porque aunque est¨¢n organizadas epis¨®dicamente, como las novelas, las distingue una voluntad de esclarecimiento interno. Confesiones fue el nombre que August¨ªn de Hipona prefiri¨® ya que son de expiaci¨®n, aunque no es menos novelesca su escena original: ¡°Rob¨¢bamos manzanas del vecino porque sent¨ªamos verg¨¹enza de no haber sentido verg¨¹enza¡±. Mar¨ªa Zambrano postul¨® en ese gesto el nacimiento del yo en el lenguaje.
En Primera p¨¢gina, esa pregunta se renueva desde el peri¨®dico como alegor¨ªa del espacio p¨²blico. Al final, creo que estas memorias m¨¢s que definirse por su aventura period¨ªstica en la transici¨®n, son la biograf¨ªa de la ¨¦poca crucial que le toc¨® vivir y firmar. Esa lecci¨®n pertenece al pensamiento social y cr¨ªtico del humanismo cristiano, que es pariente no lejano del marxismo humanista. De ah¨ª su apuesta central por un consenso negociado que garantice la institucionalidad democr¨¢tica. La unidad de Espa?a, como la del mundo, es su diversidad de todo orden. Y su enfermedad mayor, de tiempos ya lejanos: la burocracia, ese estado fantasm¨¢tico que ha reemplazado al cuerpo de la naci¨®n. No hay que tenerle miedo a quien tiene m¨¢s de una nacionalidad. Hoy, en teor¨ªa jur¨ªdica, se postula que en el futuro cercano todos tendremos m¨¢s de dos nacionalidades y m¨¢s pasaportes. En los melanc¨®licos tiempos arcaicos, un sujeto se defin¨ªa geneal¨®gicamente: de d¨®nde vienes, cu¨¢l es tu escuela, clase social, religi¨®n¡ Hoy se define por su hip¨®tesis de futuro y capacidad de sumar. Esa otra ¡°primera p¨¢gina¡± se abre en este libro como la promesa cervantina en la inteligencia del mundo en el lenguaje.
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