Colores que brotan de una cabeza atormentada

En 1931 Eugen Gabritschevsky (1893-1979) ingres¨® en un hospital psiqui¨¢trico de M¨²nich con un diagn¨®stico de esquizofrenia. Su carrera de bi¨®logo genetista de fama internacional acab¨® all¨ª. Hijo de un conocido bacteri¨®logo moscovita, Gabritschevsky tendr¨ªa que haber pasado a la historia por su producci¨®n cient¨ªfica, pero la historia guardaba para ¨¦l una suerte distinta, y m¨¢s dolorosa. En los casi 50 a?os que pas¨® en el hospital, Gabritschevsky se dedic¨® a arrojar sobre el papel, con pinturas y dibujos, ¡°el ruido infernal de su vida gastada¡±, as¨ª como la define ¨¦l mismo en una carta de 1946. Una producci¨®n compulsiva que suma casi 5.000 obras hechas sobre trozos de papel, en el reverso de cartas, documentos, de hojas de calendario. Con ocasi¨®n de la celebraci¨®n del 40 aniversario de su creaci¨®n, la colecci¨®n de Art Brut de Lausana presenta 160 piezas descubiertas a finales de los a?os cincuenta por el pintor franc¨¦s Jean Dubuffet y una selecci¨®n de material del archivo familiar del artista.

En 1945 Dubuffet acu?¨® el concepto mismo de Art Brut (que significa arte bruto, o crudo) para indicar todo el arte que se produc¨ªa fuera de las academias o de los circuitos habituales. La descripci¨®n recoge todas aquellas obras creadas por autodidactas, marginales, enfermos, hospitalizados, internados: artistas a su pesar, como sol¨ªa definirlos, cuyos impulsos art¨ªsticos consideraba m¨¢s aut¨¦nticos. En un internado de Berna (Suiza), un m¨¦dico, el doctor Jakob Wyrsch, le habl¨® de las obras de Gabritschevsky, que hasta aquel momento hab¨ªan sido recogidas por el hermano del artista, que viv¨ªa en M¨²nich. Son dibujos de bestias imaginarias, de humanos deformados, de paisajes inquietos de colores brillantes. ¡°Me he dedicado a pintar para olvidarme de m¨ª mismo¡±, sigue Gabritschevsky en su carta con destinatario desconocido, ¡°He conseguido representar la muerte, el dolor, las emociones, la iron¨ªa de la vida y del ¨¢nima de los elementos¡±.

La exposici¨®n, que cerrar¨¢ sus puertas el 19 de febrero, cuenta con las obras que forman parte de la colecci¨®n permanente de Lausana y de los pr¨¦stamos del archivo familiar y de la Galer¨ªa Chave, en Vence (Francia) donde se encontraba la carta. Se supone que iba dirigida a Tiette, una chica con la que tuvo una relaci¨®n durante su estancia en Nueva York, como investigador de la Universidad de Columbia en 1926. Gabritschevsky usa tanto el pincel como las esponjas, la acuarela como la t¨¦mpera. Annie Le Brun, que firma uno de los textos cr¨ªticos sobre la exposici¨®n, afirma que, en un primer momento, Dubuffet rechaz¨® la obra de Gabritschevsky por parecerse demasiado al canon tradicional del arte europeo. En su recorrido solitario de artista Gabritschevsky quiso explorar el absoluto, los l¨ªmites de la existencia a los que los hab¨ªa llevado su condici¨®n de enfermo internado.

No se tiene constancia de los tratamientos a los que fue sometido. Su visi¨®n, sin embargo, est¨¢ mezclada con la observaci¨®n de la naturaleza, est¨¢ impregnada de su investigaci¨®n cient¨ªfica. Una cara enorme de hombre pez de color rosa y verde llena un de los papeles dibujados entre 1947 y 1948. Entre 1950 y 1956, Gabritschevsky pint¨® con t¨¦mpera tres hombres larvas de color negro. Parecen avanzar en el papel: uno m¨¢s grande que los dos que quedan en el fondo. Todos llevan pajarita y sombrero, uno, de copa: un detalle de caballeros acomodados. ?D¨®nde acaba lo respetable y empieza la locura?, se pregunta Le Brun en su texto. Si Gabritschevsky tuvo el valor de explorar los l¨ªmites, de operar durante 50 a?os una forma creativa de resistencia sin perder la sensibilidad hac¨ªa lo ir¨®nico, logr¨® ¡°sobre todo¡±, seg¨²n cuenta en la carta, ¡°representar la imposibilidad de la felicidad¡±, de lo que habr¨ªa podido ser y de lo que fue.