?Mario Monti vestido de James Bond?
El argentino Rafael Spregelburd estrena en Espa?a una desbordante obra sobre el mundo contempor¨¢neo
Un hombre amanece sin memoria en un hotel de Malta. Lleva puesto un esmoquin que visti¨® el actor Sean Connery para interpretar a James Bond en la pel¨ªcula Doctor No y en su habitaci¨®n solo hay un ordenador port¨¢til junto con un mont¨®n de cajas de mu?ecas parlantes. Nadie parece conocerlo en la isla y no recuerda su nombre hasta que descubre su pasaporte en un bolsillo: Mario Monti, igual que quien fue primer ministro de Italia entre 2011 y 2013. Cuando intenta buscar pistas sobre su pasado en Google, descubre con horror que cualquier referencia a su persona que pudiera existir en Internet ha sido tapada por las noticias sobre el pol¨ªtico.
El argentino Rafael Spregelburd, una de las figuras m¨¢s originales del teatro en lengua espa?ola, plantea esta extravagante situaci¨®n como punto de partida en su obra Spam, escrita, dirigida e interpretada por ¨¦l mismo junto con el m¨²sico Zypce. Durante dos delirantes horas los espectadores asisten en esta pieza a la reconstrucci¨®n del pasado del desmemoriado Mario Monti siguiendo pistas desordenadas: correos electr¨®nicos, transferencias bancarias, un cuadro de Caravaggio y una estudiante que lo persigue por plagio.
De esa reconstrucci¨®n desordenada del pasado surge, evidentemente, un relato ca¨®tico. ¡°Cualquier intento de explicar la vida con un relato lineal no es m¨¢s que un ejercicio de simplificaci¨®n. Todo lo que tiene vida se rige por las reglas del caos y el azar, no por la f¨ªsica de Newton. Por eso entiendo que si el teatro quiere ser de verdad org¨¢nico, mostrar vida, debe regirse tambi¨¦n por esas leyes¡±, explicaba Spregelburd este martes, reci¨¦n aterrizado en Madrid, mientras supervisaba el montaje de Spam en los teatros del Canal para su estreno esta noche.
Tanto cree en el caos que lo introduce deliberadamente en sus piezas. En Spam, por ejemplo, hurta datos al espectador. ¡°Escrib¨ª 31 escenas que se corresponden con 31 pistas, pero solo se representan 26. Tenemos a diario tanta informaci¨®n que nos adormecemos. Cuando falta, despertamos¡±, revela. ¡°As¨ª el espectador no puede adivinar lo que va a pasar en cada momento. No quiero satisfacer al p¨²blico con una obra que pueda entender f¨¢cilmente. Quiero que no est¨¦ pasivo, aunque eso a veces le irrite¡±, afirma. ¡°A m¨ª, de hecho, Spam me exaspera. Los d¨ªas que hago esta funci¨®n no puedo hacer otra cosa¡±, confiesa.
Todo en Spregelburd es desbordante. No solo sus textos, sino tambi¨¦n los formatos que elige para presentarlos. ¡°No me aburre lo conocido, sino la disposici¨®n vulgar de lo conocido¡±, aclara. Para Spam pens¨® en la ¨®pera hablada, ¡°un g¨¦nero infrecuente en los pa¨ªses de lenguas latinas pero muy extendido en los germanos y que permite una gran libertad. No es teatro musical, sino un texto que se dice acompa?ado siempre con m¨²sica o sonidos. Tambi¨¦n se intercalan v¨ªdeos, fotograf¨ªas y animaciones¡±. Su acompa?ante, Zypce, tampoco es un m¨²sico al uso: utiliza objetos, ordenadores e instrumentos no tradicionales.
Hac¨ªa a?os que no se ve¨ªa a Spregelburd encima de un escenario en Espa?a. Dramaturgo, actor y director, sus textos se representan a menudo (La estupidez, por ejemplo, est¨¢ ahora de gira), pero la ¨²ltima vez que se subi¨® a las tablas en este pa¨ªs fue en 2009 en Ourense para interpretar su obra La paranoia. ¡°Se ha notado la crisis. Es una pena porque siempre ha habido una relaci¨®n teatral muy estrecha entre Buenos Aires y Espa?a¡±, dice. El Festival de Oto?o a Primavera de Madrid lo ha rescatado, aunque solo cuatro d¨ªas desde hoy hasta el domingo, porque enseguida el argentino volar¨¢ a B¨¦lgica y despu¨¦s a Austria para estrenar otras obras. Spregelburd es hace tiempo ya un hombre de teatro internacional. Un hombre de teatro total.
Babelia
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