La ins¨®lita historia de ¨¦xito de Iv¨¢n Repila
El escritor publica en Espa?a su tercera obra tras triunfar en el extranjero
Apenas hab¨ªa visto luz como escritor cuando se qued¨® hu¨¦rfano de quien se la encendi¨®. Iv¨¢n Repila (Bilbao, 1978) estaba a punto de publicar su segunda novela con Libros del Silencio cuando Gonzalo Canedo, su editor, falleci¨®. En diez d¨ªas desde el diagn¨®stico, un suspiro. A ¨¦l, ¡°su inolvidable¡±, le dedica este Pr¨®logo para una guerra que ahora lanza Seix Barral. Por afecto, porque uno siempre guarda una especie de deuda con esos padres que durante el camino te abren la puerta a convertirte en quien quieres ser, pero tambi¨¦n, cuenta Repila, porque sin ser ya testigo ni la mano que lo propiciara se ha cumplido el deseo que Canedo ten¨ªa para ¨¦l. ¡°Recuerdo, con mucha viveza estos d¨ªas, algo que me dijo: ¡®Iv¨¢n, b¨²scate un agente, quiero que a tu libro le vaya bien, pero el siguiente debes publicarlo en una editorial grande¡±.
Sigui¨® su consejo, El ni?o que rob¨® el caballo de Atila, la f¨¢bula de dos hermanos encerrados en un pozo que llamaba a perseguir las revoluciones posibles, se tradujo ¡ªal ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano, hasta al coreano o el persa¡ª y, fruto de ese eco, aterriz¨® en Seix Barral su nuevo manuscrito. Habla Repila de Pr¨®logo para una guerra con el convencimiento de quien ha satisfecho las expectativas que ten¨ªa al concebirla, con el mismo aplomo con que, cuando un coche que da marcha atr¨¢s tratando de aparcar est¨¢ a punto de golpearlo, interpone la mano. Reson¨® el anillo contra el port¨®n, choque met¨¢lico.
Gui?ar un ojo al cine
Su primera novela, Una comedia canalla, se parec¨ªa poco ¡ªnada¡ª a todo lo que ha venido despu¨¦s, y mucho m¨¢s a una pel¨ªcula de Guy Ritchie con antros y olor a marihuana. Varios mileuristas se adentran en el mundo del crimen pretendiendo resolver sus vidas. En Pr¨®logo para una guerra el homenaje f¨ªlmico, indica Repila, es al w¨¦stern: las conversaciones entre Emil y el Mudo son como las de John Wayne y James Stuart en El hombre que mat¨® a Liberty Valance.
La historia la conducen dos personajes que son casi espejo el uno del otro, que padecen de forma distinta por causas semejantes: uno no puede tener hijos, el otro perdi¨® al suyo; que, partiendo de extremos opuestos y tras un juego casi de doppelg?nger, cuando m¨¢s honestos son, convergen. El Mudo dej¨® de hablar y de relacionarse con el mundo por dolor, y poco a poco y gracias a muestras de solidaridad colectiva ¡ªque es lo que subyace en el trasfondo de todo¡ª, se va reenganchando. Emil Zarco es un arquitecto con af¨¢n de dejar huella que, de acuerdo con su autor, ¡°representa la inercia de las civilizaciones, del siglo XX¡±, que, ante el dolor y la quiebra de sus valores, se a¨ªsla. ¡°Su cuerpo refuta a su esp¨ªritu¡±, dice Repila para explicarlo, y contin¨²a advirtiendo de que toda la novela es una alegor¨ªa de ¡°una Europa que contradice hoy aquello para lo que un d¨ªa naci¨®, tolerancia, igualdad; que se vuelve inhabitable¡±. ¡°Escrib¨ª este libro porque no sabemos qu¨¦ hacer los unos con los otros, porque 500.000 ni?os refugiados a menos 20 grados no cambian c¨®mo Europa hace o¨ªdos sordos, porque somos nosotros quienes tenemos que reclamarle que haga examen de conciencia y lograr que lo inh¨®spito vuelva a ser habitable, aunque no sepa limpiar la carcoma de sus cimientos¡±. Insiste en esto Repila: refundar Europa es una utop¨ªa pero hay que cambiar la deriva actual.
No hay historia lineal, acontecimientos que se suceden cronol¨®gicamente. Est¨¢ construida como se perge?a un proyecto arquitect¨®nico: bocetos que luego se concretan en planos detallados, desde distintos ¨¢ngulos. Y la prosa de Repila, como en El ni?o que rob¨® el caballo de Atila, es implosiva. Se rompen las palabras hacia dentro al encadenar met¨¢foras ins¨®litas una detr¨¢s de otra en frases cortas. ¡°No puedo evitar hacer un s¨ªmbolo de cada palabra que escribo¡±, reconoce, como de igual forma reconoce que si bien sus relatos no tienen coordenadas ¨¦l, como escritor, en un mapa, se encontrar¨ªa en alg¨²n punto entre las honduras de Albert Camus y la plasticidad del poeta Juan Larrea. No considera que la complejidad de lo que teje deje afuera de Pr¨®logo para una guerra a muchos lectores, sino m¨¢s bien cree que nada m¨¢s catar el clima, quien siga leyendo, sabr¨¢ ver que no es solo la an¨¦cdota de un arquitecto, un mudo y la mujer que une a ambos. Ese ambiente, el de Repila, es el de alguien a quien las pesadillas le visitan con demasiada frecuencia y le impulsan a reflexionar, alguien que desde hace 20 a?os duerme con una libreta y un boli para no perder esas historias.
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