La Orquesta Nacional est¨¢ de vuelta

Cinco d¨ªas antes de que se cumpliera el 108? aniversario del estreno de Elektra, ocurrido en Dresde el 25 de enero de 1909, la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a se tiran a la piscina de llevarla a su temporada en versi¨®n concierto. Sin duda, su brillante titular David Afkham ha debido de ver posibilidades de hacer de esta apuesta un salto adelante. Ten¨ªa raz¨®n: la OCNE ha protagonizado un concierto memorable.

Necesitaban para ello, por supuesto, un plantel de solistas de gran nivel y los han tenido: la soprano estadounidense Lise Lindstrom canta una Elektra segura y brillante; la soprano alemana, Manuela Uhl, le da una r¨¦plica temible como la hermana Chrysothemis por su capacidad de seducir y en no pocos casos hacer sombra a la protagonista, todo ello desde una voz m¨¢s sombr¨ªa. El tercer pilar es el de la mala de la ¨®pera, la madre Klyt?mnestra; y le ha correspondido a la contralto sueca Anna Larsson, cuyo metal curtido en batallas gloriosas, como el repertorio mahleriano, brilla en un papel que, al menos vocalmente, nos lleva a dudar de qu¨¦ clase de mala es esa que tiene un canto de terciopelo. No ser¨ªa justo dejar de citar a los desva¨ªdos hombres de esta ¨®pera, el bar¨ªtono Andrew Foster-Williams, como un Orest solvente pero que asume su segundo plano sin m¨¢s, o el tenor Robert K¨¹nzli, que cumple como Aegisth. No olvidemos tampoco a secundarios y Coro, que desde la modestia de sus roles est¨¢n sublimes.

Quiz¨¢ lo m¨¢s importante de estas prestaciones vocales, especialmente del tr¨ªo femenino protagonista, sea la generosidad: tener a la temible orquesta straussiana (aunque se trate de la versi¨®n resumida) a un metro de tu espalda sopl¨¢ndote el cogote es un desaf¨ªo del que se saca poco en claro que no sea poner de relieve puntos d¨¦biles de los respectivos registros. Afecta algo a la protagonista que asume un papel que necesitar¨ªa dos sopranos complementarias para darlo todo. Lise Lindstrom sufre un poco en su zona media, pero su teatralidad y musicalidad, su ajustada afinaci¨®n, su dominio de agudos y su inmersi¨®n en el papel la convierten en un regalo para el espectador.

Pero quien gana aqu¨ª es la orquesta liberada del foso teatral, y la ONE se convierte en la triunfadora. Madura, segura y convincente, vuelve a ser esa orquesta que los aficionados de m¨¢s edad a?oraban. Un lujo cultural en el momento m¨¢s dif¨ªcil de nuestro pa¨ªs. No es ajeno a esto el trabajo de David Afkham, un director que lo tiene todo para hacer historia, incluida sobriedad y cercan¨ªa comunicativa.