Jos¨¦ Luis Fajardo, medio siglo en la l¨ªnea del horizonte
El pintor regresa a La Laguna, su tierra, con una exposici¨®n retrospectiva
En todos los cuadros de Jos¨¦ Luis Fajardo, los que expuso por primera vez en 1962 en su isla, Tenerife, y los que expone ahora en La Laguna, donde naci¨®, aparece dibujada una l¨ªnea del horizonte. Lo observ¨® hace a?os su amigo, el cr¨ªtico de arte Miguel Logro?o, y ¨¦l no se hab¨ªa dado cuenta. ¡°Y claro que est¨¢ ah¨ª, y ah¨ª sigue, esa l¨ªnea del horizonte¡±.
Ahora que hace su retrospectiva 50 en las salas del Instituto Cabrera Pinto (donde estudi¨® P¨¦rez Gald¨®s) vuelve a ese horizonte. Insular hasta en la vida, Fajardo regresa a su tierra medio siglo m¨¢s tarde. ¡°En realidad¡±, dice como Samuel Beckett, otro isle?o, ¡°yo nunca dej¨¦ la isla, pobre de m¨ª¡±.
Lo cierto es que vive en Madrid y ha expuesto en muchos lugares de Espa?a y de Am¨¦rica. En sus cuadros de ahora se narran el drama de vivir y la ansiedad de callar; el silencio es uno de sus asuntos, y el dolor es la puerta que tocan sus cuadros. Pero ¨¦l mismo es alegre, de ojos vivos, como si con esa mirada, que est¨¢ tanto en sus cuadros como la l¨ªnea del horizonte, quisiera taladrar los lienzos y conjurar las inclemencias de vivir. Ahora le han dado una buena noticia sobre su salud, pero la vida, como los cuadros, no es siempre una cr¨®nica de buenas noticias.
Fajardo, de 75 a?os, expuso por primera vez en el Instituto de Estudios Hisp¨¢nicos de Canarias (Puerto de la Cruz) en 1962, aunque esta muestra que titula 50 se inicia con una obra de 1965, una cabeza que parece el anticipo de toda su obra. Desde entonces pint¨® aluminios, un material s¨®lido que molde¨® manteniendo los s¨ªmbolos (dolor, violencia, quietud, silencio) que han dominado este medio siglo de su arte. Luego volvi¨® a las pinturas sobre lienzo, y de nuevo fueron el dolor y el silencio los afectos de su manera de entender la vida para contarla. ¡°Yo soy un parlanch¨ªn, pero pinto en silencio, y luego hablo y hablo. Por eso en mis cuadros la boca est¨¢ sustituida por signos que quieren ser palabras y no llegan a serlo¡±, revela el artista.
Como las l¨ªneas literarias en la pintura de Cy Twombly. Y como esa propia l¨ªnea del horizonte. ?La ha roto? ¡°Yo no he roto nunca nada. Uno busca con la pintura, no rompe. Aunque romper es sano¡±. Los t¨ªtulos, que dibujan el rumor de una vida en la que ¨¦l ha conocido el dolor que en persona no dice, parecen la biograf¨ªa de cada uno de sus personajes, quiz¨¢ su retrato de humo, la afirmaci¨®n interior de una vivencia: Para entender la soledad, Para entender el terror, Una peque?a cr¨®nica del horror, Puerta para las p¨¦rdidas¡
Goya est¨¢ presente en las ¨²ltimas d¨¦cadas de su pintura. ¡°Es entretenido estudiar a los maestros. En el caso de Goya, quiz¨¢ su inspiraci¨®n viene de que hechos hist¨®ricos que ¨¦l pint¨® en su ¨¦poca coinciden con sucesos que nos envuelven otra vez en el siglo XXI¡±. Ah¨ª est¨¢n los petimetres, los afrancesados, los que se defienden de la invasi¨®n, los horrorizados, ese perro intensamente triste que rompe la l¨ªnea del horizonte. ¡°Como si se reinaugurara el tiempo de Goya¡±. ?Y esas bocas selladas que sangran o hablan sin decir nada? ¡°El silencio puede significar el momento de pintar, ah¨ª no dices nada. Sangran tambi¨¦n las bocas. Vete a saber por qu¨¦¡±.
Cincuenta a?os de pintura son ¡°la met¨¢fora de que estoy vivo, de que he resistido medio siglo pintando. Joan Mir¨® dec¨ªa que en el arte hab¨ªa que ser un cabo furriel, esperar y tener mucho tiempo. Yo he tenido ese tiempo. Y creo que pintar¨¦ siempre, aunque el mercado de la pintura haya muerto¡±.
Aunque haya muerto el mercado, ¡°siempre habr¨¢ sobre la tierra un hombre pintando, un tipo que ir¨¢ con su cacharrito y su pincel pintando una acera. Al final esperar¨¢ que alguien le d¨¦ unas monedas para seguir subsistiendo. Y pintando¡±.
Pintando esa l¨ªnea del horizonte que ahora es el s¨ªmbolo irrompible de su obra de medio siglo, con la que vuelve a la ciudad vieja en la que naci¨® pintando con los cacharros que le dejaba su abuelo.
Babelia
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