¡°He sangrado a trav¨¦s de mis personajes¡±
El actor interpreta por ¨²ltima vez al profesor Xavier de los X-Men en 'Logan' El brit¨¢nico habla de los refugiados, de su padre y analiza lo mejor y lo peor del cine
Todas las pel¨ªculas acaban. Fin, t¨ªtulos de cr¨¦dito. Aunque con ellas, a veces, termina algo m¨¢s. Sentado junto a Hugh Jackman, Patrick Stewart disfrutaba de su filme Logan en el festival de Berl¨ªn. Durante los minutos finales, su compa?ero le agarr¨® la mano. Stewart le mir¨® y vio que se le ca¨ªa una l¨¢grima. As¨ª el australiano se desped¨ªa de Lobezno, el m¨¢s c¨¦lebre de los X-Men, al que interpret¨® por primera vez hace 17 a?os. Pero, de pronto, Stewart se dio cuenta de que ¨¦l tambi¨¦n estaba llorando. Y esa noche le confes¨® a Jackman que seguir¨ªa su ejemplo y dejar¨ªa el rol del profesor Xavier. ¡°Por primera vez vi claro que no habr¨ªa una manera m¨¢s perfecta de decir adi¨®s¡±, asegura el actor (Mirfield, 1940) en Madrid, para promocionar el estreno hoy de Logan.
As¨ª que la tercera entrega del superh¨¦roe con garras es la ¨²ltima. Y la vencida, a juzgar por las cr¨ªticas: Forbes hasta sugiere que merecer¨ªa ser el primer filme del g¨¦nero que opte al Oscar a la mejor pel¨ªcula. ?Exagerado? Probablemente. Aunque lo cierto es que Logan ofrece un relato sucio, adulto y actual¨ªsimo, donde los h¨¦roes se hunden en la depresi¨®n, la humillaci¨®n y el alcoholismo, casi in¨¦dito para los personajes Marvel en la gran pantalla. Puro realismo mutante.
¡°Los filmes de los X-Men siempre han sido serios. Pero las circunstancias sociales y pol¨ªticas han envuelto a esta pel¨ªcula. Alude a los prejuicios contra lo distinto o a las miles de personas que est¨¢n en peligro, en el lado equivocado de una frontera que tratan de cruzar¡±, defiende Stewart. Y Logan habla tambi¨¦n de Trump. Como destaca el actor, socialista convencido, los buenos del filme malviven en M¨¦xico, pisan EE UU, pero tratan de huir hacia un lugar que parece ser Canad¨¢, porque solo all¨ª estar¨¢n seguros. Y Stewart aprovecha para celebrar la pancarta con la frase ¡°Welcome Refugees¡± que cuelga del Ayuntamiento de Madrid: ¡°Nunca hab¨ªa visto nada parecido en un edificio oficial¡±.
¡°Lo mejor del cine es que te mete en la piel de otros. Ves el mundo a trav¨¦s de ojos ajenos, y eso te da una compresi¨®n m¨¢s profunda de las personas, de por qu¨¦ son como son, incluso una empat¨ªa hacia gente con las que tal vez no la tendr¨ªas¡±, agrega Stewart. ?Y qu¨¦ es, en cambio, lo peor? ¡°Cuando lo que se muestra es deshonesto o falso, hecho deliberadamente para enga?ar. Es raro, pero ocurre¡±.
Sobra decir que, seg¨²n ¨¦l, Logan es todo lo contrario. Como prueba de su libertad creativa, el filme luce una ¡°R¡±. Es decir, el sello que EE UU asigna a los filmes no recomendados a menores de 17. Normalmente, las pel¨ªculas de superh¨¦roes tratan de evitarlo como la peste, porque puede reducir su p¨²blico. Hasta que Deadpool prefiri¨® quedarse su violencia y palabrotas, a costa de la R, y arras¨®. Logan tambi¨¦n muestra r¨ªos de sangre para ser fiel a s¨ª misma. ¡°Ha habido preocupaciones sobre todo por la violencia que lleva a cabo una ni?a de 12 a?os. Lo entiendo. Pero en el filme aprende otra manera de vivir y reaccionar ante el mundo¡±, afirma Stewart. Y destaca la secuencia ¨ªntima de una cena familiar que considera el punto de inflexi¨®n de Logan.
Para Stewart, la familia debe de evocar recuerdos dif¨ªciles. Su padre, el sargento Alfred Stewart, le ense?¨® a luchar por sus ideas y la pasi¨®n por la narrativa. Era, sin embargo, un hombre temido, en casa y en el ej¨¦rcito. Vio el horror de la Segunda Guerra Mundial, y se llev¨® de vuelta el infierno a casa: pegaba a su esposa y se alcoholizaba los fines de semana. Stewart se pas¨® a?os en terapia para lidiar con ese legado. ¡°Sigo pensando en ello, pero lo llevo mejor, gracias a una compresi¨®n m¨¢s profunda de qui¨¦n era. Sufr¨ªa estr¨¦s postraum¨¢tico y nunca se recuper¨®, ni recibi¨® ninguna ayuda. En esa ¨¦poca, el tratamiento consist¨ªa en decirte: ¡®Reconponte y act¨²a como un hombre¡±.
?l ha actuado literalmente como decenas de hombres. Despedirse ahora del tel¨¦pata Xavier le apena, pero Stewart est¨¢ acostumbrado a los adi¨®s. Tras mucho teatro y much¨ªsimo Shakespeare, en 1987 la saga de Star Trek llam¨® al que entonces el LA Times defini¨® como ¡°un desconocido actor brit¨¢nico¡± a interpretar al capit¨¢n Jean-Luc Picard. Cuando, a?os despu¨¦s, dej¨® ese papel, ya formaba parte de ¨¦l y le hab¨ªa hecho famoso. ¡°Nos mezclamos, no se pod¨ªa discernir donde empezaba uno y terminaba el otro¡±, recuerda. ¡°No ocurre siempre, pero en mi carrera he dejado cada vez m¨¢s que mi yo conformara a mis personajes, he sangrado a trav¨¦s de ellos¡±, a?ade Stewart.
El rol m¨¢s duro, en ese sentido, es f¨¢cil de adivinar: Stewart fue Macbeth durante un a?o seguido. ¡°Decir sus frases y cre¨¦rtelas te llega. Sufr¨ª depresi¨®n, no me pod¨ªa dormir, ni levantarme porque beb¨ªa demasiado. Lo que es esquizofr¨¦nico de ser actor es que al acercarse la funci¨®n me empezaba a sentir mejor. Y cuando me disfrazaba y me maquillaban ya estaba estupendamente. A veces la nuestra es una profesi¨®n muy jodida¡±. La de h¨¦roe, tambi¨¦n. Y si no, que le pregunten a Logan.
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