Antes de que la guerra nos hiciera esto

Un thriller sobre los nazis refugiados en el Cono Sur. En Ushuaia, una joven llega a una casa aislada cuyo propietario es un tipo inquietante (comienzo que evoca vagamente el de Psicosis), siguiendo la pista de un antiguo oficial de las SS (como en El expediente Odessa), que anduvo enamorado de una cantante jud¨ªa, episodio inspirado en la pel¨ªcula Corazones de guerra.

M¨¢s informaci¨®n

Jose Coronado se enfrenta en el escenario a las culpas del nazismo

Presente, pasado, realidad y ensue?o se entrecruzan y dialogan en esta pieza de Alberto Conejero, repleta de extensas citas literales (El Apocalipsis, Moby Dick, La Il¨ªada), de citas t¨¢citas y de lugares comunes de la literatura sentimental, polic¨ªaca, de misterio y de intriga. La escritura del joven autor jienense es firme, expresiva y en ocasiones, l¨ªrica, pero sus personajes, al servicio de una trama bien perge?ada, carecen de un arco psicol¨®gico amplio: con verbo vigoroso hablan de lo mucho que llevan andado, sin convencernos del todo.

No consiguen los int¨¦rpretes imprimir mayor variedad y relieve a sus criaturas. Jos¨¦ Coronado da sin esfuerzo aparente el tipo del presunto nazi atemperado por las circunstancias, pero dentro de un ancho de banda corto. La Nina de ?ngela Villar despliega con ¨¦xito durante su encuentro con Mateo y en las escenas subsiguientes su t¨¢ctica basada en el ataque sorpresa, el repliegue r¨¢pido y el contraataque, pero pierde h¨¢lito y recorrido dram¨¢tico en la segunda mitad del espect¨¢culo. La Rosa de Olivia Delc¨¢n tiene una presencia irreal y sugestiva durante sus apariciones fantasmales: de su trabajo, me quedo con su versi¨®n de la bella canci¨®n sefard¨ª Adio querido. Daniel Jumillas es quien consigue una definici¨®n mejor de su personaje de principio a fin.

La producci¨®n es holgada y de buena factura, y la direcci¨®n de Juli¨¢n Fuentes Reta, atenta. Brillante, la escena de las dos llamadas telef¨®nicas picadas. En conjunto, el espect¨¢culo sabe a poco. De haber contado id¨¦ntica historia, pero referida a, por ejemplo, el genocidio armenio, o de hacer lo que George Tabori, genial autor jud¨ªo, en Whiteman y Cararroja (poner en pie de igualdad con el Holocausto el exterminio sistem¨¢tico de los pieles rojas), el mismo espect¨¢culo hubiera tenido otro valor: el de dar relieve a episodios hist¨®ricos infames orillados debido a la legitimaci¨®n que los vencedores hacen de su pasado.