Una misa en la lona

Southpaw, t¨ªtulo original de este d¨¦cimo largometraje de Antoine Fuqua, previo a su vapuleada y discutible Los siete magn¨ªficos (2016), es un t¨¦rmino pugil¨ªstico que alude a la posici¨®n com¨²nmente adoptada por los boxeadores zurdos. Resulta m¨¢s interesante que la propia pel¨ªcula la historia que se esconde tras la elecci¨®n de este t¨ªtulo: su guionista, Kurt Sutter, en su primer trabajo para el cine tras escribir episodios de The Shield y crear Hijos de la anarqu¨ªa, plante¨® el proyecto como pintoresca secuela de 8 millas (2002) de Curtis Hanson. Es decir, se trataba de retomar la cr¨®nica de la vida de Eminem, solo que ahora la estrella del hip-hop, que iba a asumir el papel principal, se habr¨ªa reconvertido en un metaf¨®rico boxeador zurdo. Seg¨²n Sutter, ser un rapero blanco supone tenerlo todo tan en contra como un boxeador zurdo.

Redenci¨®n, el nuevo t¨ªtulo, se ajusta, m¨¢s como un guante de seda que como uno de boxeo, al tipo de pel¨ªcula, mec¨¢nica y escrupulosamente fiel al clich¨¦, que esto ha acabado siendo. El cuadril¨¢tero aqu¨ª ¨Cy en tantas otras pel¨ªculas previas que han nutrido esta mitolog¨ªa- es el templo donde el h¨¦roe americano muerde la lona de su autodestrucci¨®n para renacer, fortalecido, como el ave F¨¦nix. Las primeras im¨¢genes son, pues, las de una liturgia: el p¨²gil vend¨¢ndose ritualmente las manos ante la mirada de los inspectores. Y el resto, un discurso tan codificado como una misa, s¨ªmil reforzado por el hecho de que Jake Gyllenhaal encarne al tipo de boxeador que, tras el combate, queda hecho, directamente, un cristo, para alarma de sus seres queridos.

Que Jake Gyllenhaal y Forest Whitaker se entreguen a sus arquetipos como si fueran lo mejor que les ha pasado en sus carreras habla bien de su profesionalidad, pero no contiene el soberano aburrimiento