Olfato
La Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez exhibe obra sensorial de tres artistas contempor¨¢neos: Eliasson, Neto y White
Dentro de la prehistoria del hombre, hay un momento crucial cuando abandona su condici¨®n rastrera y, como consecuencia, troca el olfato por la visi¨®n como la gu¨ªa principal de su orientaci¨®n sensitiva. Uno de los m¨²ltiples testimonios que conservamos al respecto es el de nuestro lenguaje, pues una proporci¨®n enorme de los vocablos que usamos se relacionan con la visi¨®n. Es cierto que la sinestesia reorganiza por compensaci¨®n la prioridad hegem¨®nica de cualquiera de nuestros cinco sentidos, y, de esta manera, hablamos, por ejemplo, de una visi¨®n h¨¢ptica o t¨¢ctil, pero como sea, el olfato ocupa ahora el escal¨®n inferior de nuestro potencial sensitivo. De todas formas, ese im¨¢n del arte, que atesora nuestras p¨¦rdidas, se las arregla tambi¨¦n para rescatar la memoria del regresivo olfato.
Una prueba de ello es la creaci¨®n artificial de los perfumes, aunque disfracen el olor natural de los seres y las cosas. El escritor alem¨¢n Patrick S¨¹skind public¨®, en 1985, una novela, El perfume, en la que un tal Jean-Baptiste Grenouille, significativamente un personaje de los bajos fondos del Par¨ªs del siglo XVIII, pero dotado de un excepcional olfato, que le convirti¨® en un superdotado perfumista, hall¨® la p¨®cima de un aroma de seducci¨®n irresistible: el que se consegu¨ªa destilando la piel de adolescentes en flor a las que asesinaba. Hay otros muchos escritos de todo tipo sobre la significaci¨®n y la fabricaci¨®n artificial de los olores, pero es raro su recreaci¨®n y uso en las restantes artes.
Esto ¨²ltimo es lo que sorprende y fascina en la exposici¨®n titulada Sentido del olfato, inaugurada en la Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez de Madrid, en la que exhiben su obra tres artistas actuales: el dan¨¦s Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), el brasile?o Ernesto Neto (R¨ªo de Janeiro, 1964) y la estadounidense Pae White (Pasadena, 1963), los tres conjuntados para, mediante diversas formas y soportes, materializar el olor, ese aroma inmaterial que, sin embargo, emana de los cuerpos org¨¢nicos e inorg¨¢nicos. Hasta el presente, lo art¨ªstico hab¨ªa consistido en fabricar los olores y envasarlos, entre lo que habr¨ªa que incluir los jardines, pero la forma pl¨¢stica que el arte contempor¨¢neo propicia es a¨²n m¨¢s artificiosa, porque lo reconstruye tect¨®nicamente. Olafur, por ejemplo, hace un muro dorado de liquen de aroma sutil; Neto, genera sensuales ¨¢reas placentas de olores especiosos; y White dise?a candelabros que excitan la memoria autobiogr¨¢fica de naturaleza olfativa. En los tres, nacidos en la misma d¨¦cada de 1960, la vida misma y su latido natural quedan enfrascados como, materia y memoria, la huella perdida de nuestro rastro. ?Qu¨¦ otra cosa mejor pueden hacer quienes fueron otrora rastreadores que replicar el don de lo que originalmente fueron, no se fuera finalmente a perder?
Coloquialmente, ¡°tener olfato¡± significa la capacidad de desentra?ar el ¨²ltimo suspiro que revela lo oculto, m¨¢s misterioso cuanto m¨¢s evanescente. Videntes, sordos y ciegos, pueden olfatear la identidad arom¨¢tica del uno y de lo otro. Esta es la maravilla del lazarillo del arte. Nos trae el recuerdo de quienes somos a trav¨¦s de quienes hemos sido; atrapa la inmaterial esencia del tiempo y descifra lo constitutivo de nuestra realidad. ?Qu¨¦ prodigio! De ninguna manera puede uno perderse esta cita, cuya potencia arcaica nos avisa de que no nos resta de nosotros mismos sino esa part¨ªcula a¨¦rea que se funde en la atm¨®sfera dejando recado de lo que fuimos alguna vez.
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