Aguilar Cam¨ªn o los sue?os perdidos de un mexicano
El historiador, escritor y periodista recibe la medalla de Bellas Artes
"M¨¦xico ser¨¢ un gran pa¨ªs alg¨²n d¨ªa, pero no por los m¨¦ritos de mi generaci¨®n. Hemos corrompido la democracia, hemos sido inferiores a lo que so?amos. Me consuelo pensando que este pa¨ªs es m¨¢s grande que sus males". Con estas emotivas palabras, agradeci¨® en la noche de este lunes el escritor e historiador H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn (Chetumal, 1946) la entrega de la medalla de Bellas Artes, la m¨¢xima distinci¨®n que concede el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
El autor de Adi¨®s a los padres (Random House, 2014) y director de la revista Nexos estuvo acompa?ado en el sal¨®n Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana por su colega, el periodista Rafael P¨¦rez Gay, y su hermano Luis Miguel Aguilar, as¨ª como por un nutrido grupo de intelectuales, escritores, como su mujer la novelista ?ngeles Mastretta, y numerosos lectores. "Escribir la vida para completarla. La escritura para corregir el mundo", as¨ª empez¨® a trazar su carrera de escritor, iniciada a los 15 a?os, aunque se reconociese como un novelista tard¨ªo. Defendi¨® que su intenci¨®n siempre fue "escribir novelas legibles cuya profundidad corriera como un r¨ªo subterr¨¢neo". Cit¨® a Balzac para subrayar que "las novelas deben ser la historia secreta de las naciones". Morir en el Golfo (1985) y La guerra de Galio (1991) prueban que lo consigui¨®.
El novelista se refirir¨® a que siempre hab¨ªa tenido dos "casas". La suya propia, la de la infancia perdida en Quintana Roo, y M¨¦xico. Con la primera, la historia de su familia, dice haberse reconciliado 50 a?os despu¨¦s con Adi¨®s a los padres y con la segunda, no. Perteneciente a la generaci¨®n que vivi¨® la matanza de Tlatelolco, Aguilar Cam¨ªn hizo un balance, con referencias a Chesterton y a Jos¨¦ Emilio Pacheco, un tanto pesimista sobre el devenir de M¨¦xico. "Estamos lejos de ser un pa¨ªs pr¨®spero, equitativo y democr¨¢tico. La responsabilidad mayor es de los Gobiernos, pero tambi¨¦n de sus oposiciones, de sus pobres medios, de sus instituciones y de sus iglesias. En 1849, Lucas Alam¨¢n lleg¨® a pensar que M¨¦xico pod¨ªa desaparecer. Un siglo m¨¢s tarde, en 1947, Daniel Cos¨ªo Villegas escribi¨® que todos los hombres de la revoluci¨®n hab¨ªan estado por debajo de ella. Hemos sido inferiores a lo que so?amos".
Rafael P¨¦rez Gay, compa?ero de fatigas period¨ªsticas y sue?os durante todos estos a?os pas¨® revista a los a?os convulsos y autoritarios del sexenio de Luis Echeverr¨ªa y c¨®mo surgi¨® entonces, a pesar de todo, un nuevo periodismo: Unom¨¢suno y la revista Proceso. "35 a?os despu¨¦s, no puedo volver a ser el joven que fui. Pero al lado de H¨¦ctor aprend¨ª que no hay inteligencia sin tenacidad y que sin esperanza no crecen los olivos". Su hermano menor, Luis Miguel, divirti¨® a todo al auditorio, recordando los a?os de juventud en la colonia Condesa de la Ciudad de M¨¦xico con an¨¦cdotas como que su hermano se gastaba todo el dinero para ropa en libros. Un relato familiar que se pod¨ªa resumir con que el juez m¨¢s implacable de la obra de Aguilar Cam¨ªn, fue siempre do?a Emma, su madre.
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