La soprano de melocot¨®n
Una cadena de helader¨ªas rinde homenaje a la soprano australiana Nellie Melba
He descubierto en Par¨ªs una franquicia o una marca de helados que se llama Melba. Y me he percatado de que sirven helado de melocot¨®n. Razones ambas suficientes para sostener que Melba es un homenaje a la soprano australiana. La homonimia se a?ade a la evidencia de que Nellie Melba sent¨ªa predilecci¨®n por el helado de melocot¨®n. Y no se lo pod¨ªa permitir en exceso. Dir¨ªamos que Melba era mujer de hueso ancho y de predisposici¨®n a coger peso.
Bien los supo el eminente chef franc¨¦s Auguste Escoffier, cuya devoci¨®n a la b¨¢scula de Nellie explica que se obsesionara en conseguir unas tostadas bajas en calor¨ªas y apetitosas de aspecto. Se conocieron como las tostadas Melba, aunque la receta m¨¢s famosa dedicada a la diva australiana consiste en un postre de melocot¨®n ¨C¡°Melocot¨®n Melba¡±- que forma parte de los grandes hitos de la reposter¨ªa brit¨¢nica y que Escoffier cre¨® para la dama en el Hotel Savoy de Londres.
Fue la capital inglesa un eje de la carrera de Melba, igual que Par¨ªs, donde estudi¨® canto en contra de las obligaciones conyugales, y Nueva York, donde fue muchas veces pareja musical de Enrico Caruso. Empezando por una memorable Boh¨¨me?en el viejo Met.
Le cost¨® mucho esfuerzo dejar los teatros a la soprano. Tantos conciertos y giras de adi¨®s protagoniz¨® la prima donna que lleg¨® a hacerse famoso el dicho de ¡°te despides m¨¢s veces que Nellie Melba¡±, aunque ninguna retirada result¨® tan conmovedora y multitudinaria como la ¨²ltima. Un entierro masivo. Un duelo que le garantiz¨® la posteridad entre los ilustres de la patria. De otro modo, no circular¨ªa en las manos de sus compatriotas un billete de 100 d¨®lares australianos que representa su propia efigie y que ?idealiza sus rasgos a semejanza de una estatua helen¨ªstica.
Resulta particularmente dif¨ªcil identificar el aspecto de la soprano. Porque variaba de peso como un boxeador en pretemporada y porque en cierto modo fue la Melba una precursora de la obsesi¨®n por la l¨ªnea y la belleza. Hasta el extremo de que su muerte, rodeada de enigmas y especulaciones, se produjo como dram¨¢tico desenlace de una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica.
Sucedi¨® en 1931 y produjo una extraordinaria consternaci¨®n en las sociedades occidentales de entonces. Puede que Melba fuera la mayor gloria oper¨ªstica femenina de su tiempo, al menos desde el punto de vista de su cotizaci¨®n ¨Ccobraba por actuaci¨®n el equivalente a 200.000 euros de nuestro tiempo- y de su repercusi¨®n discogr¨¢fica.
El ejemplo aqu¨ª apuntado se atiene a una grabaci¨®n de La Traviata?concebida en 1907, aunque es cierto que es un testimonio demasiado escueto para localizar las cualidades que hicieron de la Melba un fen¨®meno musical y sociol¨®gico. Musical porque abarc¨® con flexibilidad un vast¨ªsimo repertorio, incluidas las vicisitudes wagnerianas. Y sociol¨®gico porque la Melba, igual que ocurri¨® anta?o con Mar¨ªa Malibr¨¢n, se convirti¨® en un personaje ¡°people¡± al abrigo de sus extravagancias, valent¨ªas, amantes, implicaciones feministas y esfuerzos diet¨¦ticos.
No me gusta el helado de melocot¨®n. Y recelo de las personas que gustan de los helados de frutas, habiendo a disposici¨®n el chocolate, o el turr¨®n, o la avellana, pero todas estas precauciones no me han impedido acercarme al mostrador de la helader¨ªa Melba y pedir una copa de glace ¨¤ la p¨ºche.
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