El irrompible de Roma
El director italiano propone un inesperado 'thriller' de acci¨®n sobre la necesidad de seguir luchando en nuestro perro mundo
LE LLAMABAN JEEG ROBOT
Direcci¨®n: Gabriele Mainetti.
Int¨¦rpretes: Claudio Santamaria, Luca Marinelli, Ilenia Pastorelli, Stefano Ambrogi.
G¨¦nero: thriller. Italia, 2015.
Duraci¨®n: 116 minutos.
La traslaci¨®n del universo de fantas¨ªa de los superh¨¦roes hasta un entorno cotidiano tiene en la obra maestra de M. Night Shyamalan El protegido su inevitable referente. Aun as¨ª, que un novel director italiano, partiendo de bases semejantes, haya logrado construir una pel¨ªcula tan aut¨¦ntica como Le llamaban Jeeg Robot es un triunfo. Gabriele Mainetti, con el origen de un manga japon¨¦s editado en los a?os 70, con posterior adaptaci¨®n a serie televisiva, muy en la ¨®rbita de la m¨¢s conocida por aqu¨ª Mazinger Z, ha compuesto una pel¨ªcula que es al mismo tiempo social y popular, un inesperado thriller de acci¨®n sobre la necesidad de seguir luchando en nuestro perro mundo de la calle cada minuto de la vida.
Sin necesidad de renunciar al clich¨¦ narrativo ni al visual, superh¨¦roe creado a partir de una sustancia radioactiva, aunque sea en un hangar de Roma, junto al r¨ªo T¨ªber, enmascarado que observa la solitaria noche de la ciudad desde las alturas, regode¨¢ndose incluso en el lugar com¨²n, Mainetti ha compuesto un relato complicad¨ªsimo de articular, en el que se mezclan la obsesi¨®n por la fama y los juegos de rol; la mafia de la droga y la canci¨®n popular italiana; el karaoke y la pederastia en el entorno familiar; el f¨²tbol, la pornograf¨ªa y la lucha social. Nada f¨¢cil.
Quiz¨¢ algunas de las situaciones, tanto a las cotidianas como a las secuencias de acci¨®n, hubiesen necesitado unas dosis de condensaci¨®n, por delante y por detr¨¢s, para hacer la pel¨ªcula algo m¨¢s seca y con una fluidez mayor. Pero es un problema menor dentro de un conjunto irreprochable que, en apenas un segundo, saber girar de lo imaginativo a lo cotidiano, y de lo tierno y lo dram¨¢tico, sin perder la compostura, la gracia y el respeto.
Babelia
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