Romance del ni?o perdido
Mediante un cuento de hadas, los hermanos Quique y Yeray Bazo pretenden que nos pongamos en el lugar de un pr¨®jimo al que hemos ayudado a empujar al agua
LA REBELI?N DE LOS HIJOS QUE NUNCA TUVIMOS
Autores: Quique y Yeray Bazo. Int¨¦rpretes: Rebeca Hernando, Marina Herranz, Rafa N¨²?ez, Ricardo Reguera, Carmen Soler, Juan Vinuesa. Luz: C¨¦sar Linares. Espacio sonoro: Daniel Ram¨ªrez. Escenograf¨ªa: Karmen Abarca. Direcci¨®n: Eva Redondo. Madrid. Teatro Mar¨ªa Guerrero, hasta el 11 de junio.
Una f¨¢bula arcana, enmarcada por dos im¨¢genes elocuentes. La que sirve de p¨®rtico a La rebeli¨®n de los hijos que nunca tuvimos, invita a pensar en seis pescadores pescados, narradores discrepantes de una historia colectiva que, en sus pasajes m¨¢s inspirados, evoca la atm¨®sfera desasosegadora de la?Oda del viejo marinero, de Samuel Taylor Coleridge.
Como en ciertas acuarelas marinas de Turner, lo que aqu¨ª se cuenta se entrev¨¦ apenas. ?De d¨®nde proviene el ej¨¦rcito de ni?os? El brujo y el emperador, ?son personajes o s¨ªmbolos? ?Qu¨¦ fue de la tripulaci¨®n del barco a la deriva? Vig¨ªa encaramado en el m¨¢stil, el espectador escruta en la niebla de cuanto acontece durante este relato dram¨¢tico de los hermanos Quique y Yeray Bazo, en busca de un norte improbable, dej¨¢ndose mecer entretanto por algunas im¨¢genes po¨¦ticas del texto y de su puesta en escena.
Eva Redondo, la directora, convierte, por ejemplo, la frase: ¡°En el fondo del mar veo la tripulaci¨®n del Aurora Roja, inm¨®vil, mirando hacia arriba¡±, en un cuadro viviente interpretado por cinco actores, clavados al suelo, mecidos por mano invisible cual carrizal por la marea, sus ojos puestos en el firmamento.
Durante la funci¨®n, una mujer dice que bajo su almohada hay un ej¨¦rcito de ni?os, un vidrio roto inicia un mon¨®logo digno de Boris Vian o de Bruno Schulz, el zapato izquierdo de una maestra le quita la palabra¡ Lo que pudiera ser gran recurso dram¨¢tico para una obra futura sobre Auschwitz (dar la palabra a zapatos, anteojos y muelas de oro de presos gaseados), aqu¨ª nos deja a la espera de la pista que esclarezca el sentido de un cuento de hadas en cuyas idas y venidas buena parte del p¨²blico nos sentimos ¡°farola sin luz, casa sin puertas, oveja sin lana¡±, como dice la ¨²ltima de las canciones que se interpretan.
La rebeli¨®n de los hijos que nunca tuvimos es una adivinanza, construida sobre una met¨¢fora no lograda: de estar claro lo que simbolizan esas huestes de ni?os errantes, los autores no tendr¨ªan que recordarnos en el programa de mano la semi olvidada noticia de a?o y medio atr¨¢s en la que se inspiran. Citar al fil¨®sofo Emmanuel L¨¦vinas casi literalmente como lo citan ellos (a cuento de la responsabilidad del uno para con el pr¨®jimo) resulta mucho menos eficaz que colocar al espectador frente al pr¨®jimo mismo, como hacen Carles Fern¨¢ndez Giua y Eugenio Szwarcer al ponernos cara a cara ante la joven afgana Nadia Ghulam, en Nadia, poema dram¨¢tico que hiende el alma.
La funci¨®n bascula entre el car¨¢cter fabuloso del relato y el que le imprime la direcci¨®n, a veces en sinton¨ªa perfecta con el texto, aunque en ocasiones diverjan, quiz¨¢ porque la pl¨¢stica na?f de Karmen Abarca evoca tanto el universo on¨ªrico de los Hermanos Grimm como el costumbrista de Le baruffe chiozzotte. Espl¨¦ndido, el entregado trabajo coral del elenco al completo. La letra y la m¨²sica de Tormenta sin agua¡ casan con el car¨¢cter arcano pero atemporal de la f¨¢bula, no as¨ª las de El Hombre de arena.
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