El incendio musical de una cara de conejo
El documental es un torrente de informaci¨®n sociol¨®gica e individual, y un volc¨¢n de energ¨ªa sonora
"Se?ora, si no le gusta mi careto, cambie de canal", cantaba Jorge Mart¨ªnez ante millones de espectadores de TVE en el a?o 1983. En primer plano, con perfecta vocalizaci¨®n, rostro demente, adem¨¢n agresivo y discurso incendiario, el l¨ªder del grupo Ilegales ha pasado por ser durante cuatro d¨¦cadas, adem¨¢s del "tipo que ha dado las mejores hostias del rock espa?ol", la personalidad que romp¨ªa todos los esquemas de la m¨²sica y de la actitud de su tiempo. Un car¨¢cter arrollador, en lo musical, en lo verbal, en lo moral y en lo social, capaz de hablar como Lope de Vega y salir a la calle con la compa?¨ªa perpetua de un stick de jockey. Un personaje de pel¨ªcula, y sin embargo una persona, valga la paradoja, y tambi¨¦n el misterio, que con ¨¦l nunca se sabe cu¨¢nto hay de aut¨¦ntico o impostado, de natural o enmascarado, a los que revela el estupendo documental de los debutantes Chema Veiga y Juan Moya Mi vida entre las hormigas.
MI VIDA ENTRE LAS HORMIGAS
Direcci¨®n: Chema Veiga, Juan Moya.
G¨¦nero: documental. Espa?a, 2017.
Duraci¨®n: 96 minutos.
Sin necesidad de acudir a la voz en off explicativa, con las palabras siempre explosivas de Jorge como hilo conductor, el apoyo de m¨²ltiples entrevistas y encuentros de calado musical y reflexivo (con sus compa?eros de Ilegales, periodistas especializados, productores, t¨¦cnicos y colegas de otros grupos m¨¢s o menos amigos y/o enemigos), junto a material de archivo con muchas de las actuaciones del grupo asturiano, el documental es un torrente de informaci¨®n sociol¨®gica e individual, y un volc¨¢n de energ¨ªa sonora. Una pel¨ªcula que adem¨¢s nunca pierde el hilo de la relaci¨®n entre lo acontecido en lo personal, y lo creado y cantado en lo musical.
Con su "sintaxis del Siglo de Oro", en palabras de Igor Paskual, soberbio analista del grupo y de su l¨ªder, Mart¨ªnez se las dio de nazi "por fastidiar", envolvi¨® de violencia su proyecto, toc¨® la guitarra como un punk de sonido limpio y convirti¨® en himnos de juventud y madurez versos tan en¨¦rgicos y tan trascendentes como aquel "hay un tipo dentro del espejo, que me mira con cara de conejo". Y Veiga y Moya lo rememoran sin evitar ninguna de las partes oscuras del personaje ni de la evoluci¨®n del grupo, en una estructura de base cronol¨®gica que, sin embargo, sabe salirse por la tangente con un espectacular giro dram¨¢tico, con el que se logra entrar en el interior de Mart¨ªnez, descubriendo gestos y entra?as que quiz¨¢ expliquen, al menos en parte, la compleja personalidad de un nombre fundamental en la historia de la m¨²sica espa?ola.
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