Gabriela Massuh: ¡°No hay vanguardia art¨ªstica sin vanguardia pol¨ªtica¡±
La escritora argentina dio el salto a la novela desde el ensayo. En ambos g¨¦neros sigue denunciando la connivencia entre los gobernantes y los poderes econ¨®micos de su pa¨ªs
Gabriela Massuh (Tucum¨¢n, 1951) se estren¨® como novelista con 57 a?os. Cuando en 2008 public¨® La intemperie (Interzona) era conocida por ensayos como Ex Argentina o Benjamin en Am¨¦rica Latina. A aquel estreno narrativo le han seguido La omisi¨®n y Desmonte, ambas publicadas por Adriana Hidalgo. Si la primera es una especie de ¡°policial existencial¡±, la otra narra la angustia de una mujer que acepta el encargo de analizar la literatura argentina cuando lo que querr¨ªa es denunciar los tejemanejes de las multinacionales con las tierras del interior del pa¨ªs. Massuh estuvo en Espa?a presentando su obra narrativa, pero lo hizo con su libro m¨¢s reciente bajo el brazo: El robo de Buenos Aires (Sudamericana), una cr¨®nica cuyo t¨ªtulo lo dice todo: La trama de corrupci¨®n, ineficiencia y negocios que le arrebat¨® la ciudad a sus habitantes.
PREGUNTA. ?Alguien que escribe ensayos es m¨¢s autocr¨ªtica al crear novelas?
RESPUESTA. Me lo pregunto todos los d¨ªas porque jam¨¢s pens¨¦ escribir ficci¨®n. Me siento m¨¢s c¨®moda escribiendo ensayo porque es m¨¢s f¨¢cil ¡ª?buscar fuentes, citarlas y poner opiniones¡ª, aunque m¨¢s agotador.
P. En Desmonte hay toda una teor¨ªa cr¨ªtica. Contra la autoficci¨®n, por ejemplo. ?Cree que esa literatura gira sobre el ombligo del que la escribe?
R. Con matices. Ahora hay un panorama levemente distinto en la Argentina. Est¨¢n empezando fuerte mujeres cuyo buceo en el lenguaje es m¨¢s genuino, no juego ombliguista. Tiene que ver, creo, con cierta preocupaci¨®n identitaria y con el cuestionamiento de la ficci¨®n. Por ejemplo, Mar¨ªa Sonia Cristoff, que viene de la cr¨®nica y est¨¢ siempre en el l¨ªmite de la no-novela. No s¨¦ por qu¨¦ a las mujeres las creo m¨¢s. Los hombres est¨¢n como en una pose para otros hombres.
P. En esa novela se habla del pol¨¦mico art¨ªculo que C¨¦sar Aira escribi¨® sobre narrativa argentina en los a?os ochenta para la revista Vigencia. Usted dirig¨ªa la revista y le encarg¨® ese panorama.
R. Sal¨ªan personajes olvidados ahora como Pacho O¡¯Donnell, que escrib¨ªa novelas abominables. Fernando Sorrentino tambi¨¦n sal¨ªa.
P. Y Ricardo Piglia.
R. C¨¦sar no hab¨ªa publicado Ema, la cautiva, su primer libro, pero estaba a punto y parec¨ªa como que ven¨ªa a instalarse con una agresividad que despu¨¦s nunca tuvo. Yo creo que era la forma de romper estructuras de los t¨ªmidos, porque C¨¦sar es un gran t¨ªmido.
P. ?Por qu¨¦ pens¨® en ¨¦l para algo as¨ª?
R. Lo conoc¨ªa de la facultad. Mientras todo el mundo ten¨ªa enormes cuadernos, C¨¦sar ten¨ªa unos blocs m¨ªnimos en los que tomaba notas con una letra ¨ªnfima que solo pod¨ªa leer ¨¦l. As¨ª hizo la carrera, pasando inadvertido hasta que se convirti¨® en este personaje extra?o que es ahora. Aparece muy poco en p¨²blico y tiene una postura editorial muy poco pretenciosa, muy rara en el mundillo. La gente joven lo idolatra. La no tan joven, tambi¨¦n. Hizo mucho da?o C¨¦sar, pero ¨¦l lo sabe.
P. Tiene muchos imitadores.
R. Demasiados. Y no son como ¨¦l.
Vivimos recluidos no ya en nuestra clase social, sino en Facebook. Nuestra identidad es eso que lamentablemente llamamos redes sociales
P. En la novela dice que la literatura social ya no est¨¢ de moda. Tambi¨¦n incluye una defensa de la vanguardia, que tradicionalmente se asocia m¨¢s con el arte por el arte. ?Se puede dar esa convivencia?
R. No puede haber vanguardia art¨ªstica sin vanguardia pol¨ªtica. El formalismo ruso o la Bauhaus fueron posibles porque hab¨ªa una utop¨ªa al lado: se cre¨ªa que por ah¨ª hab¨ªa un camino de cambio pol¨ªtico, no solo art¨ªstico. Luego desemboc¨® en el estalinismo, pero en ese momento se pensaba que la vida se pod¨ªa transformar, y eso daba permiso para quebrar ciertas estructuras.
P. ?Ya no pasa?
R. Pienso en la experiencia de Chiapas y en los movimientos antiglobalizaci¨®n. Fue la ¨²ltima vez. La vanguardia tambi¨¦n ten¨ªa que ver con el trasvase de clases sociales. Ahora todos vivimos recluidos no ya en nuestra clase social, sino en Facebook. Nuestra identidad es Twitter y Facebook, que se llaman lamentablemente redes sociales.
P. ?No hay vanguardia reaccionaria?
R. S¨ª, cuando es puramente est¨¦tica y no se asienta en una utop¨ªa pol¨ªtica. Las vanguardias que ahora se asumen como tales son muy reaccionarias por su falta de apertura pol¨ªtica, viven encerradas.
P. ?La econom¨ªa se entiende mejor con la pol¨ªtica que el arte? Usted denuncia la connivencia entre empresarios y pol¨ªticos.
R. Es cada vez mayor. Hay una palabra que explica esto muy bien: posneoliberalismo, que es cuando el Estado ya no es el regulador de las empresas, sino que se pone directamente a su servicio. Despu¨¦s de los a?os noventa se acrecent¨® much¨ªsimo, pero el rasgo argentino es la escala, la desmesura.
P. ?Ha pasado siempre?
R. Se intensific¨® en los ¨²ltimos a?os pero es una tradici¨®n. La primera conquista del desierto es de Rosas, en el siglo XIX. Se trataba de limpiar el desierto de indios para darles tierras a los ganaderos de Buenos Aires. Puro capitalismo latifundista. La espina dorsal del pa¨ªs es la lucha contra el desierto, limpiarlo de pobres. Ahora se intensific¨® porque ya no hay agricultura sino agroindustria, que es mucho peor.
P. ¡°No hay derecho a escribir sin sentir piedad¡±, dice uno de sus personajes. ?Se permite ser piadosa en la ficci¨®n porque no puede serlo en los ensayos? ?Se puede hacer ensayo optimista?
R. Los ensayos optimistas, conciliadores, son m¨¢s bien de derechas, quieren imponer una realidad¡ Lo mejor que podemos hacer es volver a la tradici¨®n cr¨ªtica. Muchas veces pienso cu¨¢nto nos faltan Adorno o Benjamin. A m¨ª la cr¨ªtica me vuelve optimista porque siento que hay una realidad que se entiende. Y entender es una forma de dicha.
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