Mi orgullo, por los suelos
La pr¨®xima vez, o me fugo, o me adapto al medio saliendo de una vez del armario
1. Dientes
Cuenta la peque?a historia de la Historia que mientras el general Hideki Tojo (1884-1948), uno de los mayores criminales de guerra del siglo XX, estuvo detenido en espera de su ejecuci¨®n, Jack Mallory, el dentista militar encargarlo de aliviarle un dolor de muelas, aprovech¨® para grabarle clandestinamente en uno de sus dientes postizos y en c¨®digo Morse la infamante sentencia Remember Pearl Harbour. Tojo ¡ªque para muchos japoneses sigue siendo un h¨¦roe nacional y es venerado como tal en el tranquilo, muy visitado y muy pol¨¦mico santuario de Yasukuni-Jinja, en pleno centro de Tokio¡ª fue la quintaesencia del militar villano japon¨¦s (el dibujante Boixcar los reflej¨®, con su punto de racismo, en los tebeos de Haza?as B¨¦licas, all¨¢ por los cincuenta y sesenta). Tojo no fue precisamente un dechado de ternura: entre sus proezas se cuenta la devastadora invasi¨®n de Manchuria y la fascistizaci¨®n (estilo japon¨¦s) del pa¨ªs durante los a?os en que fue primer ministro, en los que dio rienda suelta al militarismo, a la eliminaci¨®n de toda disidencia, al empleo de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas, al asesinato sumario, a la tortura, a la conversi¨®n de las supervivientes enemigas en putas para el disfrute sexual de su ej¨¦rcito. Me he acordado de la an¨¦cdota odontol¨®gica porque quiz¨¢s, un poco fr¨ªvolamente, me decida a pedirle a mi dentista que me grabe en mis implantes, pero en la parte m¨¢s visible, ¡°Recuerda el Orgullo¡±, para que nunca olvide el error cometido no larg¨¢ndome de mi casa durante estos largos, exhaustivos, monotem¨¢ticos, interminables 10 d¨ªas de fiesta LGTBIQ (y, pronto, del resto del alfabeto), atestados de multitudes (hasta a Walt Whitman le habr¨ªan agobiado), banderines multicolores y ¡°oportunidades de negocio¡±. Y es que vivo en el centro de Madrid y, aunque hasta hace poco cre¨ªa que la peor tortura que podr¨ªa depararme la vida cultural era permanecer atado a un poste mientras sonaba continuamente Leningrado, una de las ¨²ltimas canciones de ese orgulloso heterosexual que es Joaqu¨ªn Sabina (que no se enfade: algunos de mis mejores amigos tambi¨¦n lo son), hoy creo que preferir¨ªa sufrir aquella ordal¨ªa sonora a pasar otro Orgullo en Madrid. Y es que aqu¨ª y ahora, todo, absolutamente todo es LGTBIQ, incluido el aire que respiro: los programas de la tele, incluyendo historia, espacios did¨¢cticos y rescates cinematogr¨¢ficos tipo Philadelphia, de Jonathan Demme (l¨¢stima que a ninguna cadena le diera por rescatar esa joya arqueol¨®gica que fue Diferente ¡ª1962¡ª, de Alfredo Alaria); los museos (el Thyssen de Guillermo Solana ¡ªbueno, y tambi¨¦n de Tita¡ª, que ha emplumado ¡ªde ¡°pluma¡±¡ª a Ti¨¦polo y a otros maestros de su colecci¨®n; el Prado con su itinerario impostado para atraer la ¡°mirada del otro¡±; el Museo de Artes Decorativas con el Queer Cabinet de David Trullo); la cartelera teatral; los conciertos, las revistas y diarios, los suplementos literarios (a mi amigo Luisg¨¦ le falt¨® citar el ensayo Corydon, de Gide, que tanto nos gust¨®). Hasta la estupenda exposici¨®n Una habitaci¨®n propia, dedicada a la estancia de Lorca (y sus amigos y alg¨²n novio) en la Residencia de Estudiantes (1916-1936), donde hubo en tiempos mucho ¡°tomate¡±, llega en el momento LGTBIQ oportuno. De modo que no hay escapatoria. La pr¨®xima vez, o me fugo, o me adapto al medio saliendo de una vez del armario, pero no pienso quedarme otra vez aqu¨ª, viendo c¨®mo todo pasa ante mis ojos y mi orgullo queda por los suelos.
2. Gr¨¢ficos
De nuevo, excelente cosecha de literatura gr¨¢fica. En primer lugar, dos reediciones notables. N¨®rdica recupera, casi un cuarto de siglo despu¨¦s de que le fuera encargado por la Diputaci¨®n de Sevilla como cat¨¢logo de una exposici¨®n dedicada al mito griego, las estupendas ?rficas, de nuestro amigo Max, con maravillosos dibujos y textos propios y ajenos (incluido el libreto de L¡¯Orfeo, de Monteverdi). M¨¢s acorde con el ambiente del World Pride est¨¢ la reedici¨®n (en La C¨²pula) de Anarcoma, la emblem¨¢tica transexual justiciera y reivindicativa de Las Ramblas, inventada a finales de los setenta (con m¨²ltiples influencias, desde Genet hasta Tom de Finlandia) por el gran Nazario, que consigui¨® reflejar en las aventuras de su personaje (y de sus amigos y oponentes, dotados de enormes pollas y dem¨¢s atributos sexuales) todo el mundo reprimido y (entonces) marginal de lo que ser¨ªa LGTB. Por ¨²ltimo, Jorge Herralde, demostrando que los viejos rockeros de la edici¨®n nunca mueren (solo se adaptan), inicia en Anagrama una colecci¨®n gr¨¢fica (Contrase?as Ilustradas), saliendo del armario (literario) con un n¨²mero uno imprescindible: Casi todo Baxter, del cartonista brit¨¢nico Glen Baxter, quien, adem¨¢s de un genio, es uno de los m¨¢s conspicuos cultivadores del nonsense (en la estela de Edward Lear) y del surrealismo gr¨¢fico de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
3. Contraculturas
?Fue usted revolucionario/a entre 1968 y 1978 y conserva a¨²n el coraz¨®n en la izquierda? S¨¦ que es dif¨ªcil, pero no del todo imposible. ?Quiere usted averiguar qu¨¦ se hizo de aquel entusiasmo que cre¨ªa que iba a lograr asaltar los cielos? ?Vot¨® en alg¨²n momento por siglas de partidos malditos y poco proclives al ¡°pacto con la burgues¨ªa¡±? Si es as¨ª ¡ªo si, aunque sea mucho m¨¢s joven, est¨¢ interesado por lo que pas¨® y por c¨®mo hemos llegado a donde estamos¡ª, no se pierdan Culpables por la literatura (Akal), de Germ¨¢n Labrador M¨¦ndez, el mejor ensayo hist¨®rico-pol¨ªtico que he le¨ªdo en muchos a?os sobre la contracultura pol¨ªtica y cultural de entonces, antes de que la Constituci¨®n de 1978 y la movida madrile?a (y sus secuelas) llegaran poniendo orden y, hala, chicos, a tranquilizarse que se acab¨® la grande f¨ºte y ma?ana madrugamos.
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