Berruguete, portador del aire de Italia
El Museo Nacional de Escultura ilustra en una muestra el impacto que causo el m¨¢rmol griego ¡®Laocoonte y sus hijos¡¯ en el escultor, introductor del Renacimiento en Espa?a
¡°Berruguete comprendi¨® muy pronto que ser antiguo era la mejor manera de ser moderno¡±. Esta reflexi¨®n sobre el artista que introdujo el Renacimiento en Espa?a es de Mar¨ªa Bola?os, directora del Museo Nacional de Escultura de Valladolid; pero a conclusiones similares llegaron antes otros muchos para reconocer la importancia de un creador que se empap¨® del gusto por la antig¨¹edad cl¨¢sica a comienzos del siglo XVI en Roma y Florencia y lo traslad¨® a toda su obra. Con Hijo de Laocoonte. Alonso Berruguete y la antig¨¹edad pagana, la exposici¨®n que se abre este mi¨¦rcoles en Valladolid y podr¨¢ visitarse hasta el 5 de noviembre, el Museo Nacional de Escultura profundiza en la influencia que el hallazgo en 1506 en Roma del grupo escult¨®rico griego Laocoonte y sus hijos, un m¨¢rmol del siglo II antes de Cristo, tuvo en el joven Berruguete (Paredes de Nava, 1490- Toledo, 1561), quien hab¨ªa llegado a la ciudad un a?o despu¨¦s y qued¨® marcado por el dominio anat¨®mico, la gestualidad, el movimiento y la violencia de la obra.
¡°Como Prometeo en la f¨¢bula, que fue el que ¡®traxo¡¯ del cielo a la tierra el fuego, as¨ª en la historia del Renacimiento de las artes en Espa?a brilla Berruguete como el primero y m¨¢s sabio artista que ¡®traxo¡¯ la luz de Italia a nuestro terreno¡±, escribi¨® Isidoro Bosarte en 1804 en su obra Viage art¨ªstico a varios pueblos de Espa?a. Mientras que Antonio Palomino le agradece en El parnaso espa?ol pintoresco laureado (1724) que desterrara ¡°las tinieblas de aquella b¨¢rbara inculta manera antigua¡± y encendiera ¡°la luz verdadera del arte¡±. La proeza de Alonso Berruguete, que march¨® con 17 a?os y con apenas 20 el mism¨ªsimo Rafael lo invit¨® a un concurso junto a otros tres artistas para hacer una copia del Laocoonte ¡ªaunque gan¨® Sansovino¡ª, puede adivinarse a trav¨¦s de las 67 obras que integran la muestra que debe su t¨ªtulo a una ocurrencia del pintor y escritor Jos¨¦ Moreno Villa.
¡°Parece que se pas¨® la vida recreando el grito ahogado de Laocoonte [el sacerdote troyano castigado por los dioses a morir estrangulado por serpientes junto a sus dos hijos] como puede verse en Sacrificio de Isaac¡±, explicaba este martes Manuel Arias, comisario de la exposici¨®n, junto a la talla que forma parte del retablo de San Benito el Real y de la copia del grupo griego que conserva el museo. El rostro doliente del troyano tiene su eco tambi¨¦n en muchas de las 15 obras de Berruguete seleccionadas para la muestra como el san Jos¨¦ de Natividad,?parte del retablo de la Epifan¨ªa de la Iglesia de Santiago Ap¨®stol, en Valladolid. ¡°El impacto que le caus¨® el Laocoonte fue tal que toda?su producci¨®n est¨¢ llena de gui?os a esa pieza pero no de forma mim¨¦tica, sino llev¨¢ndolo a un terreno propio; lo que da prueba de su genialidad¡±, afirma Arias, tambi¨¦n subdirector del Museo Nacional de Escultura, instituci¨®n que cuenta con la mayor representaci¨®n de obras de Alonso Berruguete (Paredes de Nava, Palencia, 1490-Toledo, 1561). ¡°Cuando regres¨® a Espa?a, en 1518 tras pasar 12 a?os en Italia donde consigui¨® relacionarse con los m¨¢s grandes, se instal¨® en Valladolid, atra¨ªdo por la fama de la ciudad en la que el reci¨¦n coronado Carlos I reuni¨® las Cortes, y traslad¨® lo que hab¨ªa aprendido a la demanda que exist¨ªa en ese momento: escultura de madera policromada de tema religioso. ?l aprendi¨® pintura de su padre, disciplina que nunca abandon¨®, pero se adapt¨® y acab¨® siendo un gran escultor; porque ambas est¨¢n basadas en el dibujo, una t¨¦cnica que dominaba¡±, explica Arias, quien ha desmontado las secciones de los dos grandes retablos que conserva el museo, el de San Benito el Real y el del monasterio de la Mejorada de Olmedo, para crear un discurso expositivo en el que pinturas, esculturas y dibujos de Berruguete se miran en obras de la antig¨¹edad como varias terracotas griegas, el sarc¨®fago romano de la Orestiada, de Husillos; un delicado alabastro pintado de 1530 de Diego de Siloe o el tratado de arquitectura de Palladio.
Adem¨¢s de las obras de Berruguete que pertenecen al museo vallisoletano, la muestra cuenta con pr¨¦stamos de la Galer¨ªa de los Uffizi de Florencia, el Museo del Prado, el Arqueol¨®gico Nacional, la Biblioteca Nacional, el Palacio Real de Madrid y de colecciones privadas como la de Gregorio Mara?¨®n, de la que proviene un delicado alabastro Llanto sobre Cristo muerto (circa 1520). Aunque la pieza clave de la exposici¨®n es una inmensa venera de 5,20 metros de di¨¢metro que llevaba m¨¢s de un siglo guardada en los almacenes del museo y que coronaba el retablo de San Benito. ¡°Es maravilloso que los gajos de la venera, guardados como si fueran canoas desde finales del siglo XIX tras la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, se hayan conservado y hayamos podido montarlos. Ahora podemos ver de cerca los motivos ornamentales que Berruguete cre¨® inspirado en la Domus Aurea de Ner¨®n, porque la venera fue concebida para coronar un retablo de 11 metros de altura. Sobre ella estaban las figuras de la Virgen, el Cristo crucificado y san Juan, que est¨¢n normalmente expuestas y ahora hemos restituido a su emplazamiento original¡±, comenta el comisario.
Tambi¨¦n pueden verse por primera vez una peque?a pintura sobre tabla de Berruguete, Llanto sobre Cristo muerto (1540), que el museo adquiri¨® hace dos a?os; el Retablo de santa Ana (1540), firmado por el artista y su taller, o el delicado alabastro Cristo atado a una columna (1530), de Diego de Siloe.
La muestra exhibe un borrador de una carta que Berruguete envi¨® a Mar¨ªa de Mendoza, una noble que lo proteg¨ªa, con amargas quejas sobre la tasaci¨®n que los monjes hab¨ªan hecho de su retablo de San Benito. La sorpresa llega cuando, al acercarse, la carta desvela el dibujo de la Virgen y el sacerdote de la pintura que cuelga justo detr¨¢s. El documento, que se muestra por primera vez, es un reciente descubrimiento del comisario en el Archivo de la Real Chanciller¨ªa de Valladolid.
Babelia
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