Cuando Tennessee Williams bes¨® a los Quintero

Un sainete, tan gracioso como los mejores de Arniches o de los ?lvarez Quintero. Cre¨ªamos que el g¨¦nero hab¨ªa sido borrado del mapa cuando aparece Mar¨ªa Marull (?ale hop!) con esta historia milagrera, desencantada y cruel, pero jocosa, ambientada en Extremadura por sus adaptadores, que no figuran en el programa de mano: deber¨ªan, por su acierto al aclimatar una f¨¢bula de la Argentina profunda en el suroeste de la Espa?a rural.

La Pilarcita narra con desenfadado aliento dram¨¢tico el encuentro entre Selva, mujer madura llegada desde la capital en busca de un milagro, y Luc¨ªa, mocita atada a su abuela y a un pueblo moribundo, que en verano resucita para celebrar la romer¨ªa de una ni?a santa, tan quim¨¦rica como las apariciones virginales de Medjugorje y El Escorial. Ambas est¨¢n prisioneras: una de sus or¨ªgenes, de un amor sin futuro la otra.

Por debajo de la levedad y de la alegr¨ªa con la que todo sucede, en el patio de una casa que debi¨® de serlo de labradores, corre un r¨ªo de afectos no expresados, pasiones aletargadas e inercias lapidarias, en el que la textura del humor alvarezquinteriano confluye con naturalidad con el halo de desencanto caracter¨ªstico de los dramas de Tennessee Williams: bromas y veras se dan la mano aqu¨ª.

Los int¨¦rpretes dicen sus di¨¢logos sin ¨¦nfasis alguno, como si anduvieran pasando texto, cosa que produce un beneficioso efecto parad¨®jico: cada chiste es una sorpresa. Mona Mart¨ªnez hace de la dama crepuscular un cruce entre la Ava Gardner de La noche de la iguana y la Gloria Swanson de El crep¨²sculo de los dioses, salpimentada con gui?os de Esperanza Roy.

Anna Castillo, actriz de naturalidad desarmante y vis c¨®mica absoluta, nos lleva de sorpresa humor¨ªstica en sorpresa en su recreaci¨®n de Luc¨ªa, Adelita alegre presa de invisible Bernarda Alba. La Luisa de Fabia Castro, vestida de negro, evoca eficazmente las estrecheces de la Martirio lorquiana, mejor humorada. ?lex de Lucas encarna con solvencia vocal y buena presencia a Joaqu¨ªn, el hermano repentizador de Luc¨ªa, cuyo papel se ci?e a cantar una serie de coplas, a modo de intermedios musicales, y un romance de ciego, donde resume lo que suceder¨¢ tras el fin del sainete.

Ni rastro queda del origen americano del texto original, en esta puesta en escena tan bien llevada por Chema Tena. Como toda la acci¨®n sucede en el mismo lugar y en horas veinticuatro, la funci¨®n encaja perfectamente en la peque?a sala Membrives del Teatro Lara. Va a ser un ¨¦xito de largo aliento.