Los hipop¨®tamos de la batalla de Budapest
Los dos ejemplares del zoo de la ciudad simbolizaron la supervivencia en el terrible asedio durante la Segunda Guerra Mundial
![Un tanque alemán King Tiger (Königstiger) en las calles de Budapest en 1944.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SRRAOS5JDPXYKF7CUJAFIDTYOA.jpg?auth=73a680da0db2e2c14e340347028de5d51253e53cc92e4aac989a3ec6c7fd0e7a&width=414)
Los zoos, tan denostados, han sufrido mucho las vicisitudes hist¨®ricas. Pero, como es l¨®gico, cuando hay una cat¨¢strofe o una guerra la prioridad no son ellos ni sus inquilinos. En 2002 las grandes inundaciones en Centroeuropa anegaron el zool¨®gico de Praga. Entre las bajas se contaron el gorila Pong y el elefante K¨¢dir, al que hubo que matar cuando solo asomaba la trompa por encima del agua, el pobre, y el rescate era imposible. Incluso la foca Gaston, a la que se le pod¨ªan suponer condiciones naturales para salir con bien del suceso, falleci¨® de extenuaci¨®n despu¨¦s de que la encontraran en Alemania, nadando en el r¨ªo Elba.
La II Guerra Mundial result¨® una tragedia para los zoos europeos. Uno de los m¨¢s hermosos y antiguos, el de Budapest, inaugurado en 1866 y que hasta contaba con una jirafa regalo de Sissi, padeci¨® especialmente la barbarie de la batalla por la ciudad, que dur¨® 102 d¨ªas: de diciembre de 1944 a febrero de 1945 (desde la aparici¨®n de los primeros tanques sovi¨¦ticos a la captura del castillo de Buda). Fue uno de los asedios m¨¢s sangrientos de la contienda, equiparable ¨Cno lo digo yo, lo dijeron los propios combatientes- al de Stalingrado. Por comparar, Berl¨ªn cay¨® en dos semanas y Viena en seis d¨ªas.
![Uno de los hipop¨®tamos del zoo de Budapest](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4KDFX6T4Z5KCFMJ3P74GU4CEQE.jpg?auth=15b3cb97e92fdd96de596340c38995adb190d5ed634e29e46e03280d984e12a2&width=414)
En total la batalla, que devast¨® la ciudad, la Perla del Danubio, en la que se vieron atrapados la pr¨¢ctica totalidad del mill¨®n de sus habitantes, provoc¨® 160.000 muertos, la mitad soldados del Ej¨¦rcito Rojo, 38.000 civiles y la misma cantidad de militares de las unidades alemanas y h¨²ngaras, que inclu¨ªan dos divisiones de caballer¨ªa de las SS y parte de otra de h¨²sares (v¨¦ase el can¨®nico Battle for Budapest, de Kriszti¨¢n Ungv¨¢ry, 2007). Los tanques y la artiller¨ªa combat¨ªan en las calles, y los famosos puentes fueron destruidos. El zoo, ubicado en plena ciudad, estuvo en el centro de los m¨¢s duros enfrentamientos. De sus 2.500 animales solo sobrevivieron 14. Muchos fueron alcanzados por el fuego, a otros los mataron los vecinos para com¨¦rselos y otros m¨¢s murieron de fr¨ªo, como los cocodrilos, al quedarse sin calefacci¨®n, lo que es un trance en invierno en Hungr¨ªa, aunque no seas un reptil. Varias fieras escaparon y una de las historias m¨¢s alucinantes del asedio es la del enorme le¨®n que tras huir pas¨® semanas aliment¨¢ndose en las calles de caballos muertos (y seguramente de cad¨¢veres humanos) hasta que los rusos crearon una unidad especial para cazarlo, en una de las misiones m¨¢s asombrosas de la guerra (la historia la recrea Tamas Dobozy en Siege 13).
Entre los escasos supervivientes del zoo se cuentan, curiosamente visto el tama?o, sus dos hipop¨®tamos, que, m¨¢s listos que los cocodrilos, se metieron los t¨ªos en un pozo artesiano de aguas calientes de los que surt¨ªan los famosos balnearios de Budapest. Desde all¨ª ve¨ªan pasar los T-34 y los King Tiger como terribles parientes acorazados. En su delicioso Danubia, a personal history of Habsburg Europe (2013), Simon Winder les dedica un recuerdo cari?oso y especula con que, bestias longevas, no fueran esos hipop¨®tamos los mismos o descendientes de los dos que quedaron atrapados en el barco que los transportaba, sin nadie que los descargara, en el puerto de Trieste, sometido a bloqueo por la guerra austro prusiana de 1866. Testigos como S¨¢ndor M¨¢rai de la batalla (aunque menos elocuentes), los hipop¨®tamos, s¨ªmbolo de la contienda y de la supervivencia a ultranza, fueron de los pocos animales que figuraban en el zoo de Budapest cuando este reabri¨®. A?os despu¨¦s, el centro consigui¨® el primer nacimiento de un rinoceronte concebido por inseminaci¨®n artificial. Pero esa es ya otra historia...
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