Los hipop¨®tamos de la batalla de Budapest
Los dos ejemplares del zoo de la ciudad simbolizaron la supervivencia en el terrible asedio durante la Segunda Guerra Mundial
Los zoos, tan denostados, han sufrido mucho las vicisitudes hist¨®ricas. Pero, como es l¨®gico, cuando hay una cat¨¢strofe o una guerra la prioridad no son ellos ni sus inquilinos. En 2002 las grandes inundaciones en Centroeuropa anegaron el zool¨®gico de Praga. Entre las bajas se contaron el gorila Pong y el elefante K¨¢dir, al que hubo que matar cuando solo asomaba la trompa por encima del agua, el pobre, y el rescate era imposible. Incluso la foca Gaston, a la que se le pod¨ªan suponer condiciones naturales para salir con bien del suceso, falleci¨® de extenuaci¨®n despu¨¦s de que la encontraran en Alemania, nadando en el r¨ªo Elba.
La II Guerra Mundial result¨® una tragedia para los zoos europeos. Uno de los m¨¢s hermosos y antiguos, el de Budapest, inaugurado en 1866 y que hasta contaba con una jirafa regalo de Sissi, padeci¨® especialmente la barbarie de la batalla por la ciudad, que dur¨® 102 d¨ªas: de diciembre de 1944 a febrero de 1945 (desde la aparici¨®n de los primeros tanques sovi¨¦ticos a la captura del castillo de Buda). Fue uno de los asedios m¨¢s sangrientos de la contienda, equiparable ¨Cno lo digo yo, lo dijeron los propios combatientes- al de Stalingrado. Por comparar, Berl¨ªn cay¨® en dos semanas y Viena en seis d¨ªas.
En total la batalla, que devast¨® la ciudad, la Perla del Danubio, en la que se vieron atrapados la pr¨¢ctica totalidad del mill¨®n de sus habitantes, provoc¨® 160.000 muertos, la mitad soldados del Ej¨¦rcito Rojo, 38.000 civiles y la misma cantidad de militares de las unidades alemanas y h¨²ngaras, que inclu¨ªan dos divisiones de caballer¨ªa de las SS y parte de otra de h¨²sares (v¨¦ase el can¨®nico Battle for Budapest, de Kriszti¨¢n Ungv¨¢ry, 2007). Los tanques y la artiller¨ªa combat¨ªan en las calles, y los famosos puentes fueron destruidos. El zoo, ubicado en plena ciudad, estuvo en el centro de los m¨¢s duros enfrentamientos. De sus 2.500 animales solo sobrevivieron 14. Muchos fueron alcanzados por el fuego, a otros los mataron los vecinos para com¨¦rselos y otros m¨¢s murieron de fr¨ªo, como los cocodrilos, al quedarse sin calefacci¨®n, lo que es un trance en invierno en Hungr¨ªa, aunque no seas un reptil. Varias fieras escaparon y una de las historias m¨¢s alucinantes del asedio es la del enorme le¨®n que tras huir pas¨® semanas aliment¨¢ndose en las calles de caballos muertos (y seguramente de cad¨¢veres humanos) hasta que los rusos crearon una unidad especial para cazarlo, en una de las misiones m¨¢s asombrosas de la guerra (la historia la recrea Tamas Dobozy en Siege 13).
Entre los escasos supervivientes del zoo se cuentan, curiosamente visto el tama?o, sus dos hipop¨®tamos, que, m¨¢s listos que los cocodrilos, se metieron los t¨ªos en un pozo artesiano de aguas calientes de los que surt¨ªan los famosos balnearios de Budapest. Desde all¨ª ve¨ªan pasar los T-34 y los King Tiger como terribles parientes acorazados. En su delicioso Danubia, a personal history of Habsburg Europe (2013), Simon Winder les dedica un recuerdo cari?oso y especula con que, bestias longevas, no fueran esos hipop¨®tamos los mismos o descendientes de los dos que quedaron atrapados en el barco que los transportaba, sin nadie que los descargara, en el puerto de Trieste, sometido a bloqueo por la guerra austro prusiana de 1866. Testigos como S¨¢ndor M¨¢rai de la batalla (aunque menos elocuentes), los hipop¨®tamos, s¨ªmbolo de la contienda y de la supervivencia a ultranza, fueron de los pocos animales que figuraban en el zoo de Budapest cuando este reabri¨®. A?os despu¨¦s, el centro consigui¨® el primer nacimiento de un rinoceronte concebido por inseminaci¨®n artificial. Pero esa es ya otra historia...
Babelia
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