?Qu¨¦ es la diplomacia cultural?
Diversos expertos debaten durante tres d¨ªas en el Centro Bot¨ªn de Santander, organizado por la Fundaci¨®n Santillana, sobre el t¨¦rmino
Entre las pir¨¢mides de Egipto y los arquitectos estrella del siglo XXI existen un hilo grueso que entronca la historia de algunas civilizaciones y otro fino. Para enhebrar este ¨²ltimo, cabe esa acci¨®n sutil ¨Co desmadrada, seg¨²n- conocida como diplomacia cultural. Por eso, el Centro Bot¨ªn, la obra inaugurada hace tres semanas en Santander, y concebida por Renzo Piano, era el marco de libro para acoger un primer foro en su seno con el que echar andar sobre el t¨¦rmino. Durante tres d¨ªas, expertos en la materia han desfilado en el tercer Congreso de Periodismo Cultural que organiza la Fundaci¨®n Santillana cada a?o en la ciudad.
Suele celebrarse en el Palacio de la Magdalena, sede de Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, pero como uno de los impulsores es la Fundaci¨®n Bot¨ªn, este a?o, el edificio reci¨¦n inaugurado sobre la bah¨ªa santanderina ha pasado a ser su espacio de debate. ?Y qu¨¦ es la diplomacia cultural?, se preguntaban los convocados en mesas, ponencias y debates¡ Pues quiz¨¢s ese ant¨ªdoto necesario contra la explosi¨®n de testosterona por la que atraviesan potencias como Estados Unidos, Rusia y China. Puede que un tratamiento que calme mediante masaje terap¨¦utico a los liderazgos macho.
Lo cierto es que se trata de un invento antiguo revestido con un nuevo concepto. La diplomacia cultural, en suma, podr¨ªa ser en positivo el secular entendimiento entre los pueblos en similar medida que a la mentira de toda la vida o a la chusca manipulaci¨®n, la bautizamos hoy como posverdad. Ah¨ª estuvo para alertar sobre g¨¦rmenes y paralelismos, Roberto Toscano, diplom¨¢tico veterano, embajador y experto en relaciones internacionales, que dio un diagn¨®stico global el viernes: ¡°La cultura nunca ha sido tan importante como ahora, en esta ¨¦poca predomina el economicismo, pero los n¨²meros no deben cobrar ese protagonismo porque las crisis llevan a la frustraci¨®n de no haber alcanzado los objetivos que plantean las grandes potencias¡±.
De ah¨ª que, como sostiene Ignacio Polanco, presidente de la Fundaci¨®n Santillana, deban tomar las riendas de un escenario incendiado a cada paso por, entre otras cosas, las fanfarrias marca Trump o las intoxicaciones calculadas de Putin, otros agentes m¨¢s sutiles: ¡°Ese esp¨ªritu diplom¨¢tico que es el tributo m¨¢s valioso de los gobiernos inteligentes¡±, afirm¨®.
¡°Ha habido a?os, antes de la crisis en que todas las ciudades quer¨ªan tener un Guggenheim, una estaci¨®n de Ave, un festival de cine y un restaurante con estrella Michelin¡±, coment¨® el periodista Jes¨²s Vigorra
Pero esa acci¨®n de la diplomacia cultural cabe en diversos par¨¢metros. Lo macro y lo micro. En el macro act¨²an gobiernos e instituciones como el Instituto Cervantes, hoy dirigido por Juan Manuel Bonet, tambi¨¦n presente en el congreso. O acciones como las que en cada viaje emprende Rebeca Gryspsan, responsable de la secretar¨ªa general Iberoamericana, muy pendiente de la cultura y la educaci¨®n.
Y m¨¢s abajo, aunque muchas veces con impactos de igual relieve, hay espacio para la diplomacia cultural que emerge en la sociedad civil, coment¨® Basilio Baltasar, director de la Fundaci¨®n Santillana. Entre lo primero cab¨ªan esas estrategias que llevaron a la URSS y a Estados Unidos a plantear maniobras de seducci¨®n a escala planetaria, como record¨® el fil¨®sofo Jordi Amat. ¡°En esa batalla que tambi¨¦n libraron en el campo de las ideas¡±, asegur¨®. ¡°En un bando, los sovi¨¦ticos centraron su movilizaci¨®n en torno a un concepto: la paz. Mientras que los americanos prefirieron esgrimir otro: el de la libertad¡±.
En el campo micro entra la labor de los exiliados espa?oles en Am¨¦rica Latina, como desgran¨® la periodista Eva D¨ªaz P¨¦rez o de las librer¨ªas como foros de encuentro activo y dinamizador de la cultura, caso de C¨¢lamo, en Zaragoza, como recogi¨® su colega Ant¨®n Castro. Un ejemplo al que hay que a?adir decenas similares en toda Espa?a, como Gil y Estudio, por hablar de anfitrionas mod¨¦licas en Santander.
La diplomacia cultural ha servido de pretexto tambi¨¦n a estrategias pol¨ªticas municipales. Es lo que durante a?os impuls¨® ??igo de la Serna, hoy ministro de Fomento, antiguo alcalde de Santander, ahora gobernado por Gema Mengual (PP) es un ejemplo de ello. Tambi¨¦n M¨¢laga, Bilbao o San Sebasti¨¢n, lugares que han encontrado en la cultura un eje para aglutinar la acci¨®n ciudadana. Aunque se pueda exagerar el modelo, como recordaba Jes¨²s Vigorra, periodista andaluz de Canal Sur: ¡°Ha habido a?os, antes de la crisis en que todas las ciudades quer¨ªan tener, por este orden, un Guggenheim, una estaci¨®n de Ave, un festival de cine y un restaurante con estrella Michelin¡±.
Aspiraciones que necesitan dinero y fe. Y a escala internacional, algunos inventos como la Marca Espa?a, adolecen de ambas cosas, como recuerda Jos¨¦ Andr¨¦s Rojo, de EL PA?S: ¡°Es que para salir a vender fuera cualquier cosa, primero nos tenemos que creer lo que tenemos dentro¡±. Tambi¨¦n sirve eso como polo de atracci¨®n, pero sin pasarse. El desmadre tur¨ªstico que sufren ciertas ciudades puede deberse tambi¨¦n a una err¨®nea estrategia de diplomacia cultural plagada de ofertas insostenibles, como alertaron varios presentes.
Babelia
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