Esteticismo de lo aborigen
Las fronteras entre g¨¦neros y subg¨¦neros est¨¢n para romperse, para agitarse, para quebrantarse
Las fronteras entre g¨¦neros y subg¨¦neros est¨¢n para romperse, para agitarse, para quebrantarse. Sin embargo, la fusi¨®n entre estilos, tonos y esencias cinematogr¨¢ficas en principio distantes, intentando conformar nuevas f¨®rmulas dram¨¢ticas o formales, no siempre acaba convergiendo en algo verdaderamente transgresor. Romper esquemas es fabuloso como principio, pero eso no garantiza el final.
TANNA
Direcci¨®n: Bentley Dean, Martin Butler.
Int¨¦rpretes: Mungau Dain, Marie Wawa, Marceline Rofit, Abi Nagia.
G¨¦nero: etnogr¨¢fico. Australia, 2015.
Duraci¨®n: 104 minutos.
Tanna, pel¨ªcula de los australianos Bentley Dean y Martin Butler, candidata al Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa de 2015, se adentra en las tribus de una peque?a isla volc¨¢nica de la remota Rep¨²blica de Vanuatu, en Ocean¨ªa. Partiendo del cine etnogr¨¢fico, su curiosidad es evidente, porque adem¨¢s se escapa de las habituales formas de actuaci¨®n de la antropolog¨ªa visual, para acabar adentr¨¢ndose en una narrativa m¨¢s cerca de lo tradicional, rozando incluso el melodrama rom¨¢ntico de aventuras. Pero el resultado, que podr¨ªa haber sido fascinante, es demasiado esquem¨¢tico y dulz¨®n. Como si al primigenio Robert Flaherty de Nanuk, el esquimal (1922), documental que romp¨ªa las reglas de neutralidad del formato para componer determinadas situaciones e im¨¢genes, lo hubiera pose¨ªdo el esp¨ªritu de un realizador de melodramas contempor¨¢neo m¨¢s preocupado por el devenir del relato y el aspecto formal de su pel¨ªcula que por el valor de los subtextos y de lo at¨¢vico.
Directores tan formidables como Peter Weir, en La ¨²ltima ola (1977), y sobre todo Nicolas Roeg, en Walkabout (1971), ya hab¨ªan atrapado el acervo de los pueblos primitivos oce¨¢nicos, mezcl¨¢ndolos con relatos que se sal¨ªan de las propiedades de la cr¨®nica, del documento, para alcanzar incluso al thriller. Pero Dean y Butler se quedan a mitad de camino de ninguna parte por culpa de una puesta en escena quiz¨¢ equivocada, con demasiados planos cortos, a apenas unos cent¨ªmetros de su piel o de su rostro, de int¨¦rpretes no profesionales que ni siquiera hab¨ªan visto una c¨¢mara en su vida, una banda sonora que acerca las im¨¢genes al remilgo, y unas c¨¢maras lentas que terminan de alejarla de lo terrenal, de lo aborigen.
Tanna posee puntuales im¨¢genes impresionantes, como las del volc¨¢n al anochecer, pero de un modo casi parad¨®jico es una pel¨ªcula demasiado pulcra. Le falta salvajismo cinematogr¨¢fico (esto no es Jean Rouch), riesgo verdadero. La belleza de las im¨¢genes y la fuerza de los rostros ya estaba de forma impl¨ªcita (y ah¨ª La terra trema, de Visconti, podr¨ªa servir de paradigma), como para tener que subrayarlas con vacuos acompa?amientos. De modo que frente a la furia de la naturaleza se impone el esteticismo de la mirada de sus autores.
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