La crisis de los 40
La popularidad de Elvis Presley empieza a resentirse entre los j¨®venes
Hasta el s¨¢bado 19, se desarrolla en Memphis la Semana Elvis. Conciertos, mesas redondas, concursos, subastas, la famosa vigilia que recuerda la consternaci¨®n de tantos fans que, horas despu¨¦s de su muerte el 16 de agosto de 1977, se reunieron con velas encendidas en la puerta de Graceland, la mansi¨®n del cantante.
Conviene saber que Memphis en agosto es un lugar infernal, h¨²medo e infernal. Con todo, en Graceland siempre ha funcionado la magia de los n¨²meros redondos; los cuarenta a?os pasados desde aquella fecha garantizan que la multitud de 2017 ser¨¢ considerable. Al menos, esa es la esperanza de Elvis Presley Enterprises, la compa?¨ªa que gestiona Graceland, despu¨¦s de que ¡ªen 2003¡ª adquiriera el 85% de la herencia a Lisa Marie, la hija derrochadora.
En 2017, no se trata ¨²nicamente de batir un r¨¦cord: el objetivo esencial es acallar el runr¨²n de que la popularidad del difunto cantante est¨¢ en declive. De hecho, en lo que llevamos de d¨¦cada se ha percibido una menor afluencia a?la Elvis Week, aunque eso no se puede decir en voz alta en Memphis, ciudad que depende en buena parte de ese turismo.
Las primeras se?ales de alarma llegaron de Las Vegas, escenario de su resurrecci¨®n como artista de directo. En 2011, se cerraba Viva Elvis, un montaje del Cirque du Soleil; apenas se mantuvo un par de a?os en cartel, con taquillas decepcionantes. Todo un disgusto para la compa?¨ªa canadiense, que desde hace a?os triunfa en la ciudad con espect¨¢culos dedicados a los Beatles o Michael Jackson. Tambi¨¦n se clausur¨® un museo particular, Elvis-a-Rama, con promesas no cumplidas de reabrirlo en un espacio c¨¦ntrico.
M¨¢s recientemente, un peri¨®dico local detect¨® otros s¨ªntomas inquietantes. En la zona de Las Vegas est¨¢n registrados unos 200 imitadores profesionales de Elvis¡ que ¨²ltimamente se quejan de que ha disminuido su carga de trabajo. Igual ocurre en las capillas que se dedican a montar bodas a lo Elvis.
Podr¨ªa ser una tendencia global. Una encuesta reciente de YouGov, empresa de investigaci¨®n de mercados por Internet, se?alaba que un 29% de los j¨®venes brit¨¢nicos entre 18 y 24 a?os, los llamados millennials, aseguraban que nunca hab¨ªan escuchado a Elvis Presley. Dado que Reino Unido ha sido, desde mediados del siglo pasado, un punto fuerte de pasi¨®n por el Rey del rock ¡¯n¡¯ roll, ese desinter¨¦s resulta chocante.
Cabe imaginar que se ha roto la cadena que efectuaba la transmisi¨®n de la reverencia por Elvis. Muchos adolescentes actuales ignoran que signific¨® un quiebro cultural, una transgresi¨®n de primer orden; tampoco se toman el trabajo de entender su riqueza vocal o su adaptabilidad a diferentes g¨¦neros. Si tienen una imagen de Elvis, se parece mucho a una caricatura kitsch: un se?or grueso con ropa muy hortera que muri¨® por atiborrarse de drogas de farmacia.
Hay peores leyendas urbanas. Hizo mucho da?o su desdichada caracterizaci¨®n como un racista, propagada por artistas negros como Mary J. Blige o Chuck D, de Public Enemy. Insultos que se compadecen mal con la realidad de fotos de 1956-1957 que sugieren que Elvis ten¨ªa relaciones cordiales con bluesmen de la categor¨ªa de B. B. King, Bobby Blue Bland o Little Junior Parker, sin hablar de la evidencia del mestizaje sonoro en sus discos.
En lo alto de la pir¨¢mide demogr¨¢fica tambi¨¦n surgen malas noticias. Inevitables noticias: est¨¢n muriendo los primeros fans de Presley. Se hace evidente en el negocio de los coleccionistas: bajan de precio los discos del cantante y dem¨¢s memorabilia, debido a la saturaci¨®n en eBay y otros puntos de venta, un exceso de oferta que sugiere que los tesoros acumulados por seguidores veteranos han vuelto a ponerse en circulaci¨®n. A fecha de hoy, en Europa solo se mantiene una tienda especializada (Elvis Corner Store, en Utrecht, Holanda), con un reducido horario de atenci¨®n al cliente.
Atenci¨®n: ese adelgazamiento de la base de apoyo no significa que se haya esfumado el gancho comercial de Presley. Su discogr¨¢fica ha realizado con ¨¦xito asombrosas acrobacias, como su acercamiento a las pistas de baile (la remezcla de A Little less conversation realizada por Junkie XL) o los recientes ¨¢lbumes de baladas con el a?adido de la Royal Philharmonic Orchestra, valiosos pese a la inclusi¨®n de unos duetos (desenterrados, en la jerga de los disqueros) perfectamente prescindibles.
A la vez, RCA sigue alimentando al n¨²cleo duro de fan¨¢ticos, con minuciosos lanzamientos historicistas, curiosamente preparados por un erudito dan¨¦s, Ernst Mikael Jorgensen, otro testimonio de la universalidad del cantante. La ¨²ltima entrega es el estuche A boy from Tupelo (Sony), que re¨²ne en tres CD aproximadamente todo lo grabado entre 1953 y 1955, desde los acetatos que hizo en solitario a directos registrados en diferentes escenarios de Texas o Luisiana, cuando su m¨²sica ya provocaba griter¨ªos, a pesar de lo que ahora nos suena a timidez instrumental (Elvis se presentaba inicialmente en formato de tr¨ªo).
Atracci¨®n tur¨ªstica
Sin embargo, el negocio discogr¨¢fico ha empeque?ecido. Hoy, Elvis funciona esencialmente como atracci¨®n tur¨ªstica. Sus santuarios est¨¢n en Nashville (donde se visita el Studio B de RCA), Tupelo (se conserva la casita donde naci¨®) y Memphis, que cuenta con el estudio de Sun Records, ¡°donde todo comenz¨®¡±, y la mansi¨®n Graceland. Ninguno de esos lugares es precisamente monumental, aunque la mansi¨®n tenga un frontis tipo Lo que el viento se llev¨®.
Solo ahora, cuando se empiezan a ver las orejas al lobo, se ha emprendido una puesta a punto de Graceland. Se ha construido un anexo, Elvis Presley¡¯s Memphis, con tiendas, restaurantes, un centro de exposiciones y The Guest House (no exactamente una casa para invitados sino un hotel de 400 habitaciones).
La empresa que explota Graceland sabe perfectamente lo que est¨¢ ocurriendo, en t¨¦rminos demogr¨¢ficos. De ah¨ª que la p¨¢gina web de Graceland incluya ahora abundantes fotos de jovencitas: se trata de quitar la costra de tantos a?os, cuando dominaban los habitantes del Sur Profundo entre la multitud. Que conste que todav¨ªa se guardan un as en la manga: el piso superior de Graceland, donde est¨¢ el dormitorio del gigante, no se puede visitar. Todav¨ªa.
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