Recy Taylor, violada e ignorada
Una mujer negra cuenta en un documental la agresi¨®n que sufri¨® en 1944 por parte de seis hombres blancos que nunca fueron condenados
La tarde del 3 de septiembre de 1944 Recy Taylor sali¨® de la iglesia. Como cualquier otro d¨ªa. ¡°Era la que m¨¢s lo disfrutaba de nosotros¡±, recuerda ante la c¨¢mara su hermano, Robert Corbitt. Estaba anocheciendo, as¨ª que Taylor emprendi¨®, junto con un amigo y su hijo, el paseo hacia casa. Ten¨ªa 24 a?os, la edad con la que le destruyeron la vida. Porque, de pronto, un coche se acerc¨® a los tres. Llevaba a siete tipos, todos armados, todos blancos. Taylor, en cambio, era negra. Lo que debi¨® de parecerles a los ocupantes del veh¨ªculo raz¨®n suficiente para amenazarla y obligarla a subir. La llevaron a un bosque cercano, la desnudaron y seis de ellos la violaron. Ella, mientras, lloraba: ¡°Tengo que irme a casa a ver a mi beb¨¦¡±. Cuando por fin pudo hacerlo, se lo cont¨® todo a su marido. El asalto, las pistolas, c¨®mo iban vestidos. Pudo ser el primer paso hacia la justicia. Sin embargo, hace tan solo seis a?os desde que Taylor ha recibido lo m¨¢s parecido a una reparaci¨®n: en 2011 el Estado de Alabama le pidi¨® disculpas por ¡°fracasar en perseguir a sus agresores¡±. ?Qu¨¦ ocurri¨® hasta entonces? Lo relata el documental La violaci¨®n de Recy Taylor, de Nancy Buirski, que se proyecta en la secci¨®n Horizontes del festival de Venecia.
Con im¨¢genes de archivo y entrevistas a varios protagonistas, el filme narra una historia que mezcla polic¨ªas mentirosos, racismo, los albores de las luchas de los negros por sus derechos y el drama de una familia entera. ¡°No nos miraban como seres humanos, sino como animales. Y algunos aun lo creen¡±, explica en el documental uno de los nietos de Taylor. Las recientes marchas supremacistas en Charlottesville parece reforzar su argumento.
Lo cierto es que los agentes supieron enseguida de la violaci¨®n. Identificaron el coche, y su conductor, Hugo Wilson. Y este acus¨® a sus seis compa?eros. Pero la investigaci¨®n se sald¨® con una multa de 250 d¨®lares para Wilson. Y punto. De ah¨ª que la comunidad negra local acudiera a la Asociaci¨®n Nacional por los Avances de la Gente de Color (NAACP). Esta despleg¨® a la mism¨ªsima Rosa Parks, la activista negra que diez a?os despu¨¦s cambiar¨ªa la historia al negarse a ceder el asiento en un autob¨²s a un blanco.
Con ella, y una de las mayores movilizaciones de asociaciones y prensa negra hasta la fecha, la denuncia lleg¨® ante una Corte. El 4 de octubre de 1944, un jurado de hombres blancos tard¨® cinco minutos en decidir que no hab¨ªa caso. Ninguno de los presuntos implicados hab¨ªa sido llamado a declarar; nunca se celebr¨® ning¨²n careo. Un a?o despu¨¦s, sin embargo, fue aun peor.
Racismo de ayer y de hoy
Nancy Buirski es tambi¨¦n la productora de Loving, filme reciente de Jeff Nichols sobre c¨®mo la justicia se interpusto en el matrimonio entre un blanco y una negra en EE UU, tratando de separarlos. ?Su misi¨®n f¨ªlmica es sensibilizar al p¨²blico? "La raza es la historia de Am¨¦rica y el racismo nuestro defecto m¨¢s tr¨¢gico. En ambos filmes es clave la supremacia blanca, y los eventos recientes en Charlottesville demuestran sus tr¨¢gicas consecuencias. Si hay una responsabilidad de contar estas historias es justo ahora", asegura. Pero, ?qu¨¦ puede hacer el cine? "Decid la verdad. Y ponerla en la pantalla, para que la gente se implique en estas historias, conecte con sus protagonistas, sienta la empat¨ªa y comparta la humanidad".
Buirski cree que EE UU vive un repunte racista en la era de Donald Trump, y por eso pide una lucha m¨¢s unida y convencida: "Este extremismo est¨¢ haciendo que la gente sensata se una y se movilice m¨¢s. El racismo siempre ha estado ah¨ª y nos toca a nosotros afrontarlo abiertamente. Aunque nuestro filme va de un episodio hist¨®rico espec¨ªfico, est¨¢ claro que a¨²n es terriblemente relevante hoy en dia".
De nada sirvieron las campa?as de los colectivos negros, sus art¨ªculos de denuncia o que uno de los asaltantes, Joe Culpepper, lo admitiera todo durante la investigaci¨®n que el gobernador de Alabama se vio obligado a llevar a cabo ante la presi¨®n social. Otros cuatro implicados, como se escucha en el filme, confirmaron haber tenido sexo con Taylor esa noche, aunque aseveraron que era ¡°solo una prostituta¡± y que se mostr¨® de acuerdo con ellos. Pero, cuando el fiscal pidi¨® la apertura de un juicio, un jurado compuesto de nuevo solo de blancos sentenci¨® que no hab¨ªa indicios suficientes. ¡°No creo que los hechos tuvieran nada que ver. El color de la piel lo fue todo¡±, asegura en el filme el actual fiscal de Alabama.
¡°El caso de Recy Taylor fue un punto de inflexi¨®n en la hist¨®rica cadena de abusos contra mujeres negras, desde la esclavitud hasta hoy. Ella habl¨®, y motiv¨® a otras a que lo hicieran. Y las organizaciones surgidas en torno a su caso posiblemente prendieron la mecha del comienzo del movimiento por los derechos civiles¡±, explica por correo electr¨®nico Buirski, la directora del filme. Adem¨¢s de cambiar el destino de su pa¨ªs, Taylor modific¨® tambi¨¦n el suyo: insultada y amenazada por las calles, harta de vivir en el miedo, se mud¨® a Florida.
¡°?C¨®mo podr¨ªa alguien no ser conmovido por el valor de Recy Taylor? Habla cuando muy pocas mujeres lo hubieran hecho. Se convierte en una hero¨ªna a su pesar¡±, explica Buirski sobre por qu¨¦ rod¨® el filme. Tras descubrir el episodio en At the Dark End of the Street, un libro de Danielle McGuire, la cineasta se traslad¨® a toda prisa a Abbeville, el pueblo natal de Taylor, decidida a contar su historia. La mujer ten¨ªa entonces 96 a?os. ¡°Podr¨ªamos no tener muchas oportunidades de grabar su relato personal¡±, agrega la directora.
Taylor, una vez m¨¢s, habl¨®. Ante la c¨¢mara, igual que la noche de su violaci¨®n. ¡°Quiere que la gente sepa lo que le sucedi¨®, y cree que tiene que decir la verdad¡±, defiende Buirski. Y a?ade: ¡°Me impresiona su coraje ante la injusticia. Nunca perdi¨® la fe. Nunca se avergonz¨®. Sab¨ªa que lo que le hicieron estaba mal¡±. Los tribunales, en cambio, no lo tuvieron tan claro. Pero su caso, y ahora el filme, quedan como lecci¨®n para la historia. Por eso, el documental se cierra con una dedicatoria a ¡°las incontables mujeres cuya voz no ha sido o¨ªda¡±. Como la propia Recy Taylor: las primeras disculpas le llegaron con 67 a?os de retraso.
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