La salsa brava se volvi¨® salsa monga
¡®Ven, dev¨®rame otra vez¡¯, de Lalo Rodr¨ªguez logr¨® el mayor ¨¦xito para este baile en Espa?a
?Puede que fuera la primera salsoteca en Madrid. Perm¨ªtanme recordar que, bajo el resplandor de la movida, la capital no mostraba inter¨¦s por los ritmos antillanos. S¨ª, pod¨ªa colarse un disco de Fania en las sesiones de alg¨²n dj audaz pero era apenas un espejismo.
?Siempreviva estaba escondido en el barrio de Tetu¨¢n, en una angosta calle perpendicular a Bravo Murillo. Cabe deducir que el due?o ven¨ªa de Colombia: Siempreviva era el apodo de la exuberante protagonista de ?Que viva la m¨²sica!, la novela de Andr¨¦s Caicedo, aquel escritor suicida nacido en Cali.
?Un local raro el Siempreviva. Abr¨ªa viernes, s¨¢bados y domingos (reservados a enigm¨¢ticas ¡°fiestas privadas¡±). Imagino lo que est¨¢n pensando pero no, all¨ª no hab¨ªa narcos, por lo menos de aquellos que hac¨ªan alardes dorados, un Rolex en cada mu?eca, uno con la hora peninsular y otro con la de Colombia. Solo una noche se intuy¨® cierta tensi¨®n, cuando un anciano cobrizo, con gafas oscuras, ocup¨® toda la zona alta, rodeado de minifalderas y tipos corpulentos. En verdad, resultaba m¨¢s frecuente toparse con bur¨®cratas de las embajadas de pa¨ªses hispanoamericanos, con urgencia de desmelenarse.
??Cu¨¢les eran las bazas del Siempreviva? Ambiente amistoso, fabulosos bailarines, ligoteo internacional y Germ¨¢n, un traficante de discos, que -aparte de aceptar encargos- tra¨ªa novedades del otro lado del Atl¨¢ntico. Entonces resultaba complicado localizar ese material. Fania, la compa?¨ªa neoyorquina que devor¨® a la competencia, apenas tuvo distribuci¨®n en Espa?a. A mediados de los setenta, cay¨® en la Discophon barcelonesa. Su jefe de promoci¨®n, Lauren Postigo, present¨® el nuevo cat¨¢logo en ?una cena medieval! No sab¨ªan lo que ten¨ªan y sus lanzamientos fueron r¨¢pidos a los cajones de rebajas. M¨¢s adelante, con Fania ya de capa ca¨ªda, la discogr¨¢fica canaria Manzana rellenar¨ªa muchos huecos en nuestro conocimiento del asunto caribe?o.
?Y poco sab¨ªamos al respecto. Los m¨¢s afortunados hab¨ªan pillado una copia de El libro de la salsa, cr¨®nica a cargo del venezolano C¨¦sar Miguel Rond¨®n (ahora se publica la edici¨®n actualizada, en Turner). Hubo tambi¨¦n una revista salsera, Latin N.Y., que promet¨ªa m¨¢s de lo que entregaba.
?El modelo de transmisi¨®n cultural era piramidal. Desde su cabina, el pinchadiscos del Siempreviva compart¨ªa cl¨¢sicos y descubrimientos que, con suerte, se pod¨ªa conseguir a trav¨¦s del mercader de discos. A finales de 1988, ay, ocurri¨® algo ins¨®lito: el personal insist¨ªa en pedir un tema llamado ¡°Ven, dev¨®rame otra vez¡±. Con tal presi¨®n que terminaba sonando varias veces cada noche.
?De primeras, no hubo pegas. El int¨¦rprete ten¨ªa pedigr¨ª: Lalo Rodr¨ªguez, puertorrique?o que trabaj¨® con Eddie Palmieri. La canci¨®n ven¨ªa firmada por un autor dominicano algo redicho, Palmer Hernando. La letra parec¨ªa hablar de sexo crudo, con menci¨®n expl¨ªcita a la masturbaci¨®n (¡°y he mojado mis s¨¢banas blancas record¨¢ndote¡±), pero finalmente retrataba a un gran seductor atrapado por el recuerdo del amor aut¨¦ntico. Bostezo.
?Una fantas¨ªa pop, lejos del realismo o la picard¨ªa habituales en textos salseros. Sonaba perfectamente pulido: ni rastro de expresi¨®n personal en los instrumentistas, nada de improvisaciones del vocalista. Sin saberlo, se hab¨ªa colado la ¡°salsa rom¨¢ntica¡±, ya anticipada por la Orquesta Inmensidad, de Miami, con Robertico Blades como solista, o por Noche caliente, un proyecto mercenario del gran Louie Ram¨ªrez, editado por el sello K-Tel. Las baladas modelo a?os setenta pero disimuladas bajo metales y repiqueteo percusivo.
?Ni nos dimos cuenta del cisma. La llamada ¡°salsa brava¡± qued¨® arrinconada por la invasi¨®n de lo que denominaron ¡°salsa monga¡± o ¡°salsa d¨¦bil¡±, a la que intent¨¢bamos buscar excusas. Pocos fuimos tan tajantes como el citado C¨¦sar Miguel Rond¨®n, que dictamin¨® as¨ª: ¡°Salsa er¨®tica no es salsa. Punto.¡±
?¡°Ven, dev¨®rame otra vez¡± fue ¨¦xito grande en Espa?a durante 1989, publicada finalmente por Bat Discos, compa?¨ªa madrile?a que incluso se trajo a Lalo Rodr¨ªguez a vender la pescadilla. El hombre deb¨ªa estar harto de tanta melosidad y se port¨®, cuentan, como un gilipollas total.
??Y el Siempreviva? Muri¨® de ¨¦xito, invadido por legiones de salseros de academia, empe?ados en repetir coreograf¨ªas mil veces ensayadas: nada mata tanto la espontaneidad de una pista como las exhibiciones. Poco a poco, los habituales fueron desertando. De la misma forma misteriosa que se abri¨®, se cerr¨®. Todav¨ªa sigue clausurado, acceso imposible a un quim¨¦rico Madrid tropical.
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Artistas: Lalo Rodr¨ªguez.
Sello: Universal Music (2013).
Formato: formato mp3 y CD de audio.
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