El aroma imperfecto y la juvenil entrega
Fracaso sin paliativos de la ganader¨ªa de Puerto de San Lorenzo, mansa, blanda y descastada
Diego Urdiales pase¨® una oreja que, quiz¨¢, no mereci¨®, pero en un momento en el que ha desaparecido la vuelta al ruedo como premio y ha bajado el nivel de exigencia en las plazas otrora prestigiosas, se entiende tal distinci¨®n.
Y a Roca Rey le pidieron las dos y solo le concedieron una, que s¨ª mereci¨®. El riojano desparram¨® aroma y el peruano entrega; hubo m¨¢s de lo segundo que de lo primero.
Que no la mereciera Urdiales no significa que estuviera por debajo de su primer toro, uno de los dos mejores de una desesperante corrida de Puerto de San Lorenzo. C¨®mo ser¨ªa la corrida que Enrique Ponce, experto en toros inv¨¢lidos, solo pudo dejar detalles.
PUERTO DE SAN LORENZO / PONCE, URDIALES, ROCA
Toros de Puerto de San Lorenzo, desigualmente presentados, mansones, blandos, sosos, descastados y nobles. Destacaron segundo y sexto.
Enrique Ponce: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).
Diego Urdiales: estocada (oreja); cuatro pinchazos, estocada atravesada, tres descabellos y el toro se echa (silencio).
Roca Rey: estocada (silencio); estocada (oreja).
Plaza de Bilbao. Octava corrida de feria, 26 de agosto. Tres cuartos de entrada. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria del torero D¨¢maso Gonz¨¢lez.
Pero uno de los protagonistas de una tarde pesada, larga y tristona fue Urdiales. Tiene planta de torero y una concepci¨®n excelente de la torer¨ªa; se le nota que busca la pureza en cada muletazo, pero tambi¨¦n que parece resignado a su destino, como si le faltara ¨¢nimo para superar las circunstancias no siempre favorables de cada toro. Con su primero, blando y de noble condici¨®n, se le vio asentado y relajado, centrado y confiado, y de tal modo traz¨® con donosura derechazos con sabor, un par de naturales hondos, y un vistoso cambio de manos¡ Pero a todo le falt¨® unidad; o, mejor, garra y entrega. Brot¨® un buen aroma torero, pero tan oloroso como imperfecto. Quiz¨¢, por eso, por esa aparente resignaci¨®n, no debi¨® pasear la oreja.
Roca Rey, por su parte, acaba de empezar y le queda mucho que mejorar, pero le sobra entrega y le falta aroma. Por eso, cuando el generoso p¨²blico pidi¨® los dos trofeos, el presidente, en una sabia decisi¨®n, lo dej¨® en uno. Estuvo muy por encima de su noble sexto, dispuesto a com¨¦rselo crudo con tal de alcanzar el triunfo, pero sus tandas con la derecha resultaron tan decididas como anodinas, despegados y al hilo del pit¨®n todos los muletazos. Mejor, sin embargo, por naturales y buena la estocada. Es decir, meritoria y solitaria oreja.
La corrida fue mala de solemnidad a excepci¨®n de los dos toros citados, y poco sirvi¨® el lote de Enrique Ponce. A pesar de ello, y como es catedr¨¢tico prestigioso en este tipo de toros birriosos, ¡ªy en otros que no lo son, tambi¨¦n¡ª, rob¨® algunos muletazos de muy bella factura. Un cambio de manos, con la pierna izquierda genuflexa, largo, eterno, lent¨ªsimo, al inicio de la faena a su primero, fue precioso, y dos naturales y uno de pecho para el recuerdo. El cuarto era peor, se derrumb¨® en el ¨²ltimo tercio, y acab¨® encogido y molesto ante la insistencia persistente del torero. Es incansable este hombre, dispuesto siempre a resucitar a un muerto.
El primero de Roca Rey se lastim¨® la mano derecha y todo acab¨® pronto; y el segundo de Urdiales, tambi¨¦n. ?nase a ello una corrida desigualmente presentada, descastada, blanda y aburrida, y se comprender¨¢ que al aroma torero le concedieran una oreja y le pidieran las dos a la entrega juvenil.
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