La m¨²sica del lector
La escritura de Javier Mar¨ªas prolonga lo que piensa
?Qui¨¦n no es Javier Mar¨ªas? No es el que retratan las redes, gru?endo. Ha venido bien, para apocopar su literatura, ponerle a su retrato la simpleza que lo reduce a ese tipo que se asoma para ver c¨®mo gritan en las calles. Quince libros, escritos a m¨¢quina, minuciosamente, y de la parte baja de la tabla se encarama el t¨®pico: ¡°?Javier Mar¨ªas? Uno que refunfu?a¡±.
?Y qui¨¦n es Javier Mar¨ªas? El que escribe a m¨¢quina. Se hizo leyendo, y cuando habla tambi¨¦n parece que est¨¦ deletreando. Explic¨® ayer, hablando de Berta Isla, de d¨®nde viene el malestar del mundo. ¡°Del miedo, del susto, de la desesperaci¨®n, del temor¡±. En sus libros no hay solo una palabra para definir el ¨¢nimo o el suceso. Su complejidad es la de un lector que averigua, gracias al detenimiento del escritor, lo que hay en la esencia de las situaciones. Una escena de Tu rostro ma?ana sit¨²a a dos tipos pele¨¢ndose cerca de Las Vistillas. Es como si hiciera un story board de palabras hasta que queda clara la imagen. No es solo escritura: es pintura que busca tambi¨¦n la m¨²sica. Y esa se alcanza haciendo que la palabra act¨²e en todas sus dimensiones.
Un lector, Mar¨ªas escribe como un lector. Su escritura prolonga lo que piensa. Para eso necesita de un mecanismo que no le da el Word, y que tampoco le dar¨ªa ya el l¨¢piz. Robert Walser hizo sus reflexiones a l¨¢piz. Escrito a l¨¢piz. La m¨¢quina de escribir es el l¨¢piz de ahora. Mar¨ªas no escribe as¨ª por man¨ªa, ese t¨®pico, sino por necesidad. Lo que escribe no lo tiene ya contado: se lo va contando su curiosidad de lector. Por eso es detenido, avanza y retrocede, como si se atascara; y es que el pensamiento narrativo va as¨ª. La memoria es un tesoro que act¨²a (como dec¨ªa Arrabal del porvenir) a golpes de teatro. Un suceso lleva a otro, pero por medio se mezclan alucinaciones, hechos improbables. Si el escritor no se encuentra con esquinas nuevas, lo que escribe ser¨¢ seco, o por lo menos distante, ajeno.
?l lo dice de otra manera: ¡°Corrijo, reviso, vuelvo a teclear, y as¨ª hasta tres, cuatro, cinco veces..., hasta que ya parece que no puede ser mejor¡±. Lo que luego se lee ¡°parece que sale todo fluido¡±, pero no es as¨ª. Al contrario: es as¨ª, porque justamente lo que busca el lector (el escritor Mar¨ªas) es que la p¨¢gina se acomode a la m¨²sica del resto. Uno que lee busca la m¨²sica, y el que escribe la proporciona. En el caso de Mar¨ªas los dos se juntan, sobre todo en estos libros en los que se ha propuesto hacer un combate con las sombras, entre las cuales est¨¢ una obsesi¨®n muy humana y muy vieja: ?No ser¨¦ otro?
Luego viene el libro. ?l busca la cubierta, como en Berta Isla. Cuando Javier Mar¨ªas (el verdadero) entrega una novela hasta la cubierta forma parte de esa m¨²sica de lector que lo acompa?a y que no se puede resumir, claro, en los trazos diluidos con los que ahora lo miran como si fuera un personaje que gru?e cuando en realidad es un lector que piensa y tiene para ello, ante s¨ª, un poderoso mecanismo: la m¨¢quina de escribir.
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