¡®The State¡¯: Un ISIS de mentirijilla
National Geographic estrena 'The State', serie que trata de trasladar el terror yihadista en tierras de un califato que, sin embargo, suena a estudio y decorado
Primero algo de lo que est¨¢ bien. La serie The State (El Estado), del director londinense Peter Kosminsky, brinda a los freaks de la cosa yihadista un di¨¢logo muy apreciable. No hay peligro de spoiler: uno de los cuatro protagonistas, Jalal, interpretado por el actor brit¨¢nico Sam Otto, se dirige en un episodio a su instructor para decirle que lo que ve, cabezas cortadas incluidas, no va con el Cor¨¢n, que si bien llama a matar a los id¨®latras all¨¢ donde est¨¦n, tambi¨¦n dice que se les d¨¦ refugio si buscan protecci¨®n. La respuesta que recibe Jalal es la misma que se da en la terror¨ªfica vida real del califato: hay que quedarse con la primera parte, matar al infiel donde sea y punto. Es un debate serio y actual entre los estudiosos del islam y los radicales, que la serie producida para Channel 4 y que este lunes ha empezado a emitir National Geographic en Espa?a mete a la carrera en uno de sus cuatro cap¨ªtulos, una suerte de repaso expr¨¦s a los t¨®picos machacados en la propaganda del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas en ingl¨¦s), que tropieza no obstante en la recreaci¨®n del terror, poco cre¨ªble por momentos.
Kosminsky, que ya viaj¨® a Oriente Pr¨®ximo con la serie The Promise (La promesa, 2011), trata de reconstruir en algo m¨¢s de tres horas de metraje un fen¨®meno brutal que desgarra Europa: el viaje de j¨®venes musulmanes radicalizados a tierras del autoproclamado califato. En The State son cinco, dos chicos, dos chicas y un menor, los brit¨¢nicos que atraviesan la frontera turco-siria. Corre 2014 y, como bien sugiere el primer episodio, llegar a la verja, esconderse en la noche y cruzar ilegalmente al territorio ISIS es pan comido. Jalal ha tirado de su amigo Ziyaad (Ryan McKen) para alistarse. Ushna (Shavani Cameron) encarna la imagen de la joven que anhela el matrimonio con un yihadista ¨Cmotivo real de muchas mujeres, como reconoce un estudio reciente del Real Instituto Elcano-. El periplo de la doctora Shakira (Ony Uhiara) y su hijo Isaac (Nana Agyeman-Bediako) refleja el de aquellos que menos han aparecido, pero que abundan en el califato: los que quieren ayudar con lo que tengan, en este caso la medicina, a este proyecto ideol¨®gico de pseudo-Estado.
Ya estamos todos: los malos, las barbas -buenas o de mentirijilla-, los Kal¨¢shnikov, los reclutas, las bombas, los civiles muertos, los rehenes de mono naranja y el islam. Coctelera y sale The State. El trabajo de documentaci¨®n es bueno, ah¨ª no hay peros, pero la producci¨®n hila para la televisi¨®n la pel¨ªcula que los medios ya han ido contando sobre el terror del ISIS. Nada nuevo. Pasa de puntillas y desde la superficie por un proceso tremendamente interesante: por qu¨¦ una joven brit¨¢nica querr¨ªa casarse con un desconocido al que ni siquiera entiende; por qu¨¦ una madre lleva a una guerra a su hijo; por qu¨¦ dos j¨®venes londinenses pierden el miedo a la muerte. Hay que penetrar en sus cabezas. Es una oportunidad no aprovechada que, no obstante, ofrece a la audiencia una visi¨®n digerible de c¨®mo ha sido, grosso modo, la pesadilla vivida en el norte sirio controlado por los yihadistas. Hoy, la cosa es muy diferente.
La recreaci¨®n cinematogr¨¢fica es un arte. Te mete dentro de la historia. Maestros de este ¨²ltimo, haberlos haylos, como el cineasta Steven Soderbergh, un genio en el uso del color. Ejemplos recurrentes en este mundillo que da tanto miedo hay tambi¨¦n varios: desde la gran pel¨ªcula Paradise Now (2005) a Camino a Guant¨¢namo (2006) o Four Lions (2010). Por cierto, estas dos ¨²ltimas contaron con el actor brit¨¢nico-paquistan¨ª Riz Ahmed ¨Ctambi¨¦n conocido por The Night of, por la que acaba de ganar un premio Emmy-, que nada mal le hubiera venido a Kosminsky. En las tres cintas anteriores, uno se cree lo que ve, se mete dentro, se revuelve, pero la serie The State te expulsa en ocasiones con detalles como un hospital blanco inmaculado en medio del martilleo de los cazas; una vivienda con cocina y dormitorio modernos propios del vibrante Brick Lane londinense o, en fin, una batalla nocturna de plat¨® y decorado. Eso s¨ª, Kosminsky, que por razones obvias no pudo grabar en el norte de Siria, recrea con buen tino esa tierra des¨¦rtica, amarilla a la fuerza, que rodea el coraz¨®n del califato y que tantas veces eligieron los barbudos para grabar las escenas de cuchillo. Para esto ¨²ltimo, el director tuvo que trasladar las c¨¢maras hasta el sur de Espa?a.
?scar Guti¨¦rrez, autor de este texto, escribe de yihadismo en la secci¨®n de internacional de EL PA?S.
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