Mamotretos y orfandades
Los autores saben que las novelas ¡°gruesas¡± merecen anticipos mayores de los editores, lo que en muchos casos les lleva a alargarlas m¨¢s de lo que la historia requiere
1. Librotes
Seg¨²n datos proporcionados por LibriRed, al menos cuatro de las novedades m¨¢s vendidas en las dos ¨²ltimas semanas corresponden a novelas con m¨¢s de 500 p¨¢ginas. A saber, y por orden de ventas (que puede ir variando): 4321 (Auster, Seix Barral, Grupo Planeta), Berta Isla (Mar¨ªas, Alfaguara, Penguin Random House), Una columna de fuego (Follet, Plaza & Jan¨¦s, Penguin Random House) y Los pacientes del doctor Garc¨ªa (Almudena Grandes, Tusquets, Planeta). Alguna de ellas tan enorme (la de Auster tiene 957 p¨¢ginas con m¨¢s o menos 66 caracteres por l¨ªnea) que a su lado la de Mar¨ªas, por ejemplo (544 p¨¢ginas, unos 56 caracteres por l¨ªnea), parece una novela ¡°corta¡±. En lo que a m¨ª respecta, y le¨ªdas hasta la fecha dos de las citadas, constato el evidente desajuste entre su longitud y el tiempo que a su lectura puede dedicar la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos. El p¨²blico de las grandes novelas del XIX dispon¨ªa de m¨¢s tiempo y, sobre todo, de menos ¡°tentaciones¡± externas a la lectura. En todo caso, si uno consigue sumergirse hasta el final en uno de esos cuatro librotes (publicados por los dos mayores grupos de la edici¨®n espa?ola), tendr¨¢ inevitablemente cierta sensaci¨®n de orfandad cuando pase la ¨²ltima p¨¢gina. Da igual que, como le ocurre a toda novela de cierta extensi¨®n ¡ªde Tolst¨®i a Joyce, de Grandes o Mar¨ªas a Mu?oz Molina o Fres¨¢n¡ª, el lector tenga de vez en cuando la sensaci¨®n de que le sobran p¨¢ginas y de que, en ocasiones, su lectura le resulte tediosa o redundante (en 4321, por ejemplo, se me hicieron cuesta arriba docenas de p¨¢ginas sobre la afici¨®n al b¨¦isbol del proteico adolescente Archie Ferguson, o el relato inserto sobre el ¡°est¨²pido par de zapatos¡±); pero lo cierto es que durante el prolongado (aunque inevitablemente intermitente) tiempo de lectura, uno ha estado viviendo en cierto modo en un mundo que no es el suyo habitual pero que no necesariamente le hace olvidarse de ¨¦l. Calvino dec¨ªa que los cl¨¢sicos ¡ªy podemos hacerlo extensivo a muchas novelas de ahora mismo¡ª iluminan con una luz original rincones de nuestra realidad a los que no prestamos suficiente atenci¨®n. Yo tuve esa sensaci¨®n ¡ªy tambi¨¦n la de orfandad, al final¡ª con la novela de Auster, un desmesurado, imperfecto, magn¨ªfico tour de force que sigo recomendando a quien se atreva (y tenga tiempo y tranquilidad para ello). En todo caso, y como apunte nada banal a lo dicho, los autores saben que las novelas ¡°gruesas¡± merecen anticipos mayores de los editores, lo que en muchos casos les lleva a alargarlas m¨¢s de lo que la historia requiere. Y eso se nota, queridos improbables lectores de este sill¨®n hoy casi desorejado.
2. Culturas
Juan Pablo Fusi (1945), uno de mis historiadores de referencia ¡ªadem¨¢s de un excelente comunicador, algo que aprendi¨® de sus maestros brit¨¢nicos¡ª, ha mostrado siempre un especial inter¨¦s por los aspectos m¨¢s concretos de la cultura. Recuerdo, entre otros ejemplos, el volumen que dedic¨® al asunto en Un siglo de Espa?a, la serie en tres tomos publicada por Marcial Pons en 1999, y en el que estudiaba las manifestaciones culturales (como expresi¨®n significativa de la vertebraci¨®n de las actitudes e intereses de la gente) desde finales del XIX hasta la Transici¨®n. En Espacios de libertad (Galaxia Gutenberg), Fusi retoma, acot¨¢ndolo en el tiempo, aquel trabajo, inventariando las manifestaciones de la cultura espa?ola desde 1960 a 1990, y precedi¨¦ndolo de una breve introducci¨®n acerca de la cultura del primer franquismo. El libro, que constituye un documentado ensayo bibliogr¨¢fico sobre esos 30 a?os cruciales en que la cultura intervino decisivamente en la ¡°reinvenci¨®n¡± de la democracia, es, seg¨²n su autor, ¡°b¨¢sicamente¡± y ¡°con muy pocas alteraciones¡±, el discurso que ley¨® en su acto de recepci¨®n como acad¨¦mico de la Historia: una afirmaci¨®n que no deja de sorprender, habida cuenta de que la lectura p¨²blica de sus m¨¢s de 130 p¨¢ginas (introducci¨®n, bibliograf¨ªa e ¨ªndices aparte) har¨ªa que el discurso de Fusi ante los (presumiblemente) sufridos acad¨¦micos aventajara en duraci¨®n a los de Castro en su m¨¢s inspirado momento. En todo caso, Fusi ha escrito lo que podr¨ªamos llamar un trabajo de ¡°fondo de armario¡± para consultar a menudo, y en el que destaca especialmente la secci¨®n acerca del giro historiogr¨¢fico evidente desde los a?os sesenta y que alej¨® el modo de contar nuestra historia de los esencialismos interpretativos anteriores. Un libro bien documentado para consultar a menudo.
3. Latinoam¨¦rica
Ah¨ª van algunos datos significativos acerca del momento del libro en Iberoam¨¦rica, extra¨ªdos del ¨²ltimo informe del CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en Am¨¦rica Latina y el Caribe; directora: Marianne Ponsford). Por segundo a?o consecutivo, en 2016 descendi¨® (un 3,4%) la producci¨®n de t¨ªtulos en la regi¨®n, hasta un total de 190.000, lo que supone algo m¨¢s de la mitad de la producci¨®n total espa?ola, para un continente cuya poblaci¨®n en dicho a?o era de 614,9 millones de habitantes: no es dif¨ªcil relacionar el descenso con la crisis que afecta a las econom¨ªas de algunos de los mayores productores (Argentina, M¨¦xico, Brasil). Significativo tambi¨¦n resulta el porcentaje de t¨ªtulos por habitante seg¨²n pa¨ªses. En cabeza se sit¨²an Argentina (poblaci¨®n en 2016: 43,7 millones; PIB per capita: 10.261 d¨®lares), con 6,2 libros por cada 10.000 habitantes; Uruguay (3,4 millones; PIB per capita: 13.982), con 6,1; Chile (18,1 millones; PIB per capita: 14.800), con 4, y Costa Rica (4,9 millones; PIB per capita: 9.500), tambi¨¦n con 4. En la cola se sit¨²an Venezuela (30,9 millones; PIB per capita: 7.069 d¨®lares) con 1 libro por cada 10.000 habitantes; Guatemala (16,2 millones; PIB per capita: 3.175), con 0,6, y Nicaragua (6,2 millones; PIB per capita: 1.915,6), con 0,2 libros por cada 10.000 habitantes.
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