Clarita y sus 800 nazis
Almudena Grandes ahonda en la red Stauffer que ayud¨® a criminales de guerra en ¡®Los pacientes del doctor Garc¨ªa¡¯, una desbordante novela donde interact¨²an historia y ficci¨®n
Clara Stauffer parece una mentira. Y no lo es. Con dinero, con energ¨ªa, con contactos, con ideolog¨ªa, con dobleces (espa?ola y alemana; nazi y falangista; deportista competitiva y propagandista de la opresi¨®n de la Secci¨®n Femenina; dadivosa con los suyos e implacable con el resto de la humanidad), dirigi¨® desde su piso madrile?o una red clandestina, que ayud¨® a 800 criminales de guerra a burlar la justicia internacional a partir de 1945. Un ardor justiciero, que fue aminor¨¢ndose conforme se calentaba la Guerra Fr¨ªa y se enfriaba la Segunda Guerra Mundial, y que lleg¨® a salpicar a la propia Clara, a veces Clarita. Ella fue la ¨²nica mujer que figur¨® en la Lista de los 104 reclamados en 1947 por el Consejo de Control Aliado al ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Mart¨ªn-Artajo. Ni uno solo, tampoco Clara, hija del director de la cervecera Mahou e ¨ªntima amiga y correligionaria de Pilar Primo de Rivera, fueron entregados por el r¨¦gimen de Franco, que protegi¨® a lo m¨¢s granado de la industria del exterminio que desat¨® el Tercer Reich, desde el croata Ante Pavelic al belga Le¨®n Degrelle.
Todos ellos desfilan por Los pacientes del doctor Garc¨ªa (Tusquets), la nueva novela de Almudena Grandes (Madrid, 1960), que se publicar¨¢ el pr¨®ximo 12 de septiembre y que constituye la cuarta entrega de los Episodios de una Guerra Interminable, la serie que arranc¨® en 2010 con una factura similar, con cap¨ªtulos hist¨®ricos intercalados entre los de ficci¨®n, con personajes y acontecimientos tan desconocidos como asombrosos. Sirva de ejemplo Johannes Bernhardt, el empresario que viaja hasta Bayreuth el 25 de julio de 1936 para entregar a Hitler la carta en la que Franco reclama m¨²sculo b¨¦lico. Al d¨ªa siguiente, el F¨¹hrer ordena que se env¨ªen a Espa?a 20 Junkers, que transportar¨¢n 15.000 soldados de Marruecos a Sevilla. A Franco le cambia la vida, a Bernhardt tambi¨¦n.
Franco fue generoso con los amigos de sus amigos. Al genocida Ante Pavelic, fundador del movimiento fascista ustacha y dictador t¨ªtere del Tercer Reich en Croacia, le proporcion¨® un pa¨ªs donde vivir y morir sin ser molestado por fiscales agresivos (Pavelic est¨¢ enterrado en el cementerio madrile?o de San Isidro). A la actriz Maria Petacci, de nombre art¨ªstico Miriam di San Servolo, le facilit¨® una estancia c¨®moda en Madrid y el acceso a las pel¨ªculas de Cifesa cuando las cosas se pusieron feas en Roma para todo lo que ol¨ªa a Mussolini, que acabar¨ªa colgado boca abajoen una gasolinera de Mil¨¢n junto a su amante Clara Petacci, hermana de la actriz.
A Le¨®n Degrelle, fundador del movimiento fascista belga Rex y oficial de las SS, le dio dinero ¡ªv¨ªa adjudicaciones de obra p¨²blica a su empresa¡ª y tanta seguridad que a menudo ni se molestaba en camuflarse bajo la identidad facilitada por el franquismo para cubrirle ante las peticiones de extradici¨®n de B¨¦lgica. Degrelle, condecorado por Hitler con cruces y palabras (le elogi¨® como el hijo que le habr¨ªa gustado tener), aterriz¨® de urgencia en 1945 en aguas de la Concha en el avi¨®n de Albert Speer, ministro y arquitecto del Tercer Reich.
Se podr¨ªa opinar que la novela es un ajuste de cuentas con la historiadora que no fue, pero Almudena Grandes voltea el argumento: ¡°Esta serie me ha devuelto al proyecto de historiadora que fui. La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un mont¨®n de a?os despu¨¦s me ha demostrado hasta qu¨¦ punto es importante lo que estudi¨¦. Probablemente yo no la habr¨ªa escrito igual si no fuera historiadora¡±. Por esta obra de ambici¨®n galdosiana van y vienen 207 personajes, incluidas 45 criaturas que en su d¨ªa fueron de carne y hueso. La cadena de acontecimientos, que discurren en escenarios de nueve pa¨ªses (del campo nazi de Klooga en Estonia a un despacho dem¨®crata del Capitolio), arranca en 1936, mientras Hitler escucha a Wagner en Bayreauth, y colea hasta 1976, cuando tres militares toman el poder en Buenos Aires. De golpe a golpe. Entre ambos, personajes que se mueven por la retaguardia, las trincheras y los rescoldos de la matanza que pespuntean Europa durante la primera mitad del siglo XX.
¡°Gald¨®s nos ense?a a contar la historia desde abajo¡±
La saga literaria de Almudena Grandes mira bajo la alfombra de la guerra y la dictadura para rescatar h¨¦roes min¨²sculos, malos de buen coraz¨®n, haza?as an¨®nimas, vidas perras, incluso emociones clandestinas en personajes sobreexpuestos como Dolores Ib¨¢rruri, cuya pasi¨®n por Francisco Ant¨®n, escondida por el PCE para proteger la imagen ic¨®nica de Pasionaria, se narra en In¨¦s y la alegr¨ªa (2010, 13 ediciones). Entonces la novelista revivi¨® un episodio apenas conocido y asombroso: la invasi¨®n del valle de Ar¨¢n en 1944 para tumbar a Franco. En El lector de Julio Verne (2012, nueve ediciones) rescata la lucha de los maquis de la Sierra Sur de Ja¨¦n durante un trienio de plomo. Y en Las tres bodas de Manolita (2014, ocho ediciones) se sumerge en el Madrid de est¨®magos vac¨ªos y c¨¢rceles llenas de la posguerra, adem¨¢s de destapar la siniestra explotaci¨®n laboral de menores, hijos de rojos, por ¨®rdenes religiosas como los ?ngeles Custodios. Un camino narrativo que tiene un maestro. "Gald¨®s", sostiene la escritora, "nos ense?a a contar la historia desde abajo, desde la gente corriente".
El fresco hist¨®rico arropa una trama de espionaje orquestada desde Inglaterra por el presidente Juan Negr¨ªn y el embajador Pablo Azc¨¢rate, que pretenden devolver por v¨ªa diplom¨¢tica la democracia que se perdi¨® por las armas. Desenmascarar la complicidad de la dictadura con pr¨®fugos del nazismo, refugiados en Espa?a o Argentina, se convierte en su ¨²ltima esperanza para lograr un cambio pol¨ªtico. Ser¨¢ la misi¨®n de dos esp¨ªas de ficci¨®n, el m¨¦dico Guillermo Garc¨ªa Medina y el diplom¨¢tico Manuel Arroyo Ben¨ªtez, a quienes la escritora zarandea con sucesivas identidades y a quienes regala noches de dicha.
¡°Para escribir una novela as¨ª hay que llegar un equilibrio perfecto entre la libertad creativa y la lealtad a la verdad hist¨®rica¡±, reflexiona Almudena Grandes por tel¨¦fono desde Rota (C¨¢diz), donde apura los ¨²ltimos d¨ªas de vacaciones antes de sumergirse en la promoci¨®n de una novela costosa. La que m¨¢s. Cuatro a?os ha necesitado para sacar adelante este proyecto, que tambi¨¦n le ha proporcionado peque?os placeres (introducir un espa?ol mexicano) y alguna que otra preocupaci¨®n. ¡°No puedo traicionar a los personajes reales. Tengo que poner en su cabeza y en su boca cosas que ellos habr¨ªan podido decir si se encontraran en esa situaci¨®n. Como ya tengo confianza, me voy embalando y ya tengo a Negr¨ªn y Azc¨¢rate de personajes, pero procuro estar segura de que si ellos leyeran la novela, no se extra?ar¨ªan. Esa es mi barrera¡±.
Parapetada tras horas de documentaci¨®n, Grandes recurre a historiadores ¡ªcomo Enrique Moradiellos, bi¨®grafo de Negr¨ªn¡ª cuando algo la inquieta. ¡°Para m¨ª es m¨¢s importante que para otros. En este momento me he convertido en una escritora antisistema. No lo parezco porque no llevo rastas pero en la medida en que mi relato no contribuye a afianzar la versi¨®n de la equidistancia, soy consciente de que mantengo una versi¨®n disidente en el contexto de la literatura contempor¨¢nea¡±.
En esa visi¨®n disidente se encuadra una activa defensa de los valores de la Segunda Rep¨²blica y una reivindicaci¨®n de aquellos secundarios de la historia que lucharon por ellos. Con armas, letras o bistur¨ªes. Como Norman Bethune, el m¨¦dico canadiense que moviliz¨® fondos hasta lograr trasladar un equipo a Espa?a que salv¨® vidas de milicianos en el frente de Madrid y de civiles en la carretera de M¨¢laga a Almer¨ªa. Por m¨¢s que se le racanee, Bethune tiene un lugar en la historia. Su m¨¦todo para conservar la sangre permiti¨® por vez primera realizar transfusiones sin necesidad de que receptor y donante estuviesen juntos.
El segundo homenaje de la escritora se dirige a los estudiantes que se movilizan en Madrid con m¨¢s idealismo que eficacia para tratar de hundir al r¨¦gimen al mismo tiempo que la ONU. ¡°Los ten¨ªa que meter en alguna novela¡±, se?ala Grandes, que se conmovi¨® con la lectura de El fin de la esperanza, testimonio publicado en 1949 en Les Temps Modernes, la revista de Sartre y Beauvoir, con un seud¨®nimo que ocultaba la identidad de Marcelo Saporta, uno de aquellos j¨®venes, que en enero de 1946 escribi¨® en Madrid: ¡°Un pu?ado contin¨²a luchando. Caen todos los d¨ªas. Daos prisa o llegareis demasiado tarde, cuando hayamos ca¨ªdo todos, uno despu¨¦s de otro, sin esperanza¡±.
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Autor: Almudena Grandes.
Editorial: Tusquets (2017).
Formato: Tapa blanda (768 p¨¢ginas).
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