Un brindis por el teatro y la vida

"Solo papelitos. Pero yo espero. Alg¨²n d¨ªa tendr¨¦ una oportunidad, y sabr¨¢n qui¨¦n soy. S¨ª, todo el mundo ver¨¢ que soy una actriz, una buena actriz, una buena c¨®mica. Yo espero, yo espero, yo espero", clamaba, como en una letan¨ªa, Christian Galv¨¦ en la secuencia inicial de C¨®micos (Juan Antonio Bardem, 1954), reflexi¨®n dram¨¢tica sobre la interpretaci¨®n y el universo teatral, una de las grandes de nuestra historia. Una frase que vuelve a resonar cuando en Los comensales, inclasificable pel¨ªcula documento de Sergio Villanueva alrededor del teatro, el actor Quique Fern¨¢ndez cuenta, como un chiste, que la frase ret¨®rica de los contestadores autom¨¢ticos de los actores es "no estoy, pero puedo". La espera de los c¨®micos. Las dificultades del oficio. Tambi¨¦n sus grandezas. Una pel¨ªcula brindis por la vida en, entre, para y por el teatro.

Un director (y tambi¨¦n actor), Sergio Peris-Mencheta, una dramaturga, la uruguaya Denise Despeyroux, y tres int¨¦rpretes, Quique Fern¨¢ndez, Silvia Abascal y el tambi¨¦n autor y director Juan Diego Botto, quedan para comer en un jard¨ªn sin cerezos pero con aroma chejoviano, y son filmados por Villanueva. No se interpretan a s¨ª mismos; son ellos mismos. Y hablan, fundamentalmente, sobre teatro, pero tambi¨¦n sobre la vida. ?Acaso no es lo mismo? Sin guion previo y con di¨¢logos improvisados, se interrogan sobre la creaci¨®n. Y van expulsando tambi¨¦n sus existencias: muertes, dramas, pasiones, depresiones, miedos, inseguridades y (pocas) certezas. Salvo la de su amor por el oficio.

Villanueva, con varias c¨¢maras, rueda y monta con gusto, posando la mirada en sus reacciones, sus silencios, sus risas. Con elipsis musicales donde la banda sonora de Mario de Benito y los encadenados de montaje, utilizando ese jard¨ªn como estancia de elocuencia l¨ªrica, hacen fluir un relato vital anclado en lo cotidiano, como en una pel¨ªcula de Eric Rohmer o Richard Linklater.

Quiz¨¢ a algunos se les corte el rollo, como en la t¨ªpica reuni¨®n de pandilla, cuando suena el trovador de la guitarra, pero todas las grandes comidas tienen sus picos. Y se trata de apenas un instante en un conjunto muy interesante, en lo profesional y en lo humano. El de un grupo de seres humanos con una vocaci¨®n, que casi siempre funciona como salvaci¨®n, la de la creaci¨®n, pero que a veces tambi¨¦n es una condena, la de la espera.