Sevilla, una afici¨®n ¡®low cost¡¯
Rafael Serna result¨® herido grave en la axila derecha al matar el toro de su alternativa
Dos noticias y una triste conclusi¨®n.
La primera es que Rafael Serna, torero sevillano que tom¨® la alternativa, fue prendido al entrar a matar a su primer toro, y el recuerdo de que se lleva de su d¨ªa so?ado es una cornada grave en la axila derecha. Mala suerte.
La segunda es que Alejandro Talavante, el sustituto inesperado de Manzanares, dibuj¨® un manojo de preciosos naturales a un noble toro de una mala corrida, y su obra art¨ªstica la emborron¨®, y de qu¨¦ fea manera, con seis pinchazos. P¨¦simo colof¨®n.
Y la conclusi¨®n: la afici¨®n de Sevilla se ha renovado y ahora es ¡®low cost¡¯. La de antes, la de hace unos a?os, la sabia, generosa y exigente afici¨®n sevillana, orgullo de la tauromaquia en el mundo entero, ha muerto, y ha dado paso a unos espectadores aplaudidores, festivos, triunfalistas, sorprendentes y bullangueros.
Garc¨ªa Jim¨¦nez/Talavante, Roca, Serna
Toros de Hnos. Garc¨ªa Jim¨¦nez, bien presentados, astifinos, mansos, sosos y sin clase, a excepci¨®n del segundo, noble y de gran calidad en el tercio final.
Alejandro Talavante: cinco pinchazos _aviso_ pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada (oreja); en el que mat¨® por cogida de Serna, bajonazo (ovaci¨®n).
Roca Rey: pinchazo y bajonazo (palmas); pinchazo y gran estocada (ovaci¨®n).
Rafael Serna, que tom¨® la alternativa: estocada (ovaci¨®n recogida por la cuadrilla). Fue cogido al entrar a matar e intervenido en la enfermer¨ªa de una herida en la axila derecha con una trayectoria distal de 12 cms. con arrancamiento de rama de vena axilar, contundiendo plexo braquial y arteria braquial. Pron¨®stico grave.
Plaza de la Maestranza. Segunda y ¨²ltima corrida de feria. 24 de septiembre. Casi lleno.
Vean si no. Andaba Talavante intentando meterle el diente al descastado y soso cuarto toro de la tarde, al que le dio muchos pases inconsistentes y un par de manoletinas, tan de moda en los tiempos actuales. Se perfila para matar, se echa sobre el morrillo -se supone que para olvidar el marr¨®n del toro anterior-, con tan mala suerte de que el toro lo empala entre las piernas, lo voltea con estr¨¦pito, lo levanta y lo lanza contra el albero. Se levant¨® el torero desmadejado, pero sin cornada, afortunadamente. Consternados por la voltereta, los tendidos se poblaron de pa?uelos, se supone que para que el maestro se sobrepusiera del susto, y el presidente, a la vista del inter¨¦s general, sac¨® el suyo. Una oreja. ?Pero es que el p¨²blico pidi¨® con desmedido af¨¢n la segunda¡! Ver para creer. Menos mal que el us¨ªa se mantuvo en su sitio y evit¨® lo que hubiera sido un aut¨¦ntico disparate.
No qued¨® ah¨ª la cosa. Dicho queda que el primer toro de Talavante muri¨® despu¨¦s de seis pinchazos y una estocada. Pues la afici¨®n sevillana sorprendi¨® con una cerrada ovaci¨®n al pinchauvas, que tuvo el descaro de salir al tercio a saludar. ?Pero, hombre¡! Afici¨®n ¡®low cost¡¯ y figuras de bajo coste. El mismo Roca Rey, a la muerte del tercero, escuch¨® cuatro palmas -no eran m¨¢s- y le falt¨® tiempo para tomar el capote y salir al tercio. ?D¨®nde hemos llegado¡! Y la guinda es que en Sevilla tambi¨¦n se aplaude a los picadores por no picar y a cualquier banderillero que salga airoso del encuentro con el toro. En fin¡
Rafael Serna se fue con paso firme hasta la puerta de chiqueros en cuanto sonaron los clarines. Hinc¨® las rodillas, agach¨® la cabeza, se concentr¨®, rez¨® durante unos segundos, se santigu¨® y avis¨® al torilero que abriera la puerta de los miedos. El toro sali¨® con velocidad, lo atropell¨® y result¨® indemne del encuentro por puro milagro. Dibuj¨®, eso s¨ª, unas apasionadas ver¨®nicas, y momentos despu¨¦s una airosas chicuelinas, al tiempo que el animal demostraba su mansedumbre en el caballo. Se fundi¨® con su padre en un emocionado abrazo y al muchacho se le atisbaron unas l¨¢grimas cuando se acercaba al toro, que mostr¨® movilidad y genio, humill¨® poco, sin celo ni clase. Quiz¨¢, por eso, la faena destac¨® m¨¢s por la entrega del torero que por el fundamento del toreo realizado. Lo intent¨® Serna de veras, pero su labor no alcanz¨® la altura deseada. Y, despu¨¦s, la cogida. Se libr¨® Serna de su primer encuentro con el toro, pero no del ¨²ltimo; pas¨® a la enfermer¨ªa y ah¨ª se rompi¨® la tarde.
El mejor toro, el segundo, le toc¨® a Talavante, que tambi¨¦n lo recibi¨® de rodillas en la puerta de toriles. Manso y suelto como lo dem¨¢s, lleg¨® a la muleta con recorrido y exquisita calidad en su embestida. El torero tom¨® la zurda y dibuj¨® cinco tandas naturales de distinta calidad, pero de las que sobresalieron un manojo de muletazos de irreprochable templanza, hondos, hermosos y sublimes. No fue una faena redonda; larga, quiz¨¢, pero con pasajes de gran dimensi¨®n art¨ªstica. La ¨²nica pega es que, en casos como este, el dulce temperamento del toro lo convierte en pinche del cocinero artista; es decir, desaparece la lidia y el ¨²nico protagonista es el torero. Pero as¨ª es el toreo moderno¡ Despu¨¦s, llegar¨ªan los pinchazos y el rid¨ªculo del p¨²blico y del propio torero.
A¨²n mat¨® el torero extreme?o el sexto en sustituci¨®n del herido. Otro animal sin clase, al que tambi¨¦n recibi¨® en la puerta de chiqueros, y nada pudo hacer ante la soser¨ªa desesperante del animal.
Roca Rey se encontr¨® con el peor lote, y su gran empe?o, por agradar fue in¨²til. Variado y vistoso con el capote, lo intent¨® de veras, pero su entrega no encontr¨® el eco deseado. Valeroso y animoso, su cartel se mantuvo intacto.
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