Muere el actor Jean Rochefort, protagonista de ¡®El marido de la peluquera¡¯
El famoso int¨¦rprete franc¨¦s trabaj¨® en cerca de 150 pel¨ªculas
Jean Rochefort fue un hombre a un bigote pegado. Se lo dej¨® crecer tarde, habiendo superado ya los 40, pero despu¨¦s nunca se lo pudo volver a afeitar. ¡°Quedarme sin bigote es como quedarme sin calzoncillos. Sin bigote me encuentro obsceno¡±, sol¨ªa decir con su conocida flema, que pr¨¢cticamente lo emparentaba con los brit¨¢nicos. Sorna y mostacho habr¨¢n sido, seguramente, los principales rasgos distintivos de este veterano y carism¨¢tico actor, fallecido en Par¨ªs en la noche del domingo a los 87 a?os, tras haber participado en 150 pel¨ªculas. Se hab¨ªa casado dos veces y ten¨ªa seis hijos.
Con Rochefort se marcha otro miembro m¨¢s de una irrepetible generaci¨®n de int¨¦rpretes franceses, la llamada banda del conservatorio, integrada por distintos nombres que coincidieron en la escuela de arte dram¨¢tico de Par¨ªs durante los cincuenta, como Jean-Paul Belmondo, Jean-Pierre Marielle, Philippe Noiret o Annie Girardot. ¡°No ¨¦ramos ni guapos ni feos, por lo que nos arrinconaron en la categor¨ªa de los inclasificables, consagrados a los papeles secundarios¡±, explic¨® a Le Figaro en 1964. Su destino terminar¨ªa siendo, como han demostrado sus respectivas trayectorias, totalmente distinto.
El actor naci¨® en Par¨ªs en 1930, hijo de un industrial y una contable, ambos de origen bret¨®n. Creci¨® en Vichy durante los a?os turbios de la Segunda Guerra Mundial, antes de mudarse a Nantes, donde empez¨® a estudiar interpretaci¨®n, y despu¨¦s a Par¨ªs, donde debut¨® en el teatro en 1953.
Poco despu¨¦s estrenaba una versi¨®n musical inspirada en un texto de Raymond Queneau, a las ¨®rdenes de Jean Vilar, fundador del Festival de Avi?¨®n. Junto a la actriz Delphine Seyrig lograr¨ªa que Harold Pinter, dramaturgo de moda en la escena brit¨¢nica, les cediera dos obras con las que triunfaron en la capital francesa.
Hacia la misma ¨¦poca empiezan a llegarle ofertas del cine. Fue su amigo Belmondo quien impuso su nombre a los productores de Cartouche (1962), una comedia de ¨¦poca dirigida por Philippe de Broca, referente del cine comercial que lo volver¨ªa a contratar en Las tribulaciones de un chino en China (1965) y El diablo por la cola (1969). En los setenta, Otro nombre clave en la comedia generalista de la posguerra francesa, Yves Robert, con quien ya hab¨ªa coincidido en sus inicios, lo escoger¨¢ para ?Qu¨¦ vida la del artista!, junto a Marcello Mastroianni, y Un elefante se equivoca enormemente, un gran ¨¦xito en la Francia giscardiana.
El director Patrice Leconte, de gran ¨¦xito en el cine de los ochenta y noventa, lo convertir¨¢ en su actor fetiche, ofreci¨¦ndole papeles en T¨¢ndem (1987), El marido de la peluquera (1990) ¡ªtal vez, su pel¨ªcula m¨¢s conocida en el extranjero¡ª, La mat¨¦ porque era m¨ªa, Ridicule (1996) y El hombre del tren (2002). Sin embargo, hab¨ªa sido Bertrand Tavernier quien provoc¨® un punto de inflexi¨®n en su carrera en los setenta, al concederle un papel coprotagonista en El relojero de Saint Paul, junto a Noiret, otro antiguo c¨®mplice. Ser¨¢ su puerta de acceso al cine de autor. En esa d¨¦cada rodar¨¢ con Luis Bu?uel en El fantasma de la libertad, con Bertrand Blier en Calmos. En 1994 trabajar¨ªa a las ¨®rdenes de Robert Altman en Pr¨ºt-¨¤-porter. Con Terry Gilliam participar¨ªa en su adaptaci¨®n abortada de El Quijote, cuya suspensi¨®n se convertir¨¢ en el mayor pesar de su larga carrera.
Rochefort, actor superdotado y ganador de tres premios C¨¦sar ¡ªel ¨²ltimo, honor¨ªfico, en 1999¡ª, se consideraba, en realidad, muy poca cosa. ¡°No me tomo nada en serio. Ni a m¨ª mismo ni a mi arte. Me da igual mi imagen de marca. He rodado bastantes bodrios, solo por el dinero que me reportaban. Despu¨¦s lo dejaba durante un tiempo para evitar caer en una depresi¨®n nerviosa. Soy l¨²cido y, seguramente, tambi¨¦n mediocre¡±, dijo a T¨¦l¨¦rama en 1994.
Su curiosidad le llev¨® tambi¨¦n a trabajar en Espa?a, a las ¨®rdenes de Jaime Camino en El largo invierno (1992), junto a El Tricicle en Palace y con Fernando Trueba en El artista y la modelo (2012), uno de sus ¨²ltimos grandes papeles. EL PA?S le visit¨® entonces en su casa del islote mediterr¨¢neo de Porquerolles, donde, desde la atalaya de sus 82 a?os, contemplaba ir¨®nico su carrera: ¡°He hecho m¨¢s de cien pel¨ªculas ¨Cquiz¨¢ 150¨C y la inmensa mayor¨ªa son aut¨¦nticas mierdas que hice porque me gustaban mucho los caballos y es un vicio caro¡±. Esa era precisamente la segunda pasi¨®n de Rochefort, los caballos: pose¨ªa un criadero en las afueras de Par¨ªs e incluso coment¨® competiciones h¨ªpicas para la televisi¨®n p¨²blica francesa.
Mofa del esnobismo
Aseguraba que esas pel¨ªculas ¡°con guiones lamentables¡± se convert¨ªan, tras echar un vistazo a su cuenta corriente, en ¡°perfectamente aceptables¡±. En la entrevista con EL PA?S, Rochefort relataba una an¨¦cdota para reflejar el esnobismo de la gente del cine. ¡°Se pusieron de moda las pel¨ªculas pornogr¨¢ficas y se exhib¨ªan en la salas m¨¢s off de Cannes. Un d¨ªa voy y veo a una chica haciendo sexo oral a un tipo que parec¨ªa llevar doce horas rodando. Aquello ten¨ªa una horizontalidad precaria, as¨ª que me carcaje¨¦ en mitad de la escena. Cuando sal¨ª me encontr¨¦ a Godard y Truffaut, y me rega?aron: ¡®?No has entendido el mensaje!¡±. Las risas le acompa?aban all¨¢ donde fuera, y estas nunca eran enlatadas.
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