La Am¨¦rica decadente habla en el desierto
El fot¨®grafo Richard Misrach recorre el suroeste de Estados Unidos en busca de mensajes del descontento social sobre rocas y edificios abandonados
Tres d¨ªas antes de las ¨²ltimas elecciones norteamericanas, Richard Misrach vagaba sin rumbo por el desierto de Nevada. En medio de la nada, alguien hab¨ªa colocado una pancarta: ¡°Trump ama al pueblo americano¡±. ¡°Cuando sali¨® elegido, se hizo evidente para m¨ª que en el pa¨ªs pasaba algo de lo que no era consciente. La mitad del pa¨ªs no lo era¡±, recuerda el fot¨®grafo californiano (Los ?ngeles, 1949), que lleva 30 a?os captando con la c¨¢mara la colisi¨®n de la cultura humana con la naturaleza en los paisajes m¨¢s desolados del suroeste de EE UU.
En busca de respuestas, Misrach acudi¨® a sus instant¨¢neas in¨¦ditas de la ¨¦poca de Obama y la crisis financiera (2008-2016): ¡°Estaban repletas de signos de ira y desesperaci¨®n surcando el paisaje americano: cuerdas de un ahorcado tiradas en el suelo de una comunidad inundada, hogares desahuciados y abandonados cubiertos de mensajes pintados con spray, una cuna a estrenar en una casa quemada, im¨¢genes de Jesucristo utilizadas para la pr¨¢ctica de tiro¡¡±. El fot¨®grafo reuni¨® aquellas im¨¢genes bajo el nombre Premonitions y decidi¨® emprender una nueva serie, The writing on the wall, que present¨® este verano en San Francisco y en la que sigue trabajando a d¨ªa de hoy.
¡°La gente en las grandes ciudades de los llamados 'estados azules' [dem¨®cratas] no se dio cuenta de la miseria dist¨®pica que estaba siendo experimentada por tantos en las ¨¢reas rurales del pa¨ªs, incluso en estados aparentemente pr¨®speros como California¡±, opina Misrach, que en 1979, siendo un veintea?ero influenciado por el orientalismo, las drogas psicod¨¦licas y la literatura espiritual de autores como Blake, Ouspensky y Castaneda, dej¨® su trabajo urbano para aventurarse en el paisaje ¡°aislado y m¨ªstico¡± del desierto. Ese fue el origen de su proyecto vital, Desert Cantos, un vasto conjunto fotogr¨¢fico en el que sus dos ¨²ltimos trabajos representan las series 38 y 39. ¡°Hab¨ªa descubierto que el paisaje des¨¦rtico quintaesencialmente americano estaba lleno de historias. Encontr¨¦ s¨ªmbolos frescos de cultura y conflicto que no solo representaban al Oeste, sino a toda la naci¨®n¡±, explica el autor de trabajos como Border Cantos (2016), sobre el drama fronterizo con M¨¦xico, y Destroy this memory (2010), que refleja la desolaci¨®n de Nueva Orleans tras el hurac¨¢n Katrina.
Desde noviembre del a?o pasado, el fot¨®grafo busca conscientemente los s¨ªntomas de la depresi¨®n social de la Am¨¦rica de Donald Trump en las soledades de Arizona, Nevada, Utah, Nuevo M¨¦xico, Texas y el sur de California. Su ritual siempre es el mismo: ¡°Me monto en el coche y conduzco sin direcci¨®n fija para ver lo que descubro en las carreteras secundarias¡±, relata Misrach, que cada vez encuentra m¨¢s mensajes de ira y desesperaci¨®n pintados en edificios abandonados y formaciones rocosas. Entre cl¨¢sicos como ¡°Bobby ama a Mary¡± o ¡°Yo estuve aqu¨ª¡± se multiplican otros del estilo ¡°Que le jodan a la ley¡±, ¡°Prende fuego a tu banco local¡±, ¡°A nadie le importamos¡±¡
¡°Son como formas primitivas de SMS. Y las esv¨¢sticas, falos, corazones y s¨ªmbolos de anarqu¨ªa como emoticonos ancestrales¡±, reflexiona el fot¨®grafo, que se pregunta por qu¨¦ en una ¨¦poca en la que la gente dispone de alcance global con las redes sociales, algunos todav¨ªa se molestan en expresarse en mitad de la nada. ¡°Quiz¨¢ sea un gesto existencial hacia el universo¡±.
Era verano, poco antes del ataque de supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia), cuando Misrach encontr¨® un s¨ªmbolo nazi pintado en el interior de un edificio en ruinas en Barstow (California). No es el ¨²nico que ha encontrado ¨²ltimamente: ¡°Parece haber muchas m¨¢s esv¨¢sticas que en el pasado¡±, apunta. Esta en concreto solo era visible desde el exterior a trav¨¦s de un agujero en la puerta y adoptando el ¨¢ngulo correcto, lo que le oblig¨® a encaramarse con su tr¨ªpode al techo del coche para tomar la instant¨¢nea. Inmediatamente la imagen se le revel¨® como una ¡°poderosa met¨¢fora¡± del momento que vive Estados Unidos: ¡°All¨ª ten¨ªa una estructura desmoronada, descuidada, un lamento por una era m¨¢s feliz y ya pasada. Escondido entre las ruinas, pero recientemente pintado, un nuevo momento apenas perceptible estaba emergiendo, caracterizado por el odio y el prejuicio¡±.
En sus traves¨ªas por el suroeste, el fot¨®grafo enciende la radio y se fuerza a escuchar el discurso que ¡°domina las ondas en el campo¡±. ¡°En esas zonas rurales uno no sintoniza la Radio P¨²blica Nacional o cualquier emisora moderada. Son, casi exclusivamente, talk shows religiosos o de derechas escupiendo veneno todo el d¨ªa¡±, afirma Misrach, que opina que ¡°esos tipos tienen m¨¢s influencia sobre los estados conservadores y el propio Trump de lo que la gente piensa¡±. Los grafitis, sin embargo, van cambiando como si formaran parte de una discusi¨®n silenciosa que el pa¨ªs mantiene consigo mismo. Si durante enero y febrero dominaban los favorables a Trump, ¨²ltimamente Misrach ha advertido que muchos est¨¢n tachados, y algunas esv¨¢sticas neutralizadas en cuadrados. ¡°Es como Alemania en los a?os 30 cuando, mientras Hitler consolidaba su poder, los matones comunistas combat¨ªan a los matones nazis¡±, compara el artista, que llevaba varios meses con estas ideas cuando el pasado agosto estallaron los disturbios violentos de Charlottesville y Berkeley. ¡°Fue escalofriante¡±.
En un pa¨ªs polarizado, dividido por una creciente desigualdad econ¨®mica que ya afecta a la esperanza de vida y preso de una epidemia de hero¨ªna que en 2016 mat¨® a m¨¢s estadounidenses que toda la guerra de Vietnam, Misrach sigue cogiendo su coche y buscando indicios de la decadencia. ¡°Planeo continuar el proyecto durante al menos otro a?o. Creo que el grafiti nos contar¨¢ muchas cosas sobre la direcci¨®n del pa¨ªs. Permanezcan atentos¡±.
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