El fin de la comedia
Carlo Padial sigue aqu¨ª explorando las posibilidades del fracaso de lo c¨®mico
En el arranque de Ferdydurke, la obra maestra de Witold Gombrowicz, el protagonista, treinta?ero, recibe la visita de un maestro de escuela que lo infantiliza antes de llevarlo de vuelta a las aulas. La comedia llena de efectos especiales que Carlo Padial y Berto Romero ruedan de manera harto accidentada en Algo muy gordo ¡ªes decir, la pel¨ªcula nonata dentro de esta pel¨ªcula de andamiajes y blue screen a la vista¡ª parte de una premisa muy parecida: un famoso guionista de televisi¨®n es devuelto a la EGB por un representante de la Ley (as¨ª en abstracto) que un Javier Botet en estado de gracia sit¨²a cerca de una versi¨®n clownesca de los funcionarios que detuvieron a Josef K.
ALGO MUY GORDO
Direcci¨®n: Carlo Padial.
Int¨¦rpretes: Berto Romero, Carolina Bang, Javier Botet, Miguel Noguera.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2017
Duraci¨®n: 87 minutos.
Si Gombrowicz utiliz¨® el retorcimiento del lenguaje en su program¨¢tico pulso entre la Inmadurez y la Forma, Carlo Padial sigue aqu¨ª explorando las posibilidades del fracaso de lo c¨®mico que distinguieron sus trabajos anteriores ¡ªlargos como Mi loco Erasmus (2012) y Taller Capuchoc (2014), piezas para la web como la serie Go, Ibiza, Go¡ª. En su universo creativo, la imposibilidad de la comedia acaba dando forma a una suerte de pesadilla paranoica que aqu¨ª se focaliza sobre la figura de un Berto Romero suspendido sobre una Nada que es, al mismo tiempo, literal ¡ªel c¨®mico enfundado en mono de motion capture rodeado de pantallas para el croma¡ª y simb¨®lica ¡ª?hasta cu¨¢ndo podr¨¢ sobrevivir el humor a su propia desarticulaci¨®n?¡ª.
En Algo muy gordo se asiste al viaje a ninguna parte en busca de un Absoluto ¡ªuna comedia capaz de revolucionar el g¨¦nero¡ª, con deserci¨®n del director incluida ¡ªal modo de Las mil y una noches (2015) de Miguel Gomes¡ª y cancelaci¨®n final. Un cr¨ªtico tiene que juzgar las pel¨ªculas que ve y no las que desear¨ªa ver, pero el ¨²ltimo trabajo de Padial abre la puerta a considerar que, quiz¨¢, hubiese sido m¨¢s estimulante ver c¨®mo el cineasta intentaba integrar su po¨¦tica (pos)humor¨ªstica en una comedia de vocaci¨®n comercial, en lugar de contemplar c¨®mo las estrategias del desconcierto que sorprendieron en Mi loco Erasmus flirtean con el riesgo de convertirse en f¨®rmula.
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