Memoria de un Quijote infatigable
Al crear sus mundos de ficci¨®n, llama la atenci¨®n la minuciosidad con la que reconstruye el entorno
?Qu¨¦ despertar el que hemos tenido este jueves en Nicaragua con el anuncio del Premio Cervantes para Sergio Ram¨ªrez, cuando a¨²n celebr¨¢bamos el Premio Reina Sof¨ªa de Claribel Alegr¨ªa! El zumbido de mi tel¨¦fono respondiendo a la actividad de las redes sociales me hizo saber lo que ya present¨ªa: en la cima de su carrera, Sergio Ram¨ªrez ha ganado el Cervantes, el galard¨®n, estoy segura, que m¨¢s gusto le dar¨¢ recibir, no solo por su amor a Espa?a, sino porque el famoso personaje de Cervantes, se parece mucho a ¨¦l. Sergio no es un Quijote delgado; es alto, un poco desgarbado y con un rostro pensativo e impasible como el de un fil¨®sofo de la corte de Nezahualcoyotl, el cacique sabio de Texcoco, pero en su coraz¨®n hay un enmendador de entuertos, un arrojado luchador contra villanos y un fiel creyente en el valor salvador de las palabras y la fantas¨ªa.
La pol¨ªtica y la literatura empezaron por eso tomadas de la mano de Sergio que se entreg¨® al sue?o de una Nicaragua libre, desde sus a?os universitarios cuando empez¨® a escribir sus cuentos y su primera novela: Tiempos de fulgor. Ya desde entonces su papel de promotor de la literatura emergi¨® en la revista Ventana, que fue un hito para los j¨®venes escritores de esa ¨¦poca. Su memoria Adi¨®s Muchachos narra la historia de este Quijote y su papel en la revoluci¨®n que bot¨® a Somoza, su rol como Vice-Presidente y su desencanto posterior. Pero si Nicaragua perdi¨® un pol¨ªtico, las letras nicarag¨¹enses y espa?olas ganaron con creces un escritor y un humanista que agarr¨® su lanza en ristre y descubri¨® que el amor a la patria y a la humanidad tienen otras maneras de ser y contarse.
A menudo me pregunto c¨®mo hace Sergio cu¨¢nto hace. Creo que Tulita, su esposa y Dulcinea, es su arma secreta, su c¨®mplice magn¨ªfica. Con ella a la par este caballero andante es el infatigable creador no s¨®lo de su literatura sino de las literaturas del futuro. El encuentro de escritores que Sergio ha venido realizando, Centroam¨¦rica Cuenta, se ha convertido en cinco ediciones en un sello de enorme prestigio que ha logrado acercar a Centroam¨¦rica con Espa?a y Latinoam¨¦rica. Los j¨®venes tienen ahora un espacio para conocerse con otros de mayor trayectoria y enriquecerse mutuamente. En ellos, se incuba la literatura del futuro de nuestra regi¨®n.
En esta versi¨®n del Quijote, la empat¨ªa ha sido la ruta de un compromiso vital, que demuestra que no hay desencanto que no pueda convertirse en oportunidad y victoria. Sergio viaja sin parar, da conferencias, escribe novelas y cuentos magistrales. Aparte de eso, uno se lo encuentra visitando al amigo enfermo o necesitado de apoyo, condoli¨¦ndose en los entierros de personas queridas, asistiendo a presentaciones de libros o en conversatorios para promover las obras de sus colegas.
Yo apenas conoc¨ªa a Sergio cuando llegu¨¦ en 1976, sola a Costa Rica, al exilio. Nadie fue m¨¢s solidario conmigo desde el primer d¨ªa. Los dos arm¨¢bamos y escrib¨ªamos juntos el semanario Solidaridad que informaba sobre Nicaragua cuando apenas se organizaba la lucha. Fue Sergio quien lleg¨® a buscarme a mi casa en San Jos¨¦, el d¨ªa que la guardia somocista mat¨® a Eduardo Contreras, con quien ¨¦l sab¨ªa yo ten¨ªa una relaci¨®n amorosa. ?l me abraz¨® y me llev¨® consigo a su oficina para que no me quedara sola. All¨ª pas¨¦ la ma?ana, desolada, pero acompa?ada.
Pienso que este aspecto de Sergio, su empat¨ªa extraordinaria, es lo que lo ha hecho y lo hace un gran escritor. Al crear sus mundos de ficci¨®n, llama la atenci¨®n en su literatura la minuciosidad con la que reconstruye el entorno en que se mueven sus personajes. Los pone a vivir en su ¨¦poca registrando hasta los m¨¢s m¨ªnimos detalles: la m¨²sica que escuchan, el jab¨®n con que se duchan, las noticias que leen. Su amor por esa realidad llena de ficci¨®n que vivimos en Am¨¦rica Latina lo ha hecho extraer de los archivos de nuestra realidad historias como las del envenenador Oliverio Casta?eda en Castigo Divino, o esa aleaci¨®n de Rub¨¦n Dar¨ªo y Rigoberto L¨®pez P¨¦rez que se halla en Margarita est¨¢ linda la mar.
Somos felices hoy en Nicaragua. Desde Rub¨¦n Dar¨ªo la grandeza de nuestra literatura ilumina nuestras oscuridades.
Gioconda Belli es escritora nicarag¨¹ense.
Babelia
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