¡°Mundos de elocuencia se han perdido¡±
A prop¨®sito del documental 'A morir a los desiertos', de la catalana Marta Ferrer Carn¨¦
Leo en la espl¨¦ndida y largu¨ªsima ¨²ltima novela de Paul Auster, 4 3 2 1,?este poema o frase de seis palabras de Ren¨¦ Char, una invitaci¨®n a la melancol¨ªa que no s¨¦ cu¨¢ndo escribi¨® el poeta franc¨¦s, pero que evoca la lentitud con que se desvanece un instante, ese tiempo detenido cuando el amanecer comienza a iluminar los rascacielos de S?o?Paulo, los primeros rayos dejan ver la silueta del Popocat¨¦pelt o el sol calcina en el p¨¢ramo piedras y fierros viejos. Momentos que se apagan como el lejano ladrido de un perro al tren de la noche, el rezo de los creyentes, el canto de un hombre trabajando o el silencio de un ni?o concentrando en su juego, todas esas bellas, humildes, simples y tiernas escenas atropelladas por nuestro d¨¦ficit de atenci¨®n permanente y diaria aceleraci¨®n sin rumbo.
De la elocuencia de un mundo a punto de perderse trata precisamente el documental A morir a los desiertos, de la realizadora catalana Marta Ferrer Carn¨¦, sobre la pervivencia del canto cardenche en Durango, un g¨¦nero de m¨²sica popular creada por los trabajadores del algod¨®n de la Comarca Lagunera hace dos siglos. Un canto sin instrumentos, interpretado a capella a tres voces y con grandes tragos de sotol, sobre corazones rotos y el dolor de la vida. La pel¨ªcula avanza al hilo de este blues mexicano, con cierto parentesco con el corrido y remotos ecos religiosos, para describir el ocaso de una peque?a comunidad azotada por el viento del desierto y la constante incitaci¨®n a marcharse en el ferrocarril que la cruza. Los cantores, hombres mayores que a¨²n trabajan en la cantera del pueblo, viven el crep¨²sculo de su mundo, con pocas palabras pero con tanto humor como nostalgia, mientras sus nietos desembarcan y marcan el paso a ritmo de rap en las maquilas de m¨¢s al Norte. Ya no se recoge el algod¨®n a mano pero s¨ª se lijan o se cepillan, arriba y abajo una y cien veces durante jornadas extenuantes miles, millones de jeans, para el consumo mundial.
A morir a los desiertos fluye con naturalidad, sobria y sencillamente, sin ca¨ªdas de tensi¨®n y cargada de im¨¢genes esenciales e inolvidables como esa reverberaci¨®n del paso del tren reflejada en las paredes cargadas de estampas de santos de las casas. Honradez, devoci¨®n, verdad. Buena onda que durante 90 minutos nos a¨ªsla del ruidazo estridente en el que vivimos.?
Babelia
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