Al Nobel por la m¨²sica
El japon¨¦s Kazuo Ishiguro fue cantautor y lleg¨® a la literatura marcado por Dylan y Cohen
El domingo, se entrega en Estocolmo el Nobel de literatura a Kazuo Ishiguro. He revisado mucho de lo publicado en Espa?a sobre Ishiguro y apenas encuentro referencias a su vocaci¨®n original: el chico de Nagasaki ejerci¨® de cantautor; todav¨ªa confecciona letras para canciones que se graban y se venden.
Puedo entender ese silencio: en determinados ambientes resulta extravagante que un literato gaste su energ¨ªa en asuntos supuestamente banales. En las biograf¨ªas de Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes de 2012, se suele escatimar el dato nada trivial de que fue disquero. Es decir, empleado de una discogr¨¢fica durante bastantes a?os, responsable de la producci¨®n y/o lanzamiento de discos, incluso de la direcci¨®n del sello Pauta.
Kazuo Ishiguro no lleg¨® a esas alturas. Se conserva alguna foto suya de los a?os setenta, hirsuto y rodeado de guitarras. Ten¨ªa un puesto como trabajador social en Londres y dispon¨ªa de tiempo libre para pulir sus canciones y actuar en folk clubs. En 1980, sin embargo, viaj¨® a la universidad de East Anglia, en Norwich (Inglaterra) para hacer un m¨¢ster en escritura creativa y comprendi¨® que ambas ocupaciones eran incompatibles: "De repente, me vi con una chaqueta de pana con parches en los codos y pens¨¦ que ya no daba el tipo como m¨²sico". Puede sonar a boutade pero tiene l¨®gica si asumimos la importancia capital del look en el negocio musical brit¨¢nico.
?Y qu¨¦ le qued¨® de la pr¨¢ctica de la m¨²sica? Entrevistado para la can¨®nica serie The art of fiction, de la Paris Review, Ishiguro se confesaba disc¨ªpulo de Bob Dylan y Joni Mitchell. Aseguraba estar fascinado por el misterio, el territorio de lo no explicitado, que detect¨® inicialmente en el repertorio de Leonard Cohen.
Kazuo revela conexiones inesperadas: cuenta que humaniz¨® a su personaje m¨¢s celebrado ¡ªStevens, el mayordomo de Los restos del d¨ªa¡ª tras la escucha de una balada de Tom Waits, Ruby¡¯s arms. Ya lanzado, establec¨ªa paralelismos entre el oficio de novelista y el de cantautor: "Escribes la canci¨®n, eliges el arreglo y luego cantas encima".
En realidad, sus ¨²ltimos empe?os musicales est¨¢n lejos de esa autosuficiencia. Desde 2007, Ishiguro proporciona letras a la vocalista Stacey Kent, que su marido, el saxofonista Jim Tomlinson, convierte en canciones. La Kent, lanzada internacionalmente por el sello Blue Note, funciona en onda de bossa nova, aunque esas canciones puedan reflejar viajes por la Europa fr¨ªa; Stacey, apunta Ishiguro, sabe dar vida a personajes de ficci¨®n, privilegio de los novelistas.
Kazuo Ishiguro conversa con Stacey Kent y Jim Tomlinson sobre las canciones que hacen juntos.
Stacey Kent es estadounidense pero gusta especialmente en Francia, donde no resulta un desdoro alternar literatura con m¨²sica. De hecho, Patrick Modiano, el ¨²ltimo Nobel franc¨¦s (2014), se estren¨® escribiendo sobre m¨²sica, firm¨® canciones para Fran?oise Hardy y R¨¦gine, hasta grab¨® un elep¨¦ at¨ªpico, Fonds de tiroir 1967, a medias con el ambicioso Hughes de Courson; su propia hija, Marie Modiano, acumula cuatro discos a su nombre.
Pero volvamos a Kazuo Ishiguro. Asegura seguir tocando por placer; su casa londinense est¨¢ llena de instrumentos. Podr¨ªa protagonizar, sugiero, alg¨²n interludio musical en los plomizos rituales del Nobel. Por muy mal que le saliera, siempre quedar¨ªa mejor que su predecesor de 2016, su adorado Bob Dylan, aquel se?or que parec¨ªa irritado de que le otorgaran un honor que, en el fondo, sab¨ªa que no le correspond¨ªa.
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