¡°La arrogancia no tiene cabida en el piano¡±
El int¨¦rprete polaco acaba de publicar un disco y act¨²a hoy en Madrid ¡°Yo no dirijo. Dir¨ªa m¨¢s bien que hago m¨²sica de c¨¢mara a gran escala¡±, asegura
A Krystian Zimerman (Zabzre, Polonia, 1956) le estorban las entrevistas. Y las grabaciones en general. Saca discos al mercado porque va entre las obligaciones de los m¨²sicos en estos tiempos. Preferir¨ªa no hacerlo, pero algunas de sus interpretaciones registradas ya est¨¢n entre las mejores del instrumento que domina. Aquellos Preludios de Debussy, sus incursiones en Chopin, Beethoven, Ravel, Lutoslawski, Rachmaninov¡ Las dos ¨²ltimas sonatas de Schubert reci¨¦n aparecidas en Deutsche Grammophon¡ Tambien es cierto que le entusiasman otras cosas: reconocer a los maestros y hacer m¨²sica con j¨®venes. Su concierto este s¨¢bado en el Palacio de Pastrana en Madrid auna ambas cosas. Sirve de homenaje a quien fue una especie de mentor durante 14 a?os, Leonard Bernstein, y lo hace con la Orquesta Cl¨¢sica Santa Cecilia, que dirige su paisano polaco Grzegorz Nowak, con buena parte de talento joven. Interpretan la Segunda Sinfon¨ªa del m¨²sico eminentemente neoyorquino, The Age of Anxiety, un pr¨®logo a lo que ser¨¢ la celebraci¨®n de su pr¨®ximo a?o de centenario.
Pregunta. Bernstein fue un m¨²sico prof¨¦tico en la b¨²squeda de nuevos p¨²blicos. Aparentemente tiene poco que ver con su perfil, m¨¢s introspectivo. ?Le atrae precisamente por ser su polo opuesto?
Respuesta. No creo que nadie tenga un perfil inmutable. He estado buscando toda mi vida, alternando cosas en mis acercamientos y definiendo objetivos desde el principio cada vez que acometo algo. Aunque nuestros caracteres y forma de vida fueron muy diferentes creo que en muchos aspectos musicales somos compatibles. Especialmente en la b¨²squeda de nuevos p¨²blicos.
P.?En qu¨¦ sentido?
R. Hasta hace pocos a?os me daba miedo abordar repertorios desconocidos en lugares como Madrid. M¨¢s con una orquesta de j¨®venes. Con la experiencia y despu¨¦s de haber tocado 50 veces en el Carnegie Hall, por ejemplo, uno no necesita que le amparen ciertos nombres ni marcas. Simplemente cuentas con valent¨ªa suficiente para aportar calidad y te divierte probarte a ti mismo que son posibles otras cosas. He tenido la suerte en esta ciudad de encontrarme con un amigo m¨²sico como Grzegorz Nowak, que cree lo mismo. Hemos formado un grupo muy motivados y nos hemos divertido en unos ensayos en los que hemos intentado rascar algunas cosas nuevas. Tengo mucha suerte al haber logrado acumular en Madrid este p¨²blico tan incre¨ªble. El mejor que un artista pueda desear. Quiz¨¢s haya menos prendas caras en el guardarropa pero es exactamente el tipo de p¨²blico que busco en mis conciertos. No me cambiar¨ªa por ning¨²n m¨²sico en el planeta.
Un tesoro discogr¨¢fico
Krystian Zimerman es un mani¨¢tico de las grabaciones. No le gusta sacar discos al mercado. Deben ser registros sin m¨¢cula. Graba sus conciertos para corregirse a fondo, pero le estorba la relaci¨®n con las discofr¨¢ficas. En esa obsesiva b¨²squeda de la perfecci¨®n ha dejado algunos discos memorables. Para empezar sus Preludios de Debussy, sus Impromptus de Schubert, los Valses y Baladas de Chopin, as¨ª como sus versiones de los conciertos de Bramhs, Ravel, Beethoven, Rachmaninov, Liszt o Lutoslawski son aut¨¦nticas joyas. Su m¨¢s reciente grabaci¨®n son las ¨²ltimas sonatas -la 959 y 960- de Schubert, esas obras maestras pr¨®ximas al fin que compuso semanas antes de morir en Viena con tan s¨®lo 31 a?os.
P. Aun as¨ª, le hemos disfrutado por Espa?a ¨²ltimamente con orquestas, pero no solo al piano, en recitales. ?Cu¨¢ndo volver¨¢ as¨ª?
R. El mundo se ha transformado en algo tan grande que, para ser honesto, quiz¨¢s algunos artistas se quejen, pero en mi caso, podr¨ªa rellenar con tres opciones una fecha todo un a?o. Lo malo de esto es que cuando llego a Asia y la temporada va acabando, debo comenzar de nuevo. Suger¨ª hace tiempo un proyecto con m¨²sicos asi¨¢ticos ¨Cjaponeses, chinos, coreanos, taiwaneses- y todo el mundo se meti¨®, menos alguien en Espa?a. Los managers de aqu¨ª no tuvieron idea de c¨®mo abordarlo y cuando despertaron las fechas hab¨ªan desaparecido.
P. ?Retroalimenta su faceta de director la de pianista?
R. Yo no dirijo en absoluto. No lo llamo as¨ª. Lo considero algo m¨¢s parecido a hacer m¨²sica de c¨¢mara a gran escala, quiero decir, con mucha gente. Y en esto, la experiencia que acumul¨¦ trabajando con Bernstein durante 14 a?os me result¨® muy importante.
P. ?C¨®mo se las arreglan las escuelas de piano con sus propias identidades en un mundo global, donde las fronteras culturales se difuminan constantemente?
R. ?Deben las escuelas pian¨ªsticas mantener su identidad? ?No es eso una argucia artificial? Ser humilde como int¨¦rprete me resulta m¨¢s interesante. Me decanto en gran parte por preservar el estilo de cada ¨¦poca, pero no en interpretar seg¨²n las escuelas. Para mi desgracia, no han dejado de existir todas de una vez. Me enorgullece proclamar que no existe la escuela polaca pero que s¨ª hay una forma polaca de interpretar las Mazurkas de Chopin. Supongo que eso se da en cada territorio cultural y que conservarlo es nuestro deber.
P. Con una incre¨ªble avalancha de talento joven en estos tiempos por todas partes parecer¨ªa cruel elegir quienes sirven para esto o no. ?Cu¨¢les son hoy los rasgos que definen a un gran pianista cuando empieza?
R. La raz¨®n y la motivaci¨®n que le llevan a interpretar. La manera en que sirve a la m¨²sica, al p¨²blico y a los compositores. La arrogancia no tiene cabida en esta profesi¨®n.
P. ?Tiene que ver tambi¨¦n con la b¨²squeda de la pureza y de una comunicaci¨®n m¨¢s directa, m¨¢s all¨¢ de efectismos o interpretaciones artificiales?
R. Resulta complicado dilucidar porque cada compositor exige retos diferentes. Algunos fueron fieras en los salones, otros, pura introversi¨®n y timidez. Las virtudes y el andamiaje de un artista deben saber contemplar y entender esas diferencias.
P. Acaba de grabar las ¨²ltimas sonatas de Schubert. Son algunas de las piezas fundamentales en la Historia de la m¨²sica y del piano. Abordan la frontera entre la vida y la muerte. ?C¨®mo las describir¨ªa? ?Qu¨¦ nos sigue aportando?
R. Sin duda, sin estas sonatas, Schubert no gozar¨ªa del nivel tan alto de consideraci¨®n que tiene hoy. Pero existen varios malos entendidos sobre estas piezas.
P. ?Cu¨¢les?
R.De algunos tambi¨¦n he sido v¨ªctima yo mismo. Al principio, caemos en esa tristeza trascendental que encierran los movimientos m¨¢s lentos pero las obras contienen distintos estados de ¨¢nimo. Incluso sentido del humor, alegr¨ªa. No podemos tratarlas de una forma concreta por el hecho de que muriera semanas despu¨¦s de componerlas. Ten¨ªa 31 a?os pero era incre¨ªblemente maduro. Un adicto al trabajo e incansable buscador desde muy joven. Mi complicidad con ¨¦l creci¨® nada m¨¢s leer sus posiciones sobre el ej¨¦rcito. La manera en que lo critic¨® abiertamente le acarre¨® muchos problemas con las autoridades en ¨¦poca de Metternich. La Historia demostr¨® cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªa. No est¨¢ bien considerarle como un enfermo moribundo que de vez en cuando es reivindicado por varios pianistas. Estaba en forma. Se desplaz¨® caminando 70 kil¨®metros para llevar flores a la tumba de Haydn, en Eisenstadt. Un enfermo cr¨®nico no se hubiera atrevido a tanto. ?Sufri¨®? Quien sabe¡ Quiz¨¢s fueran sus intuiciones sobre muchas cosas las que le provocaron tanta tristeza.
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