Little Steven y la m¨¢s fascinante chifladura de ¡®rock and roll¡¯
El m¨²sico, mano derecha de Bruce Springsteen y guitarrista de la E Street Band, revive la magia del mejor rock acompa?ado de una arrolladora banda de 14 instrumentistas
Hubo un tiempo que el rock and roll era una cuesti¨®n de militancia, como un amor por el que est¨¢s dispuesto a perderlo todo, incluso a morir. Hubo un tiempo que los rom¨¢nticos eran un ejemplo a seguir y no eran vistos como reliquias existenciales en este mundo mercantilista e interesado. Ese tiempo todav¨ªa tiene sentido en tipos como Little Steven, que anoche pas¨® por Madrid con sus Disciplines of Soul (Disc¨ªpulos del soul) para revivir la magia del rock and roll, esa visi¨®n art¨ªstica y vital que cada a?o tiene menos adeptos y es m¨¢s irrelevante.
No fue un concierto lo que sucedi¨® en Vistalegre. Fue un acto de fe. Con su pa?uelo sobre la cabeza como un corsario, Little Steven, el Steve Van Zandt de la E Street Band de Bruce Springsteen, salt¨® al escenario a peque?os pasos, portando su caracter¨ªstica mueca canalla. Y arranc¨® con una declaraci¨®n de principios: Even the Losers de Tom Petty. Lo que pod¨ªa entenderse con un simple gesto hacia la memoria de uno de los grandes portadores del rock and roll, cuya muerte ha conmocionado al mundo del rock, escond¨ªa todo un mensaje meridiano: como reza la canci¨®n de Pettty, ¡°incluso los perdedores, a veces, tienen un poco de suerte¡±.
Es Little Steven, tambi¨¦n conocido por su crucial papel de Silvio Dante en Los Soprano, un tipo de c¨®digos. Es el c¨®digo del rock and roll sobre el que ha construido su mundo, repleto de sonidos bastardos, de estampas urbanas, de viajes infinitos, de licores y nostalgias. Un mundo que se vive desparramando el coraz¨®n sobre el tapiz, sin c¨¢lculos ni medias tintas, echando ¨®rdagos y creyendo que todo lo trascendental, todo lo que somos y seremos se guarda en una canci¨®n. Como cuando Bob Dylan dijo que escuchar a Elvis Presley era ¡°como escapar de la c¨¢rcel¡±. O huyes, o te dejas morir en vida. Porque no hay nada peor que saber el precio que vas a pagar por ni siquiera intentarlo.
Ayer Little Steven rompi¨® todas las cerraduras, llevando a cabo una m¨¢xima indiscutible en el rock and roll: escribe canciones como si fueran las primeras y c¨¢ntalas como si fueran las ¨²ltimas. Acompa?ado de una banda de 14 instrumentistas, donde destacaba una portentosa secci¨®n de metales y tres coristas igual de prodigiosas, el tipo que fue clave en el sonido m¨¢s efervescente y rom¨¢ntico de Springsteen dio rienda suelta a su chifladura de rock and roll. Las canciones estaban escritas hac¨ªa d¨¦cadas, cuando el mundo era otro y los h¨¦roes no hab¨ªan ca¨ªdo, pero se cantaron como si fueran el grito de guerra para la batalla final. Sonaron plet¨®ricas, viscerales, carnales, explosivas. Necesitabas unirte a ese delirio. El disco Soulfire, todo un alegato de militancia al mundo interracial y excitante que nos dio a conocer Elvis, explosion¨® canci¨®n a canci¨®n. Soulfire, I¡¯m Comin¡¯ Back, Blues is Business, I Saw The Light, Love on the Wrong Side of Town, Standing in the Line of Fire, Right the Night Away¡ se sucedieron con otros temas de discos anteriores como Salvation, Solidarity, I Am a Patriot o Bitter Fruit.
Fascina el universo de Little Steven, ese druida que anoche nos ense?¨® por qu¨¦ todav¨ªa merece la pena creer en el inocente sue?o del rock and roll. Todas sus musas, todas sus huellas, todas sus cicatrices y todas sus ilusiones se concentraron durante dos horas y media de concierto. Con su frenes¨ª de soul, doo-wop, blues, garage, reggae y rock and roll de primera escuela, Little Steven y su s¨¦ptimo de caballer¨ªa no solo hicieron viajar atr¨¢s en el tiempo, sino que estiraron el presente hacia horizontes lejanos. Era una magn¨ªfica fiesta, pero tambi¨¦n algo m¨¢s importante: era una declaraci¨®n de vida. Con su sonrisa imparable y sus manos bailando en el aire, bajo el hechizo del calambre y como si pudiesen mover objetos, Little Steven parec¨ªa decir: ¡°Respeto todo esto, amo todo esto, soy todo esto¡±.
Dif¨ªcil encontrar por los escenarios actuales un universo tan brillante, conjugando las estelas de Motown, Stax, Brill Building, CBGB y, s¨ª, gloria bendita, Jersey Shore, puro romanticismo noct¨¢mbulo y de carretera. Se cantaron a pulm¨®n abierto canciones de James Brown, Etta James, The Soulfires, Southside Johnny, Gary US Bonds¡ y ese gui?o navide?o con Merry Chritsmas (I Don¡¯t Want to Fight) de Ramones. Qu¨¦ locura. ?Qui¨¦n se iba a acordar de Springsteen cuando el propio Springsteen no se acuerda de s¨ª mismo? De hecho, Little Steven, que sale con un combo aplastante de viejas esencias y nuevas vibraciones, le muestra el camino a casa a su jefe, aunque tenga menos talento que ¨¦l. En su papel de secundario eterno, se erige como un portador imbatible del fuego del rock and roll.
¡°Incluso los perdedores, a veces, tienen un poco de suerte¡±. Dec¨ªa Tom Petty que siempre quiso devolverle al rock and roll todo lo que le regal¨®. Little Steven cree en la misma misi¨®n. Sigue siendo el mismo tipo al que su amigo Springsteen describ¨ªa en sus memorias como un ¡°obstinado¡± y ¡°loco¡± por una ¡°pasi¨®n insaciable¡± llamada rock and roll. Pero hay algo m¨¢s importante, a lo que Springsteen tambi¨¦n hac¨ªa referencia: ¡°Steve, respetaba el poder de la m¨²sica¡±. A su edad, tal vez en la ¨²ltima curva de su vida, Little Steven todav¨ªa lo respeta. Es m¨¢s: lo venera hasta el punto de conjurarlo en s¨ª mismo, en su mirada encandilada, en su risa contagiosa, en su guitarra incendiada. Para algunos de nosotros este pitoniso de feria anoche predijo nuestro futuro. Un futuro que persiga hasta el ¨²ltimo aliento todo el rock and roll que nos ense?¨® a so?ar. Todo lo contrario ser¨¢ como morir en vida.
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