Piedrahita no tiene p¨¦rdida

¡°Antes de que el marcap¨¢ginas se inventase, los libros hab¨ªa que leerlos de un tir¨®n¡±. ?Qu¨¦ bien calzar¨ªa esta afirmaci¨®n en el di¨¢logo de Dionisio y Paula del primer acto de Tres sombreros de copa! En el humor el¨¢stico de Luis Piedrahita aletea el esp¨ªritu de La Codorniz. Est¨¢ a veces a un paso de la greguer¨ªa: ¡°Las polillas son mariposas cansadas¡±. Sus disertaciones c¨®micas tienen un no s¨¦ qu¨¦ ramoniano, filos¨®fico y po¨¦tico. Pespunteadas por invisible hilo dramat¨²rgico, est¨¢n m¨¢s pr¨®ximas de la narrativa de tradici¨®n oral, transmisora de creencias y de mitos, que del mon¨®logo chistoso al uso.

Las am¨ªgdalas de mis am¨ªgdalas son mis am¨ªgdalas es un di¨¢logo en zapatillas sobre el tiempo y la espera: ¡°Nos pasamos m¨¢s horas aguardando los acontecimientos que vivi¨¦ndolos¡±, observa Piedrahita, cuyos flequillo ind¨®mito y voz aflautada nos traen a la memoria las intervenciones televisivas de Alfredo Amestoy y el genial doblaje que el actor mexicano Ismael Larumbe hizo del Gallo Claudio en los a?os cincuenta.

Entre la pl¨¦yade de humoristas, le ha tocado desempe?ar el papel de intelectual, notario de costumbres y calmo tasador de acciones cotidianas, en las cuales encuentra siempre algo raro, una grieta por la que se cuela lo extraordinario. Nutre sus charlas de observaciones objetivas, rematadas por una hip¨¦rbole luminosa: salta de lo dom¨¦stico a lo surreal en un solo clic.

Piedrahita cita a Berkeley, diserta sobre el ch¨¢ndal de tactel (¡°eso no lo quiere ninguna polilla¡±), define a los padres por la funci¨®n que les atribuye en calidad de hijo (¡°apagar la luz de toda habitaci¨®n vac¨ªa¡±) y formula preguntas ret¨®ricas: ¡°?C¨®mo hicieron las termitas para colarse en el arca de No¨¦?¡±

El espect¨¢culo comienza antes de que empiece la funci¨®n, pues su autor est¨¢ en escena d¨¢ndole palique a los espectadores tempraneros mientras los rezagados se acomodan, y prosigue despu¨¦s del final, porque muchos hacen cola para fotografiarse con ¨¦l, cambiar impresiones y entregarle obsequios, como los se?oritos de anta?o a las coristas, ceremonia que ¨¦l oficia con cordialidad exquisita. Por algo est¨¢ llenando hasta la bandera cada noche una sala de 400 butacas de los madrile?os Cines Callao.