¡°Mis c¨®mics nacen de mis rabias y mis miedos¡±
Art Spiegelman, el creador de ¡®Maus¡¯, analiza su relaci¨®n con el tebeo antes de su charla la semana pr¨®xima en el Reina Sof¨ªa

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Art Spiegelman quer¨ªa ser vaquero, ¡°cowboy¡±. Llanuras, cabalgadas, un rancho en medio de la nada. L¨¢stima que viviera en Nueva York. Ten¨ªa nueve a?os cuando se mud¨® con su familia. Y su sue?o de infancia se estrell¨® contra los rascacielos. ¡°Renunci¨¦¡±, se r¨ªe. Pero no del todo. ¡°Me convert¨ª en uno de los ¨²ltimos herreros de las publicaciones impresas¡±, agrega. Es decir, en autor de c¨®mics. ¡°Me marcaron desde peque?o. Cre¨ª que eran el manual de instrucciones para lo que necesitaba entender como humano. Lo que ten¨ªa que saber de EE?UU no pod¨ªa aprenderlo de mis padres pero s¨ª de Mad y su autodenominada ¡®panda de idiotas¡±, defiende. Ese tebeo ¡ªy luego magazine¡ª sedujo desde los cincuenta a Spiegelman y a miles de lectores. As¨ª que el chico pas¨® al segundo sue?o: ¡°Quer¨ªa ser uno de los que hicieran esas cosas¡±.
?Lleg¨® mucho m¨¢s all¨¢. Escribi¨® y dibuj¨® el ¨²nico tebeo que gan¨® el Pulitzer, en 1992: Maus, recuerdo en vi?etas de las vivencias de su padre en el Holocausto, donde los jud¨ªos se representan como ratones y los nazis como gatos. Spiegelman ha editado una revista de tebeos underground (Raw), dibujado para The New Yorker, reflexionado en vi?etas sobre los momentos posteriores al 11-S y escrito ensayos sobre su medio art¨ªstico. Se le considera un padre del c¨®mic contempor¨¢neo. ¡°Pido un test de ADN¡±, rebate ¨¦l. De todo ello hablar¨¢ el 20 de diciembre, en una charla en el Museo Reina Sof¨ªa (Madrid), titulada Las palabras y las im¨¢genes chocan: ?Qu¨¦ %@&*! pas¨® con los c¨®mics?
Entonces, ?qu¨¦ sucedi¨®? ¡°Pocos medios pueden enorgullecerse de haber pasado por tantas batallas: entre adultos y ni?os, fantas¨ªa y realidad, im¨¢genes y palabras, arte y negocio, pensamientos autoritarios y rebeldes. El fuego cruzado sigue, pero ahora el c¨®mic es apreciado y no menospreciado como estupidez para ni?os¡±, resume. Ha hecho falta otra guerra, tal vez la m¨¢s larga. Spiegelman mismo ha dedicado sus casi 70 a?os (Estocolmo, 1948) a reivindicar los tebeos: ¡°Dejaron de ser el medio que pocos tomaban en serio pero todos le¨ªan. A partir de ah¨ª pod¨ªan volverse arte o desaparecer. Estoy orgulloso de decir que mi equipo ha ganado¡±.

Ha costado, quiz¨¢s a ¨¦l m¨¢s que a cualquiera. ¡°Se asume a menudo que se empieza garabateando dibujitos en un cuaderno en el colegio y se descubre una experiencia feliz. Para m¨ª el c¨®mic siempre ha sido una lucha. Se me ha hecho cada vez m¨¢s dif¨ªcil avanzar y m¨¢s claro lo complejo que es este medio considerado simple¡±, explica. Spiegelman jura que sus dibujos le parecen muy mejorables. Una sola p¨¢gina le puede costar un mes de trabajo. Y casi le da las gracias a su ojo perezoso: le obliga a ver solo en dos dimensiones pero tambi¨¦n a quedarse ¡°con lo importante¡±. ¡°Me llev¨® a la parte estructural del c¨®mic¡±, explica. Precisamente lo que m¨¢s le gusta. ¡°Me interesa la esencia de cuando palabras e im¨¢genes se juntan. Aunque, cuando ten¨ªa 18 a?os, era f¨¢cil tener controlado m¨¢s o menos todo lo que sal¨ªa; ahora me llegan tantos tebeos que no logro estar al tanto; trabajos que me dejan boquiabierto y otros que me recuerdan tristemente una frase que dije hace a?os: ¡®Estamos peleando para que el c¨®mic alcance un nivel mayor de mediocridad¡±.
De paso, el tebeo tambi¨¦n le sirve para sentirse mejor. ¡°El desastre es mi musa. Mis c¨®mics nacen de mi descontento, mis rabias, mis miedos. Si me siento bien, no tiendo a dibujar o escribir. Son una manera de encontrar equilibrio¡±. En sus vi?etas, se representa como un tipo inseguro y ansioso. La muerte de su hermano, el ataque de nervios en 1968 y el suicidio de su madre, complicaron su juventud. Maus ayud¨® en parte: le dio fama y estabilidad econ¨®mica, pero tambi¨¦n frustraci¨®n, por las interpretaciones equivocadas y por atar su carrera a una obra.
Porque Spiegelman siempre ha querido mirar adelante, experimentar. ?ltimamente, prueba ¡°novelas gr¨¢ficas de una p¨¢gina¡±. En Navidad, se encerrar¨¢ con un maestro lit¨®grafo para otro proyecto. Y, desde hace dos a?os, trabaja en una idea que ¡°deber¨ªa convertirse en un nuevo programa de televisi¨®n¡±. Todav¨ªa discuten los ¨²ltimos detalles. Pero est¨¢ confiado: lleva una vida entera en la batalla.
Un rat¨®n adorable y odioso
El creador del considerado mejor c¨®mic de la historia tiene una relaci¨®n ambivalente con ¨¦l. "Le estoy agradecido, por aterrizar en la cultura de una manera que lo mantendr¨¢ vivo, por darme la seguridad econ¨®mica para probar proyectos financieramente inviables, y porque parece un marcador ¨²til para la gente", asevera.
A la vez, Maus le da rabia: "Me parece un poco insultante que se diga que sirve para ense?ar a los ni?os de 12 a?os qu¨¦ es el Holocausto, no fue concebido para eso". Spiegelman se indign¨® cuando descu
Asegura que nunca escribi¨® Maus para "hacer del mundo un lugar mejor u ofrecer alg¨²n tipo de lecci¨®n". Sab¨ªa que el tema era "abrumador", pero le interesaba sobre todo c¨®mo estructurar un relato mezclando palabras e im¨¢genes. Eso s¨ª, siempre quiso "un c¨®mic con ambici¨®n, en el formato de libro, que necesitara ser rele¨ªdo".
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