El libro de adolescentes que escribi¨® una quincea?era
'Rebeldes¡¯ cumple 50 a?os. La gran novela juvenil de S. E. Hinton, llevada al cine por Coppola, marc¨® a varias generaciones de lectores primerizos
Cuando le preguntaban por qu¨¦ grababa en sus canciones 10 capas de guitarras, por qu¨¦ usaba una bandada de violines y un enjambre de trompetas, por qu¨¦ contrataba a un ej¨¦rcito de tambores y quintuplicaba los pianos, el productor musical pop Phil Spector contestaba: ¡°?Acaso nunca has sido adolescente? As¨ª es como sientes todo a esa edad¡±.
Algo as¨ª deb¨ªa bullir dentro de Susan Eloise Hinton (Tulsa, Oklahoma, 1948) cuando corr¨ªa hacia su casa aquella tarde, con el coraz¨®n convertido en una estampida de potros, porque acababa de presenciar c¨®mo una banda rival golpeaba a su amigo. En lugar de buscar revancha, entr¨® en su habitaci¨®n y escribi¨® la primera p¨¢gina de una historia sobre un chico que recib¨ªa una paliza cuando volv¨ªa de ver una pel¨ªcula. Ella ten¨ªa 15 a?os y la novela se public¨® dos despu¨¦s, en 1967, con este reclamo comercial: ¡°Un libro sobre adolescentes, para adolescentes, escrito por un adolescente¡±. Medio siglo m¨¢s tarde, ha vendido 15 millones de copias, se ha colado en los pupitres de institutos de todo el planeta, cuenta con (por dar un dato tan fr¨ªvolo como elocuente) m¨¢s de 400.000 actualizaciones en Instagram con el hashtag #staygold y sigue siendo considerada piedra de toque de cierto subg¨¦nero juvenil.
Hab¨ªan existido antes poetas simbolistas imberbes. Tambi¨¦n novelas decimon¨®nicas, como Las aventuras de Tom Sawyer, en la que el protagonista aprende pronto ¡°que la promesa de no poder hacer una cosa es el medio m¨¢s seguro del mundo para tener ganas de hacerla¡±. Y cl¨¢sicos contempor¨¢neos en los que un muchacho harto de todo y de todos, lucha por perder la inocencia y por descubrir ad¨®nde van los patos de Central Park. Y narrativa pulp de h¨¦roes callejeros sin miedo y filmes educacionales que advert¨ªan de forma alarmista de los peligros de ser joven. Hinton, que no acababa de empatizar con todos estos relatos, decidi¨® mirar a su alrededor, donde se bat¨ªan el cobre en las calles bandas de Socs, sofisticados chicos de clase alta con prendas de pa?o y discos de los Beatles, y Greasers, todo brillantina y cuero malo y tejano ra¨ªdo y familia disfuncional, fans de un Elvis ya talludito.
El protagonista de Rebeldes es de los segundos. Ponyboy Curtis es un grease at¨ªpico: tiene 14 a?os, dos hermanos, cero padres y mucho miedo. ¡°Me enga?o a m¨ª mismo todo el tiempo. Pero nunca me creo¡±, dice. Aunque se educa pronto en las diferencias de clase social, le gusta leer y esa curiosidad gu¨ªa tambi¨¦n su vida, especialmente si el contacto con las familias m¨¢s acomodadas llega encarnado en Cherry: ¡°Me hizo gracia que la puesta de sol que ella pudiera ver desde su patio y la que yo ve¨ªa desde las escaleras de atr¨¢s fuera la misma. Quiz¨¢ los distintos mundos en que viv¨ªamos no fueran tan distintos. Ve¨ªamos los mismos atardeceres¡±. Ponyboy se mete en peleas, s¨ª, pero a menudo por inercia. Como discuten Sal Mineo y James Dean en Rebelde sin causa, mientras tiran de un pitillo sobre el cap¨® de los coches antes de ir a muerte en el juego de la gallina, en el fondo se caen bien pero m¨¢s que jugar se juegan la vida porque ¡°algo tenemos que hacer, ?no?¡±.
Que Rebeldes fue escrito por una adolescente (y recalco el una) se percibe en el hecho de que es un mundo dominado por la l¨®gica sentimental teen, todo feromonas y sudor, sin figuras paternas y por supuesto sin paternalismo. Su autora no es un narrador adulto acariciando remotos problemas adolescentes como si fueran animales de compa?¨ªa, sino alguien vivi¨¦ndolos en tiempo real. Por eso Rebeldes tiene navajas y olor a chicle; besos en el autocine y peleas en el parque.
No fue instant¨¢neo ni el reconocimiento ni el ¨¦xito. Hinton firm¨® la novela con iniciales porque de otro modo, le dijeron, muy pocos lectores masculinos la hubieran comprado y el primer cheque que recibi¨® por derechos de autor fue de 10 d¨®lares. Pero la novela corri¨® veloz por los institutos y, varios lustros despu¨¦s, unos estudiantes de California escribieron una carta a un tal Francis Ford Coppola. Es el libro m¨¢s bonito que hemos le¨ªdo, le dijeron. Y tambi¨¦n: tienes que convertirlo en pel¨ªcula. Y: te hemos elegido a ti. Lo siguiente fue una pel¨ªcula de 1983 en la que participaron todos los protagonistas no solo del cine adolescente de los ochenta, sino tambi¨¦n de las carpetas de los institutos de la d¨¦cada (Rob Lowe, Tom Cruise, Ralph Macchio, Patrick Swayze o Matt Dillon, entre otros). Coppola rod¨® ese mismo a?o la adaptaci¨®n de otra novela de Hinton, La ley de la calle, y la autora se pase¨® por el rodaje, hizo cameos y se comport¨® como una especie de madre con los actores de las dos pel¨ªculas.
El chico de la moto
Hinton demostr¨® con sus novelas posteriores que el de Rebeldes es un para¨ªso que no lo fue tanto y que se perdi¨® pronto. En La ley de la calle, el protagonista, que quiere atrapar la leyenda de su hermano, dice: ¡°En aquella ¨¦poca, una pandilla todav¨ªa significaba algo¡±. Y este, El chico de la moto, contesta: ¡°S¨ª, significaba que te mandasen al hospital una vez a la semana¡±. En Esto ya es otra historia, el hippismodesencantado cala en unos personajes que se preguntan ¡°?Pero no echas de menos ese rollo de todos-para-uno y uno-para-todos?¡±.
En Tex, otra de sus historias m¨¢s celebradas, el protagonista no pierde una moto, sino que venden su caballo: ¡°Me perder¨ªa la clase de vocabulario en el cole. Pero hab¨ªa a?adido una palabra nueva a mi vocabulario. Deprimido¡±. Aunque todas ellas se siguen leyendo y reeditando, el primer corte es el m¨¢s profundo, como cant¨® Cat Stevens justo el a?o de publicaci¨®n de Rebeldes.
Hinton retuitea cada d¨ªa decenas de agradecimientos por esa novela y fotograf¨ªas de la casa museo dedicada al libro y al lugar donde se rod¨® la pel¨ªcula, ahora propiedad de Danny Boy O¡¯Connor, del grupo de hip hop House of Pain.
En la escena m¨¢s c¨¦lebre de Rebeldes, Johnny, a punto de morir, le dice a su mejor amigo: ¡°Sigue siendo de oro, Ponyboy¡±. Con ese ¡°stay gold¡±, sampleado en muchas otras ficciones y tatuado en tantos b¨ªceps y pantorrillas de j¨®venes lectores, Hinton gui?a el ojo sin presunci¨®n a un poema de Robert Frost, Nothing Gold Can Stay, que evoca ese primer verde de la naturaleza que es dorado. Ahora, en la celebraci¨®n de las bodas de oro de la novela, Ponyboy Curtis sigue teniendo 14 a?os y todo el brillo.
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