Un dios del rock llamado Jim Morrison
Los 50 a?os de la aparici¨®n del primer LP de The Doors han generado interesantes reediciones, incluida su can¨®nica biograf¨ªa
Ocurre en el tercer cap¨ªtulo de la reciente serie Mindhunter. Los protagonistas, dos agentes del FBI que rastrean asesinos en serie, reciben la visita de una profesora en psicolog¨ªa de Boston, que estudia a famosos soci¨®patas, ¡°su celebridad es lo ¨²nico que necesitan para mantener su ego¡±. Pone ejemplos: Andy Warhol, Richard Nixon y¡Jim Morrison. La menci¨®n no ha pasado desapercibida en foros dedicados a The Doors; ¡°sacrilegio¡±, han gritado algunos fans. Recordemos que, hoy, un artista difunto tiende a congelarse en figura de culto; en los setenta, sin embargo, pod¨ªan ser divinizados. El caso de Morrison resulta paradigm¨¢tico: no lleg¨® a resucitar, al modo cr¨ªstico, pero algunos creen que fingi¨® su muerte. Estos son minor¨ªa: su tumba en Par¨ªs funciona como multitudinario lugar de peregrinaje.
Sigamos el juego. Capit¨¢n Swing ha reeditado lo que podr¨ªamos clasificar como el Nuevo Testamento de esta secta: De aqu¨ª nadie sale vivo, obra conjunta del periodista Jerry Hopkins y del disc¨ªpulo Danny Sugerman. Nada m¨¢s empezar el pr¨®logo, Sugerman afirma: ¡°Creo que Jim Morrison era un dios¡±. Por el contrario, en el ep¨ªlogo, Hopkins ¨Cque convivi¨® con el cantante como reportero de Rolling Stone- reconoce que perdi¨® simpat¨ªa por el sujeto seg¨²n profundizaba en sus 27 a?os de vida.
En De aqu¨ª nadie sale vivo, Sugerman aportaba ¨¢speras observaciones que le deslumbraron. Era poco m¨¢s de un ni?o cuando se gan¨® un puesto en la oficina que gestionaba The Doors (lejos de su imagen bohemia, Morrison acud¨ªa all¨ª regularmente para ocuparse de su correspondencia y atender a los asuntos del grupo); tras la muerte de Jim, Sugerman ascendi¨® a manager de The Doors, ataviado como un trasunto del cantante. Una afortunada decisi¨®n profesional:?The Doors disueltos han generado m¨¢s dinero que durante sus breves a?os de actividad.
Para escuchar de nuevo a The Doors
Tras medio siglo de explotaci¨®n de The Doors, se cre¨ªa que nada quedaba por publicar: Elektra ha lanzado desde maquetas a conciertos. Felizmente, en 2017 han recuperado mezclas olvidadas. Alguna es carnaza para audi¨®filos, como el formato cuadraf¨®nico de The best, que acompa?a a The singles, recopilaci¨®n que junta los 22 sencillos del grupo.
Parte de esos singles y los dos primeros ¨¢lbumes est¨¢n ahora disponibles en mono, que el ingeniero original, Bruce Botnick, defiende con ardor: "El monoaural es sublime, nada de instrumentos que van de un lado a otro, nada de bater¨ªas omnipresentes. Lo puedes escuchar en cualquier punto de una habitaci¨®n sin que cambie el equilibrio logrado en el estudio".
Al igual que se hace desde 2007, han restablecido el tempo exacto de la m¨²sica. Debido a deficiencias mec¨¢nicas de algunos magnet¨®fonos, durante d¨¦cadas se difundieron versiones levemente alteradas de las primeras grabaciones. Ni los m¨²sicos se dieron cuenta.
Por su parte, Hopkins logr¨® aclarar los a?os obscuros de Morrison, iluminando las peculiaridades de su crianza: era un army brat, hijo de militar de vida trashumante, rebelde ante cualquier autoridad y marcado por la ausencia del padre. Que no era un oficial cualquiera: George Morrison ascendi¨® a contralmirante, capitane¨® un portaviones con armas nucleares y guerreaba en el mar de Vietnam cuando su hijo triunfaba, asegurando ser ¡°hu¨¦rfano¡±. Jim se neg¨® a recibir a su madre cuando esta acudi¨® a un concierto en Washington DC. Simplificando, De aqu¨ª nadie sale vivo cuenta como un estudiante precoz y gamberro se metamorfose¨®, con el estrellato, en un monstruo. Consum¨ªa sin control alcohol y drogas ilegales (aunque pretendan convencernos de que desconoc¨ªa que su compa?era, Pamela Courson, caminaba sobre el filo de la hero¨ªna). Sus excesos tuvieron un impacto devastador sobre los conciertos del grupo, aparte de ¡°justificar¡± comportamientos deplorables fuera del escenario.
Hoy dir¨ªamos que mostraba todos los s¨ªntomas del maltratador (hasta Janis Joplin sufri¨® su violencia). Cruel con las mujeres, con los hombres era el t¨ªpico borracho bronquista. Si ten¨ªa enfrente a polic¨ªas, intentaba poner a prueba su nivel de tolerancia (muy escaso, por cierto, en tiempos de polarizaci¨®n generacional). Asum¨ªa que, como dios del rock, todo le estaba permitido. Sospecho que modulaba su conducta cuando estaba fuera de su zona de impunidad: durante sus meses finales, ¨¦l y Pamela viajaron por C¨®rcega, Marruecos y la Espa?a franquista sin provocar los esc¨¢ndalos que le segu¨ªan por el circuito del rock. Se deleitaba fantaseando con dedicarse a escribir o dirigir cine pero la realidad es que carec¨ªa de la constancia necesaria.
S¨ª ten¨ªa facilidad para concebir versos que, muchas veces, obedec¨ªan esquemas del blues, aptos para reciclarse en canciones. Recit¨¢ndolos, fascin¨® al teclista Ray Manzarek en la playa de Venice, junto a Los ?ngeles, en agosto de 1965. Seg¨²n la leyenda, inmediatamente surgi¨® la idea de formar The Doors. Tras algunos relevos, el grupo se completar¨ªa con el baterista John Densmore y el guitarrista Robbie Krieger.
La verdadera ¨¦pica de The Doors consiste en la pasmosa actividad desplegada tras ese encuentro playero. Cuando entraron a grabar su primer LP, hab¨ªan pasado trece meses donde 1) desarrollaron un sonido propio, que prescind¨ªa del uso de un bajista; 2) aparte de enriquecer el repertorio propio de una banda de club ¨Cblues el¨¦ctricos, ¨¦xitos recientes como Gloria, de Them- con canciones propias empapadas de erotismo y revoluci¨®n. Tocando sin parar 3) aprendieron a defenderse en directo, adquiriendo la flexibilidad necesaria para seguir los arrebatos de Jim. Acumularon 4) suficiente material original para llenar los dos elep¨¦s que editar¨ªan en 1967.
Corr¨ªan tiempos prodigiosos. Y se aprovecharon de la generosidad de una industria discogr¨¢fica desconcertada. Manzarek estaba en Rick & the Ravens, conjunto que hab¨ªa pinchado con sus primeros lanzamientos; con todo, convenci¨® al sello para que les permitiera grabar gratuitamente las maquetas de The Doors. Con esa cinta, en Columbia no se decidieron a ficharlos pero les proporcionaron equipo (incluyendo el inconfundible ¨®rgano Vox de Manzarek).
Remataron su incre¨ªble potra al firmar contrato con Elektra, una discogr¨¢fica exquisita y tolerante que ansiaba abrirse al rock. Fue decisivo el voto de Krieger: como guitarrista meticuloso, hab¨ªa estudiado flamenco. Su planteamiento fue rotundo: una compa?¨ªa que lanzaba discos del maestro Sabicas era lo bastante buena para los Doors. Acert¨®.
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