S¨¢nchez Mej¨ªas regresa a los ruedos
Un museo y el archivo personal del torero, escritor y amigo de los poetas del 27 abre sus puertas en Manzanares, donde recibi¨® la cornada que acab¨® con su vida en 1934
Cuentan que, en el transcurso de una fiesta, la actriz Margarita Xirgu comunic¨® a Federico Garc¨ªa Lorca que su amigo Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas acababa de anunciar su regreso a los ruedos. Y que el poeta se puso blanco y dijo con voz entrecortada: ¡°Ignacio me acaba de anticipar su propia muerte¡±. Poco antes, el torero escritor hab¨ªa dejado unas palabras premonitorias que enmarcaban bien su personalidad de fuego: ¡°Vuelvo a los toros porque ha llegado con los a?os la hora de la formalidad¡ porque me asusta el peligro m¨¢s que a nadie, vuelvo a torear¡±. La heterodoxa confesi¨®n puede leerse en una vitrina del nuevo Museo-Archivo Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, que abrir¨¢ sus puertas a mediados de este mes en Manzanares (Ciudad Real).
La ubicaci¨®n de este peque?o templo a la memoria del matador sevillano no es caprichosa. Fue en la plaza de Manzanares donde, un 11 de agosto de 1934, Granadino ¡ªun negro za¨ªno manso y cornal¨®n¡ª enganch¨® en el muslo a S¨¢nchez Mej¨ªas cuando el diestro trataba de torearlo sentado en el estribo, como sol¨ªa. Falleci¨® dos d¨ªas despu¨¦s en Madrid como consecuencia de una gangrena. Se hab¨ªa negado a ser operado en la propia plaza de Manzanares, cuyos doctores pretend¨ªan amputarle la pierna. Ten¨ªa 43 a?os.
Cartas, fotograf¨ªas, carteles, art¨ªculos de prensa, portadas de libros, proyecciones, grabaciones y enseres personales conforman este peque?o universo dedicado a su memoria. La apuesta decidida ¡ªcon una inversi¨®n de 80.000 euros¡ª por parte del Ayuntamiento de Manzanares con su alcalde Juli¨¢n Nieva (PSOE) a la cabeza y la colaboraci¨®n de los familiares de S¨¢nchez Mej¨ªas, que han cedido el archivo personal del torero y escritor por un per¨ªodo inicial de diez a?os, han hecho posible este santuario dedicado a la literatura y a la Fiesta. La iniciativa ha contado con la colaboraci¨®n de la Pe?a Taurina Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas de Manzanares.
El amigo de Rafael Alberti... y de Sanjurjo
De entre los peque?os tesoros del Archivo S¨¢nchez Mej¨ªas, Paloma Recasens destaca los manuscritos y las cartas entre su abuelo y miembros de la Generaci¨®n del 27 como Lorca, Alberti, D¨¢maso Alonso¡ ¡°Era muy amigo de Alberti pero tambi¨¦n del general Sanjurjo; es que estaba por encima del momento pol¨ªtico de aquella ¨¦poca¡±, explica. Un comit¨¦ formado por miembros de la familia, del Ayuntamiento de Manzanares, de la Pe?a S¨¢nchez Mej¨ªas y del comisario Antonio Fern¨¢ndez velar¨¢ por la conservaci¨®n del archivo y de la colecci¨®n y por la organizaci¨®n de actividades culturales.
Obsesi¨®n por los cl¨¢sicos
Pero en la deliciosa escenograf¨ªa recreada en la Casa Malpica de Manzanares no es cuesti¨®n solo de un espacio expositivo, sino tambi¨¦n de un centro de estudios destinado a la investigaci¨®n y la lectura. Paloma Recasens, nieta de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, que formaliz¨® la cesi¨®n del archivo, habla de ¡°un hombre de una gran cultura, autodidacta y siempre obsesionado por leer a los cl¨¢sicos¡±.
La historia nunca hizo justicia a este personaje de tron¨ªo, un hombre de convicciones y contradicciones que fue matador de toros, dramaturgo, novelista, articulista, piloto de coches y de aviones, jinete, presidente del Betis, modelo publicitario y, sobre todo, amigo de algunos de los escritores que iban a conformar la edad de plata de las letras espa?olas, la Generaci¨®n del 27.
Fue ¨¦l, de hecho, quien junto a Jos¨¦ Mar¨ªa Romero urdi¨® la c¨¦lebre reuni¨®n del Ateneo de Sevilla del 17 de diciembre de 1927 que, en el 300? aniversario de la muerte de G¨®ngora, iba a convocar a los Garc¨ªa Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, D¨¢maso Alonso, Gerardo Diego¡ La memoria de muchos de ellos est¨¢ presente en el nuevo museo, donde tambi¨¦n conviven dioses del toreo cl¨¢sico como Joselito El Gallo, Juan Belmonte o Domingo Ortega. ¡°Creemos que, una vez inaugurado el archivo y el museo, ir¨¢n creciendo poco a poco, estar¨¢n vivos¡ hace unos d¨ªas se pusieron en contacto con nosotros unas personas asegurando que tienen la coleta de torero de S¨¢nchez Mej¨ªas el d¨ªa de su muerte¡±, explica Juli¨¢n Nieva, alcalde de Manzanares, mientras recorre las salas.
En una de las vitrinas puede contemplarse el libreto de Sinraz¨®n, la obra teatral ambientada en un manicomio (S¨¢nchez Mej¨ªas se sent¨ªa profundamente atra¨ªdo por el mundo de los enfermos mentales, a quienes visitaba con asiduidad en el psiqui¨¢trico de Miraflores, cerca de su cortijo sevillano de Pino Montano), obra que estren¨® en el Teatro Calder¨®n de Madrid en 1928; al lado, una primera edici¨®n de su novela La amargura del triunfo, la ¨²nica que escribi¨®. Enfrente, el acta de defunci¨®n de Joselito El Gallo, cu?ado suyo y la persona que lo introduce en el mundo del toreo.
Con el sonido de campanadas a muerto como tel¨®n de fondo y los relojes de la Casa Malpica de Manzanares parados a las cinco, como en la universal eleg¨ªa de Federico ¡ªLlanto por la muerte de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas¡ª, el visitante se asoma a la palabra de algunos nombres del mejor periodismo taurino refiri¨¦ndose al matador de toros bravos: ¡°Desprecio absoluto al riesgo¡± (Francisco de Coss¨ªo). ¡°Alardes suicidas¡± (N¨¦stor Luj¨¢n). ¡°Ignacio no era el nuevo Papa¡ era el guardi¨¢n del Vaticano¡± (Gregorio Corrochano).
Las fotograf¨ªas de Melchor D¨ªaz Pin¨¦s muestran los instantes de la embestida que, a la postre, ser¨ªa fatal. Triste final de un mito en ciernes al que, adem¨¢s, ni siquiera le tocaba torear aquella tarde, pues hab¨ªa sustituido en el cartel a Domingo Ortega, v¨ªctima de un accidente de tr¨¢fico. S¨¢nchez Mej¨ªas viaj¨® desde Huesca, donde hab¨ªa toreado el d¨ªa antes, hasta Manzanares: 550 kil¨®metros por aquellas carreteras de entonces. En la tarde fatal comparti¨® cartel con Alfredo Corrochano, Armillita, y el rejoneador portugu¨¦s Simao da Veiga.
En una de las salas, un tel¨¦fono descolgado: el tel¨¦fono de la casa de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas en Madrid, tal y como lo dejaron sus familiares cuando salieron para el hospital.
A las cinco de la tarde.
O mejor, como dej¨® escrito su amigo Federico:
¡°A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un ni?o trajo la blanca s¨¢bana
a las cinco de la tarde.
Lo dem¨¢s era muerte y s¨®lo muerte
a las cinco de la tarde¡±.
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