Carmen y el rid¨ªculo buenista
La conversi¨®n de v¨ªctima en verdugo del mito er¨®tico tergiversa la revoluci¨®n del personaje
El machismo y la violencia de g¨¦nero requieren soluciones, pero no ocurrencias ni medidas confusionales. Menos a¨²n encorsetando el arte con la demagogia y el oscurantismo, de tal forma que la Carmen homicida que se ha estrenado en Florencia no es un esc¨¢ndalo, sino un ejemplo estremecedor de negligencia teatral y de oportunismo social.
No ha entendido nada el se?or Leo Muscato al convertir a Carmen en verdugo justiciero. Pretende redimirla de su fatal desenlace, entreg¨¢ndole la pistola y concedi¨¦ndole el derecho de la defensa propia, pero semejante coup de th¨¦?tre?¨²nicamente delata su ignorancia y su osad¨ªa.
Osad¨ªa porque el mito teatral de M¨¦rim¨¦e al que puso m¨²sica Bizet se abre a muchas interpretaciones, pero no tolera una tergiversaci¨®n radical. Puede gustar o no gustarnos Carmen. Lo que no admite la obra es una transformaci¨®n arbitraria y radical. De otro modo, en la Salom¨¦ de Oscar Wilde terminaremos viendo al Bautista decapitando a la hijastra de Herodes Antipas.
Carmen es un mito revolucionario que trastorna y escandaliza una sociedad timorata y pacata. Y que reivindica la emancipaci¨®n de la mujer en el ejercicio extremo de sus libertades. Si hubiera que etiquetarla, la obra teatral y la ¨®pera representar¨ªan un argumento precursor del feminismo.? El desenlace mortal no implica una apolog¨ªa de la violencia de g¨¦nero. Aspira exactamente a lo contrario. Hacer reflexionar a la sociedad. Prevenirla de sus conductas primitivas. Carmen muere para que los espectadores la resuciten en su ¨¦tica y en su conciencia.
Es posible que el pr¨®ximo proyecto teatral de Muscato consista en salvar a Desd¨¦mona de las garras de Otelo. Sorprenderlo con un picador de hielo debajo del camastro. Redundar¨ªa en el mismo error y horror que ha cometido con Carmen. Porque Shakespeare no convierte a Desd¨¦mona en un caso de feminicidio. Plantea en su obra la ferocidad de las pulsiones humanas. E igual que hac¨ªa Esquilo o hac¨ªa Eur¨ªpides, otorga a la tarima, al escenario, el valor de la catarsis.
El teatro es el gran espacio civilizador y purificador. Las cosas que all¨ª suceden sobrepasan las coordenadas espacio-temporales. Invitan a la reflexi¨®n, al dolor, a la indignaci¨®n, pero no pueden coartarse desde la pedagog¨ªa coyuntural, desde el infantilismo del p¨²blico o desde el extra?o buenismo oscurantista con que Muscato ha hecho el rid¨ªculo. Es ¨¦l quien ha asesinado a Carmen despoj¨¢ndola de la dial¨¦ctica con la que fue concebida: la pulsi¨®n del erotismo y la muerte. La defensa de su libertad a cualquier precio, incluso cuando el precio supone morir acuchillada.
La primera reyerta de Carmen no es contra un hombre, sino contra una mujer. Pod¨ªa haber perdido la vida en ella. O hacerlo en cualquiera de sus operaciones contrabandistas. Un p¨¢jaro rebelde, as¨ª se define. Y as¨ª pretende liberarse de todas las convenciones. Que eran muy profundas y muy discriminatorias cuando M¨¦rim¨¦e la pari¨® en...1845.
Hace da?o la est¨²pida arbitrariedad de Muscato porque? caricaturiza el espacio vanguardista con que la ¨®pera consigue abrirse a la ambici¨®n del arte total. Y porque incita -Muscato- los resabios del p¨²blico conservador, poni¨¦ndosele a huevo una enmienda total a los esfuerzos de un lenguaje dramat¨²rgico que sacude est¨¦tica e intelectualmente las conciencias.
Nada m¨¢s f¨¢cil que ridiculizar a todos los directores transgresores o talentosos en el nombre de Muscato. Acusarlos de hacer una Boh¨¨me en una nave espacial y de plantear Tosca en una cabina telef¨®nica. Es la parodia que Woody Allen desarrolla en A Roma con amor, aunque el realizador neoyorquino nunca ha participado del moralismo y de la anestesia ejemplarizante que malogran la Carmen?homicida estrenada en Florencia.
Ser¨ªa rid¨ªculo que el movimiento feminista la adoptara como un fetiche deleit¨¢ndose con la sangre derramada Don Jos¨¦. No ya porque Muscato? ha trivializado la ¨®pera hasta convertirla en una prosaica cr¨®nica de actualidad, sino porque parece imponerse en nuestra sociedad toda la mojigater¨ªa que trataron de combatir M¨¦rim¨¦e y Bizet a contracorriente de la segregaci¨®n femenina.
M¨¢s pronto que tarde vendr¨¢ otro genio a rescatar a Ana Karenina de las v¨ªas del tren. Y a salvar a Emma Bovary de su suicidio en polvos de ars¨¦nico, acaso convenci¨¦ndonos de que la hero¨ªna de Flaubert muri¨® porque era hipertensa, ten¨ªa el colesterol alto y se resisti¨® a tonificarse en las clases de zumba.
Muscato no ha provocado ning¨²n esc¨¢ndalo. Ha despojado a Carmen de todo el esc¨¢ndalo que contiene la feroz cigarrera andaluza.
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