Delia Fiallo, la fabricante de l¨¢grimas
La escritora de telenovelas como Cristal prepara sus memorias a los 93 a?os
Caf¨¦ negro. Cigarrillos. La puerta cerrada. Jornada a jornada, Delia Fiallo esperaba a que su familia numerosa se fuera a acostar para atrincherarse en su estudio "y exprimir mi cabecita hasta el amanecer". En las calurosas noches de Miami, su m¨¢quina de escribir Underwood repiqueteaba. "Cada d¨ªa 35 cuartillas", recuerda Fiallo (La Habana, 1924). "Yo no pod¨ªa bloquearme ni detenerme. No me pod¨ªa enfermar. Escrib¨ª hasta con sarampi¨®n. Con la m¨¢quina al borde de la cama".
Millones de personas la necesitaban para poder llorar. Necesitaban que Delia Fiallo trasnochase, que bebiese otro trago de caf¨¦, que se encendiese otro cigarrillo, que escribiese otra l¨ªnea y otra y otra y otra. Necesitaban que postergase los dramas de su casa mientras no tuviese terminados los que preparaba para las casas de los dem¨¢s, para sus televisores. "A veces llegaba una de mis ni?as del colegio entre llantos por alguno de sus primeros enamoraditos y yo le dec¨ªa: 'Mi amor, no llores ahora; llora cuando termine el cap¨ªtulo y luego lloramos juntas".
As¨ª hasta 1985, cuando decidi¨® que la escritura de guiones originales de telenovela le hab¨ªa robado demasiado tiempo de su vida. Ese a?o redact¨® su ¨²ltimo libreto original, Cristal, la telenovela m¨¢s vista en la historia de Espa?a con picos de audiencia de 18 millones de personas.
La crisis, el hambre, todo se olvida cuando suela el culebr¨®n en la tele
En los noventa, Kassandra, una adaptaci¨®n hecha por Fiallo de su propia novela original Peregrina, entr¨® en el Libro Guinness al ser televisada en 128 pa¨ªses y ser traducida a una veintena de idiomas.
Hasta las guerras se deten¨ªan. "La depresi¨®n econ¨®mica, el hambre, las pr¨®ximas elecciones, todo se olvida a las nueve de la noche cuando se emite Kassandra en un Belgrado de calles desiertas con sus viviendas a media luz, por las que se expande el suave castellano de Venezuela", escribi¨® un diario serbio durante la Guerra de los Balcanes. Las tramas de Fiallo recorr¨ªan el mundo. "Un d¨ªa me dijeron que una novela m¨ªa se ve¨ªa hasta en las teles de las familias de Rajast¨¢n", cuenta en su casa de Miami, y suenan al tiempo sus carcajadas y el tintineo de sus pulseras doradas. A su lado, amodorrado, ronca con un leve soplido de felicidad su perro Chico.
"El secreto del ¨¦xito del g¨¦nero es que las emociones son universales"
"El secreto del ¨¦xito del g¨¦nero fue que las emociones son universales", dice. "Las mismas desde el primer hombre de las cavernas al ¨²ltimo hombre del futuro".
Fiallo define la telenovela como "el misterioso arte de conmover hasta las l¨¢grimas" y afirma que ella naci¨® con ese don: "No hay reglas. Yo he tratado de ense?arle a mucha gente, pero es algo muy personal. Es un material que depende tanto de las emociones que no se puede fundamentar en una t¨¦cnica", opina la autora de una veintena de culebrones. Uno de ellos, Hasta que la muerte nos separe (Cuba, 1957), fue el primero que se televis¨® en horario estelar en un pa¨ªs latinoamericano.
El oficio de guionista de telenovela, que ser¨ªa su pasi¨®n y la llevar¨ªa a embolsarse millones de d¨®lares por la venta de los derechos de sus obras, no le agrad¨® en un principio, cuando en la Cuba del auge de la radionovela el jefe de la empresa de publicidad en la que trabajaba le propuso escribir una. "Yo era una ni?a muy intelectual y eso me parec¨ªa poco".
En 1948 hab¨ªa ganado el Premio Internacional Hern¨¢ndez Cata dejando con una modesta menci¨®n honor¨ªfica a uno de los grandes de las letras cubanas, para ella "Guillermito" Cabrera Infante.
Despu¨¦s de la Revoluci¨®n se fue de Cuba, dejando atr¨¢s varios guiones que nunca recuper¨®. Desde Miami empez¨® a escribir para productoras de Venezuela. Para educar su o¨ªdo en los giros venezolanos, cuando estaba en Caracas sal¨ªa a la calle con una libreta y un bol¨ªgrafo para apuntar lo que escuchaba.
Venezuela fue la plataforma de su carrera. De all¨ª solo guarda aversi¨®n por los "intelectuales de izquierda", comenta. "Se mor¨ªan de envidia por el ¨¦xito de la telenovela y durante un tiempo obligaron a que se hiciesen con guiones de cl¨¢sicos de la literatura. ?Un absurdo!".
Delia Fiallo prepara sus memorias. "Voy por los 12 a?os de edad y si Dios quiere llegar¨¦ hasta ahora", bromea. De ni?a ya ten¨ªa genio melodram¨¢tico. Un d¨ªa, recuerda, fingi¨® una apendicitis para no ir a la escuela. Su padre era m¨¦dico y de tanto escucharlo hablar de enfermedades ella, de inteligencia precoz, se hab¨ªa vuelto una experta en s¨ªntomas. Simul¨® con tal detalle su dolor ficticio que acabaron oper¨¢ndola en La Habana. "A¨²n me acuerdo de mirar desde la cama al doctor ense?¨¢ndole a mi padre el ap¨¦ndice en un bote y diciendo: 'De verdad que no le veo nada anormal'. A lo que mi pap¨¢, desconcertado, respondi¨®: 'Te juro que tuvo s¨ªntomas. La ni?a los describi¨® perfecto'".
Esmeralda, Rafaela, Querida mam¨¢, Leonela son algunas de las obras con las que los libretos de Fiallo acumularon cientos de millones de televidentes a lo largo de cuatro d¨¦cadas de carrera. Hoy sus originales est¨¢n guardados en cajas y ella ve poco la televisi¨®n. Al preguntarle por el culebr¨®n m¨¢s c¨¦lebre del nuevo siglo, la serie de HBO Juego de Tronos, la emperatriz de la telenovela latina mira como quien observa una mota de polvo y dice: "Ah, s¨ª, me han hablado de ella".
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