El apocalipsis moral
El ruso Andr¨¦i Zvyagintsev vuelve con su habitual poder simb¨®lico y su may¨²scula capacidad para la conmoci¨®n visual y sonora. Sin piedad con sus criaturas
SIN AMOR
Direcci¨®n: Andr¨¦i Zvyagintsev.
Int¨¦rpretes: Maryana Spivak, Aleksei Rozin, Marina Vasilyeva, Andris Keishs.
G¨¦nero: drama. Rusia, 2017.
Duraci¨®n: 128 minutos.
El ruso Andr¨¦i Zvyagintsev lleva ya 15 a?os con su estudio y representaci¨®n de los padres terribles. Y, sobre todo, con su reflexi¨®n alrededor de la herencia del mal, de la inoculaci¨®n de la conducta entre generaciones sucesivas. As¨ª, a las magn¨ªficas El regreso (2003), Izgnanie (2007) y Elena (2011), se une ahora la no menos formidable Sin amor, Premio del Jurado en el Festival de Cannes y reciente candidata al Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa. Con su habitual poder simb¨®lico y su may¨²scula capacidad para la conmoci¨®n visual y sonora. Sin piedad con sus criaturas.
A?o 2012. La irrisoria creencia de que, por influencia del calendario maya, en el mes de diciembre llegar¨¢ el fin del mundo, quiz¨¢ acompa?ado de una transformaci¨®n espiritual que d¨¦ comienzo a una nueva era, alimenta las primeras enso?aciones simb¨®licas del director. El apocalipsis f¨ªsico est¨¢ cerca, pero el moral hace tiempo que yace entre nosotros, en forma de paternidades y maternidades tan ego¨ªstas como carentes de afecto con sus hijos. Y el virus se hereda. De la abuela se dice que es ¡°una Stalin con faldas¡±. Los padres, de clase media alta, buenos hogares, nivel econ¨®mico, se desprecian mutuamente mientras se debate qui¨¦n se queda con su hijo tras el divorcio. Ninguno de los dos lo quiere a su lado. Y el ni?o desaparece.
Zvyagintsev presenta un universo adulto en el que solo funciona el sexo. Y aunque parezca centrarse en la b¨²squeda del cr¨ªo, lo esencial es el panorama ¨¦tico que presenta en la sociedad. Bestial en todos los ¨¢mbitos. El de la g¨¦lida burocracia policial, el de la voracidad sentimental de las mujeres, el de la incompetencia infantil de los hombres, el de la desorientada adolescencia. Utilizando una banda sonora muy vehemente, entre la gravedad orquestal y la terrible nota constante, repetida, molesta, perturbadora y fascinante, el creador de Leviat¨¢n nos hace experimentar un viaje al fin de la noche sin respuestas expl¨ªcitas pero con evidentes desaf¨ªos morales.
Hasta un ep¨ªlogo, casi tres a?os despu¨¦s, en el que no por casualidad estalla la guerra en el Donb¨¢ss entre Ucrania y las milicias separatistas prorrusas. Macroconflictos, microconflictos: Putin, el padre m¨¢s terrible de todos. Sin amor, pel¨ªcula sobre el resentimiento y la condena, culmina as¨ª con otra imagen metaf¨®rica, la de una mujer que corre y corre sin avanzar un mil¨ªmetro, que huye de su pasado para construir un presente y un futuro que no es sino su propio pret¨¦rito. Generaci¨®n tras generaci¨®n.
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