Las chinas se arman contra el acoso ante el recelo del r¨¦gimen
El #MeToo oriental se abre paso en un pa¨ªs donde el 70% de las trabajadoras confiesa en una encuesta haber sufrido abusos
Yan Leung (nombre supuesto) ten¨ªa 22 a?os y estaba reci¨¦n llegada a Shangh¨¢i para empezar unas pr¨¢cticas en 2016. Nada m¨¢s natural -pens¨®- que contactar con su antiguo profesor de la Universidad de Shantou, que ahora ense?aba en uno de los grandes centros acad¨¦micos de esa metr¨®polis china. Al principio, el hombre la atendi¨® con cari?o. Pronto la atenci¨®n empez¨® a ser excesiva.
¡°Una noche sal¨ª y ¨¦l me estaba esperando. Me dijo que fu¨¦ramos a cenar; le dije que s¨ª, pens¨¦ que ten¨ªa que aceptar. Al terminar, me propuso ir a un spa¡±, algo que ella interpret¨® inicialmente como una invitaci¨®n inocente. ¡°Pero despu¨¦s quiso reservar una habitaci¨®n para que nos qued¨¢ramos a dormir los dos. Ah¨ª ya le dije que no y me fui. Al d¨ªa siguiente me mand¨® una transferencia al m¨®vil de 100 yuanes (unos 13 euros) con el mensaje ¡®Feliz D¨ªa de la Mujer¡¯. Lo interpret¨¦ como un dinero para que me estuviera callada¡±, recuerda esta joven cantonesa. ¡°M¨¢s tarde supe que hab¨ªa estado molestando a otras chicas en mi universidad¡±.
Yan es una de las estudiantes que se ha movilizado en el incipiente movimiento para reclamar el fin del acoso sexual en las universidades en China, alentado por el #MeToo occidental. Bajo etiquetas como #WoYeShi (Yo Tambi¨¦n, en mandar¨ªn), #MetooinChina o #Ã×ÍÃÔÚÖйú (¡°liebre de arroz en China¡±, un juego de palabras con la pronunciaci¨®n de Me Too en ingl¨¦s), afronta a¨²n un enorme camino cuesta arriba, en un pa¨ªs donde las movilizaciones civiles desencadenan las sospechas inmediatas del r¨¦gimen, la censura se prodiga y no existe una definici¨®n jur¨ªdica de qu¨¦ constituye acoso. Y donde entre los 25 miembros de los ¨®rganos m¨¢s altos de poder pol¨ªtico solo hay una mujer.
Pero ya ha empezado a lograr t¨ªmidos triunfos: un profesor ha sido cesado y el Ministerio de Educaci¨®n ha prometido poner en marcha mecanismos contra esa lacra. Es un logro que parec¨ªa impensable apenas hace dos a?os, cuando cinco j¨®venes feministas fueron detenidas durante un mes por planear una campa?a de denuncia contra los tocamientos en el metro.
Aunque ya se hab¨ªan presentado quejas sobre acoso en las universidades con anterioridad -en 2014 m¨¢s de 250 acad¨¦micos exigieron medidas en dos cartas abiertas-, las denuncias no hab¨ªan llegado generalmente a ninguna parte, en un sistema altamente jerarquizado. No por falta de casos: un estudio de 2017 elaborado por el Centro de Educaci¨®n de G¨¦nero y Sexualidad de la Universidad de Cant¨®n encontr¨® que, de 6.600 personas consultadas, un 70% admiti¨® haber sido objeto de acoso durante su etapa universitaria, tres cuartas partes eran mujeres. Un 10% de ellas confes¨® que la experiencia tuvo un impacto en sus estudios o sus relaciones sociales, y en algunos casos fue causa de depresi¨®n o intento de suicidio. Pero solo un 4% denunci¨® el hostigamiento.
Hasta que, el 1 de enero de este a?o, la antigua estudiante de la Universidad de Aeron¨¢utica de Pek¨ªn Luo Xixi, actualmente residente en Estados Unidos, denunci¨® en las redes sociales a trav¨¦s de una carta inspirada en el movimiento #MeToo el abuso que hab¨ªa sufrido doce a?os antes a manos de su profesor Chen Xiaowu. Aquella carta se hizo viral. Otras estudiantes denunciaron experiencias similares con Chen; las reclamaciones se extendieron a decenas de otras universidades: m¨¢s de 10.000 estudiantes suscribieron 74 cartas a otras tantas instituciones. Cuando ese profesor fue cesado y el ministerio anunci¨® que establecer¨¢ un mecanismo para responder a estas situaciones, las redes estallaron de j¨²bilo. ¡°Este caso nos ha dado alas¡±, dice Yan.
¡°El acoso sexual es especialmente com¨²n en las universidades y centros de ense?anza superior; todo el mundo tiene una experiencia directa o indirecta. El 50% de los alumnos universitarios son mujeres y cada vez est¨¢n m¨¢s concienciadas. Este sistema corrupto de abuso de una posici¨®n de autoridad para presionar y acosar es intolerable¡±, explica Zhang Leilei, una activista cantonesa que ha participado en la campa?a de env¨ªo de cartas.
Pero no es oro todo lo que reluce, pese a los muy tentativos avances. Incluso entre las universidades, la respuesta ha sido ambivalente. Aunque el Diario del Pueblo, el peri¨®dico oficial del Partido Comunista, exhortaba el mes pasado a apoyar a las mujeres que hablen, ninguna estudiante -excepto Luo, que reside en EE UU- se atreve a denunciar con su nombre verdadero. En algunos campus, las j¨®venes han recibido advertencias para que no sean demasiado activas. La Agencia del Ciberespacio china ha censurado numerosos mensajes, etiquetas y cartas en las redes.
Y hasta el momento, el #MeToo chino -o la relativa tolerancia hacia ¨¦l- se ha limitado casi exclusivamente al mundo acad¨¦mico, aunque el problema est¨¢ mucho m¨¢s extendido: una encuesta de 2013 elaborada por la ONG hongkonesa China Labor Bulletin encontraba que el acoso alcanzaba al 70% de las trabajadoras consultadas. Ya ha habido algunas denuncias -la p¨¢gina sobre derechos laborales de la mujer Jianjiabuluo publicaba este mes la carta de una trabajadora de Foxxconn, la principal suministradora de Apple-, pero a¨²n se trata de casos aislados.
¡°Es dif¨ªcil emular el modelo de las universidades¡±, opina la veterana feminista china Feng Yuan, del Centro de Estudios de la Mujer en la Universidad de Shantou. ¡°Si una trabajadora promueve una carta, es dif¨ªcil que logre un n¨²mero de firmas suficiente para llamar la atenci¨®n; y si protesta, es posible que tenga problemas con sus jefes¡±.
La censura, y una mentalidad que a¨²n responsabiliza a las v¨ªctimas que denuncian, son otros de los problemas, considera Zhang. ¡°En muchos casos, el acosador tiene m¨¢s poder y las voces de las v¨ªctimas se ponen en duda, quedan estigmatizadas. Alzar la voz no quiere decir que no seas t¨² quien acabe sufriendo las consecuencias y saliendo perjudicada¡±.
¡°La pregunta es ahora si habr¨¢ m¨¢s pasos adelante¡±, agrega. ¡°Si el Ministerio de Educaci¨®n da, verdaderamente, pasos para establecer los mecanismos que ha anunciado. Si las universidades est¨¢n francamente decididas a dar ejemplo¡±. Si estos primeros pasos tienen ¨¦xito, considera, el movimiento puede extenderse a otras industrias, aunque ¡°quiz¨¢s no tan r¨¢pido. El mundo laboral necesita un buen precedente, como el de la Universidad de Beihang, y conseguir que m¨¢s gente est¨¦ protegida cuando se lance a hablar¡±.
Yan, la estudiante de Shantou, a¨²n espera respuesta a la denuncia contra su profesor. Pero asegura que ha recibido enormes muestras de apoyo. ¡°Ser neutral no es una opci¨®n. O est¨¢s del lado de la v¨ªctima, potencial o consumada, o est¨¢s del lado del acosador. Y si es as¨ª, est¨¢s contribuyendo a que se cometan delitos sexuales¡±.
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