Manuel Varela, pasi¨®n por la medicina y el periodismo
Hab¨ªa muchos Manuel Varela en un Manuel Varela U?a (Madrid, 1922), que falleci¨® casi centenario este jueves. Nosotros no los conocimos todos, pero podemos dar testimonio de algunos. De su formaci¨®n en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza probablemente le ven¨ªa esa continua modestia, su consideraci¨®n, su amabilidad, su dignidad y su afecto, que tanto le agradecimos durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, que es el tiempo que coincidimos con ¨¦l. Y su educaci¨®n: conoci¨® en una reuni¨®n social al gran escritor Juan Rulfo, cuya obra admiraba y del que sab¨ªa que era parco en palabras; a pesar de que ard¨ªa en deseos de comentarle mil aspectos de Pedro P¨¢ramo y El llano en llamas, permanecieron m¨¢s de una hora juntos, sentados en un sof¨¢, absolutamente callados, para no molestar al mexicano. Cuando vinieron a buscar a Rulfo, este se despidi¨® con gran cordialidad: ¡°Adi¨®s, doctor, le agradezco mucho que no me haya hablado nada¡±.
De su relaci¨®n con la medicina supimos por las conversaciones con ¨¦l y sus amigos: fue su vida durante cuatro d¨¦cadas. Cuando cumpli¨® los 90 a?os, todav¨ªa cogi¨® el ordenador y sali¨® en defensa del sistema sanitario p¨²blico madrile?o, publicando un art¨ªculo en su peri¨®dico (¡°Las nuevas normas sanitarias para Madrid suponen un ataque demoledor para el Hospital de la Princesa¡±). El Hospital de la Princesa, antiguo Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado, fue su hospital, en el que fue jefe del servicio de Ginecolog¨ªa (estudi¨® la especialidad en las universidades de Z¨²rich y G?ttingen).
Escuch¨¢bamos en silencio cuando hablaba de su relaci¨®n con la Guerra Civil, cuando compart¨ªa recuerdos con su gran amigo Javier Pradera, y tambi¨¦n sabemos de ella por sus magn¨ªficas memorias (De memoria. A fuerza de tiempo, editorial Taurus): ¡°El terremoto que para mi supuso la Guerra Civil y el exilio, y despu¨¦s la largu¨ªsima posguerra, pienso que son factores que han influido terminantemente en la formaci¨®n y en la consolidaci¨®n de los cimientos de mi vida¡±. Esta solemnidad se transformaba en una cierta sonrisa cuando hablaba de su experiencia el 23 de febrero de 1981. Cuando Antonio Tejero entr¨® en el Congreso de los Diputados, Manuel Varela estaba en la tribuna de invitados y a sus pies cayeron unas bolitas met¨¢licas oscuras al empezar los disparos. El doctor pens¨® que eran perdigones. Pregunt¨® a un hosco guardia civil que estaba a su lado, que le respondi¨® airado: ¡°?Qu¨¦ co?o perdigones, munici¨®n de reglamento!¡±. Cuando el agente se enter¨® de que aquel se?or tan ingenuo era m¨¦dico, cambi¨® de humor y le pregunt¨® sobre un golpe que se hab¨ªa dado en los test¨ªculos aquella ma?ana. Al salir del Congreso, Manuel Varela se dirigi¨® a Interior, para formar parte de la Comisi¨®n de subsecretarios y secretarios de Estados que iba a gobernar el pa¨ªs mientras el Gobierno estuviese secuestrado. Manuel Varela escribi¨® que, en su opini¨®n, ese llamado gabinete de crisis no tuvo la importancia que luego le quisieron dar algunos.
Perteneci¨® muchos a?os al consejo de administraci¨®n de EL PA?S y del Grupo PRISA. Le recordaremos por el apoyo incansable que ofrec¨ªa para cuanto supusiera mejorar la calidad del periodismo; ayud¨® a quienes trabaj¨¢bamos en este peri¨®dico. Ser¨¢ muy dif¨ªcil repetir el ambiente de complicidad entre muchos miembros de aquel consejo y los periodistas que asist¨ªamos con voz pero sin voto al mismo. En esa complicidad est¨¢ parte del ¨¦xito que tuvo EL PA?S desde el principio, y Manuel Varela fue fundamental para ello. Su presencia en EL PA?S le dio buena parte de las alegr¨ªas de las que disfrut¨®: ¡°Siempre me ha producido una gran satisfacci¨®n haber tenido la oportunidad de participar en esta empresa tan estrechamente vinculada a los grandes cambios que se han ido produciendo desde el final del franquismo¡±. Entr¨® para apoyar a Jos¨¦ Ortega Spottorno y all¨ª hizo una amistad singular con Jes¨²s Polanco (que tambi¨¦n le hizo consejero de la SER). Nos consta que intent¨® convencerle de que no sacase a Bolsa a EL PA?S. Varela escribe: ¡°Siempre me ha acompa?ado la idea de que uno de los males del dinero es que facilita mucho las distorsiones y las contorsiones, y permite caer en desmanes y dislates. Con la sola excepci¨®n de mi vinculaci¨®n a PRISA, he procurado mantenerme al margen del mundo de los negocios¡±.
Quiz¨¢ EL PA?S y sus periodistas fueran lo ¨²nico capaz de competir con la pasi¨®n que sent¨ªa por Galicia y por su finca de Daneiro, en A Coru?a, a la que dedic¨® tanto tiempo y tantos esfuerzos. Todav¨ªa la ¨²ltima vez que fuimos a visitarlo a su casa de Madrid, en presencia de su mujer, nos volvi¨® a invitar a pasar unos d¨ªas all¨ª.
No pudo ser.
Babelia
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